Los bengalíes afrontan ya el quinto año lejos de sus familias

Diario Sur, VENTURA GARCÍA, 28-12-2009

El caso de los bengalíes retenidos en Melilla desde hace cuatro años continúa abierto sin que la buena voluntad de unos ni las leyes de otros haya contribuido a resolver un problema que tiene ya dimensiones dramáticas desde el punto de vista humanitario. Los inmigrantes asiáticos que residen en el CETI de Melilla se despidieron de sus familias en 2004 y mantienen desde entonces la esperanza de que estos últimos sesenta meses hayan servido para algo más que para perder cinco años de sus vidas en una ciudad convertida para ellos en una prisión.

Desde que entraron de forma ilegal en España, los bengalíes han comprobado cómo se incumplían sistemáticamente no sólo las promesas de la administración, sino también las normas que regulan el funcionamiento de los centros de estancia temporal de inmigrantes. Durante el último lustro han sido testigos de la llegada y salida de cientos de personas que, por proceder de distintos países, han visto cumplido sus sueño de residir legalmente en España o han regresado a casa sin dejarse por el camino los mejores años de sus vidas.

Después de tanto tiempo, y aunque se han puesto en contacto con oenegés, abogados, periodistas o políticos, ni si quiera entienden por qué siguen atrapados en Melilla. De nada ha servido la repercusión que su historia ha tenido en los medios de comunicación, ni la atención acaparada al recibir la visita de altos cargos o líderes de la política. Por eso ya no se creen nada, ni confían en quienes llegan con buenas noticias; están empezando a perder la fe y a caer en el desánimo.

Pese a todo, no tienen más opción que continuar concentrándose cada semana en Menéndez Pelayo para recordar a las autoridades que siguen ahí, que corresponde al Gobierno decidir cómo se resuelve un problema que hasta ahora no se ha atrevido a afrontar, que no habría forma humana de compensarles por los años perdidos en caso de que se ejecutara la orden de expulsión que pesa sobre ellos.

Los bengalíes confían en que se ponga fin en 2010 a una situación que sobrellevan resignados y gracias al apoyo de los melillenses, que desde el primer momento han tratado de hacer de su estancia en la ciudad una experiencia menos penosa. Pero además de amabilidad necesitan papeles para que tengan sentido su pasado más reciente y su futuro más inmediato.

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