Bienvenidos a 'Amerrika'

El Correo, OSKAR L. BELATEGUI o.belategui@diario-elcorreo.com, 09-01-2010

¿Qué tienen en común ‘Aladdin’, ‘Regreso al futuro’, ‘En busca del arca perdida’ y ‘Mentiras arriesgadas’? Que todos sus villanos son árabes. Hollywood se ha cuidado de refrenar sus estereotipos por mor de la corrección política cuando afectaban a minorías étnicas. Sabe que tendrá problemas si el malo de la película es negro, hispano, judío o con rasgos orientales. Sin embargo, los clichés sobre el mundo árabe y, por extensión, musulmán se han agudizado desde la Guerra del Golfo y los atentados del 11 – S. ¿Qué significa ser árabe hoy en Estados Unidos? Una pequeña película acierta a describir uno de los grandes conflictos externos del país más poderoso del mundo desde sus propias tripas sociales. ‘Amerrika’ – el próximo viernes en los cines – habla, entre otras muchas cosas, del sentimiento universal de pertenecer o no a un lugar. Retrata con conocimiento de causa el desarraigo del emigrante y la paranoia colectiva de una nación.

Su directora, Cherien Dabis, de 33 años, sabe de lo que habla. Nació en la gélida Nebraska y creció en un pueblo de Omaha sin tener demasiada conciencia de su origen palestino. En casa hablaba árabe y todos los veranos viajaba con su familia a Jordania. «A la vuelta, mis amigos me preguntaban si había coches en el país, si teníamos teléfonos o por qué la comida olía tan raro». Todo cambió en 1991, con la primera Guerra del Golfo. «Mi padre era un prestigioso pediatra que ejercía en el mismo pueblo donde vivíamos. Y de pronto empezó a perder pacientes. Recibíamos amenazas a diario acusándonos de terroristas. El héroe local que salvaba niños pasó a ser un apestado».

Dabis tenía 14 años cuando Sadam Hussein era el enemigo número uno del modo de vida americano, el mismo puesto que hoy ocupa Osama Bin Laden. «Descubrí que no era suficientemente americana para los estadounidenses, ni suficientemente árabe para los árabes. No me sentía en casa en ningún sitio». Los compañeros del instituto dejaron de hablarle. «Me decían: ‘Mi hermano va a la guerra por tu culpa’». Los ojazos de la directora se empañan cuando recuerda un episodio que parece extraído de ‘Los Simpsons’. «Un día se presentaron agentes del servicio secreto en el instituto. Investigaban unos rumores relacionadas con mi hermana pequeña, porque al parecer había amenazado con asesinar al presidente. Ella tenía 17 años».

En una hamburguesería

‘Amerrika’ contiene elementos autobiográficos que dotan al filme de calidez y cercanía. Como el personaje de un profesor de instituto que no ve en cada árabe a un terrorista presto a la inmolación; Dabis se inspiró en el director de su propio colegio, que plantó cara a los policías que vinieron a interrogar a su hermana. Si en 1955 ‘Conspiración de silencio’ mostraba que todos los japoneses estaban estigmatizados tras Pearl Harbor, ‘Amerrika’ condena a los árabes al transcurrir la acción en 2003, durante la invasión de Irak.

«Tras el 11 – S sufrí las reacciones de los norteamericanos contra la población originaria de Oriente Medio. Era el momento de escribir mi versión. No sospechaba que acabaría estrenándola con Obama en la Casa Blanca y los israelíes en Gaza», recuerda Dabis. La protagonista de ‘Amerrika’ se inspira en una tía suya, que emigró a Estados Unidos después de divorciarse. «Era tan encantadora que se ganaba a la gente con su inocencia. Esta es la descorazonadora y reconfortante historia de una mujer que intenta comenzar una nueva existencia en un entorno donde parece tenerlo todo en contra».

Muna (Nisreen Faour en su primer papel en inglés) lleva una vida acomodada, si eso es posible en la Cisjordania ocupada por Israel. Trabaja en un banco, cuida de su hijo adolescente y comprueba desolada cómo su marido le pone los cuernos con una mujer más joven. Hastiada de la tensión militar que se respira en la zona y harta de su esposo, decide hacer las maletas y emigrar a Estados Unidos. Su hermana lleva años instalada en un pueblo de Illinois junto a su marido y sus tres hijos.

Poco importa la objetividad de las estadísticas. Que la mayoría de los árabe – americanos sean cristianos. Que el 85% de los musulmanes en el mundo no sean árabes. Muna descubre el reverso del sueño americano. Todos la ven como una islamista radical forrada de goma – 2. Pese a su formación se ha de conformar con un trabajo en una hamburguesería. Su hijo sufre humillaciones diarias en el instituto y su hermana nunca se ha adaptado al país. Añora una Palestina que ya no existe.

«Yo distingo tres clases de emigrantes», enumera la directora. «Los que se van porque quieren, los que no tienen más remedio y los que siguen a alguien y se pasan toda la vida suspirando por su patria de origen». El racismo de ‘Amerrika’ nace del desconocimiento. Su tono de comedia amable, fruto de la energía positiva de su protagonista, depara gags con cargas de profundidad. Cuando los recién llegados atraviesan el control de aduanas, declaran en su torpe inglés que su país no existe. Un policía les pregunta su ocupación. «Sí, sí. Cuarenta años lleva Palestina ocupada por Israel…».

Árabes y judíos

Galardonada por la Crítica Internacional en el Festival de Cannes y Premio de la Integración en Valladolid, ‘Amerrika’ es la primera película estadounidense que simpatiza con la causa palestina. «A partir de la Ley Patriótica (Patriot Act) promulgada por el Gobierno de Bush, el racismo se institucionalizó», denuncia Cherien Dabis. «Desde la llegada de Obama se nota otra actitud, el país se muestra más abierto. El año pasado, con la invasión israelí de Gaza, escuché por primera vez comentarios que hablaban de violencia desproporcionada. ¡Por fin un compatriota sentía empatía hacia los palestinos!».

La comunidad árabe en Estados Unidos ha recibido el filme como un bálsamo. «Se han sentido orgullosos de su origen», remacha la realizadora. Organizaciones judías y árabes han colaborado por primera vez para apoyar el mensaje de esperanza. «Sólo ha habido una minoría de judíos que la han acusado de ser propaganda. Si te digo la verdad, esperaba mucho más rechazo».

‘Amerrika’ se rodó en escenarios reales de la Cisjordania ocupada, con controles militares a cada metro. Sin embargo, Dabis se encontró más dificultades en Norteamérica. «Disfruté más rodando en Gaza, donde no te agobian los sindicatos ni la burocracia. En Estados Unidos ruedas en un supermercado y lo tienen que cerrar al público, todo está organizado; en Palestina, nadie va a cerrar su negocio porque tú llegues con una cámara. Allí la vida se cuela en tu película».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)