¿Qué fue de Philip Pettit?

El Correo, ROBERTO MARRO Y J. Á. ESNAOLA, 28-12-2009

Muchos de nuestros amigos son votantes del PSEPSOE. Muchos de ellos ejercen también elevadas e importantes funciones públicas, sociales y económicas. Cuando charlamos suelen recordarte que ejercen tales tareas guiados de altos principios éticos y filosóficos que suelen englobar bajo la denominación de ‘socialdemócratas’. Se enorgullecen de sus planteamientos porque, según ellos, ser ‘socialdemócratas’ significa disponer de un sólida ideología pero, a la vez, lo suficientemente flexible como para haberse adaptado a esta modernidad líquida de la que habla Zygmunt Bauman. Por lo demás, todos los que, desde la izquierda, no apuestan en España por el PSOE no serían pues sino una suerte de anarco – comunistas merecedores de ser llevados a alguna reserva natural como especies en vía de extinción, por no ser suficientemente ‘socialdemócratas’ y ‘líquidos’. Sin embargo, si observamos los resultados electorales en países tan avanzados como Francia o Alemania veremos que los partidos ‘socialdemócratas’ hermanos del PSE, como el PSF o SPD, se enfrentan a una sangría de votos por todo lo contrario de lo que dicen mis amigos. Muchos votantes de izquierdas ya no les reconocen como auténticamente ‘socialdemócratas’.

Hace unos días, Paolo Flores d’Arcais daba una explicación a este fenómeno en un artículo rápidamente contestado por varios ideólogos de nuestro Partido Socialista. Según el intelectual italiano, muchos de los partidos que se dicen ‘socialdemócratas’, cuando gobiernan, no consiguen reducción significativa alguna de la desigualdad social, mantienen las viejas estructuras de poder social y realizan todo tipo de componendas con los poderes económicos para no ‘perder’ sus buenas relaciones con ellos. Muchas veces, de la socialdemocracia ‘realmente existente’ al populismo sólo hay un paso. Pongamos un reciente ejemplo español.

ZP inició su primer mandato afirmando que su referencia ideológica era un intelectual irlandés (por supuesto ‘socialdemócrata’) llamado Philip Pettit, defensor de un llamado ‘republicanismo cívico’ según el cual las personas son ciudadanos y no súbditos. Pero tocaba reformar la Ley de Extranjería porque algunos jueces constitucionales habían anulado modificaciones llevadas a cabo de común empeño entre el PP y el PSOE para limitar los derechos de asociación, reunión, manifestación, sindicación y huelga de los extranjeros en situación ‘irregular’ por carecer de una autorización administrativa de residencia. Y ahí ZP se olvidó de Philip Pettit.

La reforma de la Ley de Extranjería que acaba de entrar en vigor restringirá los derechos de vivienda, educación, reagrupación familiar, acceso al padrón y justicia gratuita de los inmigrantes irregulares, que no han cometido otra ‘infracción material’ que ser pobres. Por si fuera poco, si alguno de ustedes les empadrona en su casa o les invita a visitar España serán sancionados con fuertes multas administrativas. ZP ha decidido también aplicar la Directiva de Retorno y a partir de ahora los ‘irregulares’ podrán ser detenidos, aunque no han cometido ningún delito, hasta sesenta días mientras se les expulsa a lugares, ahora tan famosos entre nosotros, como Somalia.

Parece que ser ‘socialdemócrata’ tiene estas cosas. Debería ser todo lo contrario, porque poner mucha distancia entre lo que se dice y lo que se hace es uno de los factores que explica por qué a la ‘socialdemocracia’ le va cada vez peor electoralmente en los grandes países europeos. Tal vez porque los que son ‘líquidos’ de verdad son sólo sus supuestos firmes planteamientos ideológicos y su coherencia. A esto de decir una cosa y hacer otra, el populismo y la derecha saben jugar mejor. Creemos que un diputado del PNV llamó a esta reforma de la Ley de Extranjería «berlusconiana». Falso: Berlusconi jamás aprobaría una norma ‘líquida’ inspirada en un ‘socialdemócrata’ como Pettit. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

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