«En Vitoria seguimos haciendo guetos para acoger a los inmigrantes»

El Correo, ALBERTO CANTO a.canto@diario-elcorreo.com, 18-12-2009

«A los inmigrantes hay que acogerles, pero también preocuparnos por ellos y escucharles, tener curiosidad por lo suyo». Lo dice el escritor Patxi Zubizarreta (Ordizia, 1964) autor de obras comprometidas en materia migratoria, algunas de ellas dirigidas a los jóvenes. Ayer ofreció una conferencia en el Palacio Escoriaza – Esquível dentro de los actos del Día Internacional de las Personas Migrantes y recordó que en Vitoria «seguimos haciendo guetos» para acoger a este colectivo.

- Según los últimos datos ofrecidos por el Observatorio de la Inmigración, los vascos temen que con los inmigrantes se acabe el estado del bienestar. ¿Es para preocuparse?

- La verdad es que yo no me preocupo en ese sentido. Mi postura es la de la apertura y la del enriquecimiento mutuo. Se puede recoger a través de una metáfora, cuando en las escuelas de traducción de la Edad Media se traducía a filósofos y médicos, y no importaba su origen. Lo importante era lo que decían y cómo lo decían. Hay que acoger a los inmigrantes, pero no sólo para darles de comer y que vivan más o menos bien, sino preocuparnos por ellos y escucharles, tener curiosidad por lo suyo. Hay que preguntarles cómo viven.

- ¿Cómo lo está haciendo Vitoria?

- Malamente. Seguimos haciendo guetos, haciendo calles en la parte vieja, en donde los juntamos por diferentes razones o credo. En Barcelona hay padres que cuando se juntan con alumnos de fuera quedan el fin de semana para enseñarles las costumbres de la ciudad. Algo parecido ocurre en Markina. Lo importante es acercarse a ellos, preocuparnos por cómo están. Es enriquecedor.

- Entonces, aún queda mucho camino que recorrer.

- La situación es complicada. Lo decía Manu Chao, que tenemos una especie de racismo universal en los genes. Los gitanos españoles, por ejemplo, hacen de menos a los gitanos portugueses cuando vienen a vendimiar; entre los magrebíes y los negros ocurre lo mismo… En el fondo parece que cuando conseguimos una cuota de poder intentamos pisar al otro. Eso es algo universal.

- ¿Ha ayudado la crisis económica a ver el fenómeno de la inmigración como algo molesto?

- Eso se veía venir y la crisis es la gran excusa. Hemos adoptado una postura aburguesada, cuando lo normal sería lo contrario porque lo que nos puede enriquecer es tener curiosidad por saber cómo es el otro. Por ejemplo, ese castellano de Sudamérica que viene a enriquecer el de aquí. Nos interesa tender puentes.

- Se presume de que nuestra sociedad es tolerante.

- La sensación de tolerancia es bastante superficial. Les dejamos que estén en nuestras cafeterías, pero no tenemos interés por ellos. Tenemos que buscar la cercanía con ellos a través de los libros. Por ejemplo, una chica marroquí ganó un premio en Cataluña con un libro escrito en catalán.

- ¿Qué hay que hacer para acercarse a los inmigrantes?

- Desde mi experiencia, intento leer sus obras y traducirlas cuando puedo. Es interesante ese acercamiento, tener curiosidad por el otro. Pero también hay detalles cotidianos, como tener curiosidad por esas personas que cuidan de nuestros padres.

Más barreras

- Ha escrito obras sobre migración dirigidas a los jóvenes. ¿Cómo perciben ellos este fenómeno?

- Hay de todo, pero en los colegios a los que he ido les he visto mucho más naturales que nosotros. Nosotros les ponemos cada vez más barreras. Los jóvenes están acostumbrados a convivir con niños de origen africano, saharaui o sudamericano.

- Viajar puede ser una buena medicina para entender a los inmigrantes.

- Desde luego. Y Marruecos es el país en donde la palabra clave es la hospitalidad.

- En Suiza no quieren que se construyan minaretes. ¿Se llegará a hacer algo parecido en Vitoria?

- No sé… Son extremismos que vienen de nuestro miedo e ignorancia. Los vemos como el enemigo. A mí creo que no me importaría ver algún minarete en Vitoria porque me gusta que convivan todas las culturas. En cierto modo ellos nos enseñan cómo siguen queriendo a sus raíces.

- ¿Y Vitoria está preparada para ello?

- En absoluto.

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