Coeducación, ideología de género y libertad

Diario Sur, JACOBO FERNÁNDEZ-LLEBREZ, 16-12-2009

Estas líneas no quieren ser un ataque contra los partidarios de la coeducación, sino un ejercicio del derecho de libre expresión de las ideas, que comparten muchos de los padres con los que tratamos que alarmados por el fracaso escolar, añoran el sistema educativo diferenciado que ellos tuvieron y quieren llamar la atención de la autoridad pública educativa para que concierte y ampare los colegios públicos que quieran tener este modelo. Preocupación basada también en que los más modernos sistemas educativos en Europa están volviendo a la educación diferenciada, apoyados en partidos de la izquierda. (Francia, Suecia, etc)

Algunos piensan que la búsqueda de la igualdad real entre hombres y mujeres en el siglo XXI exige que las escuelas sean mixtas y coeducativas, esto es: con las mismas técnicas pedagógicas para chicos y chicas, los mismos profesores y en el mismo aula, y esto con independencia de la edad y del grado de madurez física, psíquica, afectiva e intelectual de unas y otros. La práctica coeducativa llega a exigir, a veces, la presencia activa de animadores coeducativos en el patio de recreo, que procuren evitar la formación de grupos por sexos, los unos más proclives a la pugna y el ejercicio físico y las otras a la tranquilidad y el trato social. También se llega a primar económicamente a quienes escogen una formación profesional distinta a la más habitual en su sexo.

Los planteamientos coeducativos son afines a la ideología de género, que sostiene que las posibles diferencias entre los comportamientos de hombres y mujeres no responden tanto a la biología, como a influencias histórico – culturales que mediante técnicas de reingeniería social podrían neutralizarse. Se trata de un planteamiento utópico que sólo al final del proceso espera eliminar las diferencias. Esta ideología aplica una dialéctica análoga a la marxista: tras la lucha de clases, vendrá la clase única – el género único en este caso – y después la paz y la justicia social. Ideología de género que ya forma parte – obligatoria – de Educación para la Ciudadanía.

No es de recibo – a mi entender – que estando España a la cola en materia educativa de los países avanzados, con un índice altísimo de fracaso, sobre todo en los varones, se gasten tantas energías en estos y otros experimentos de dudoso éxito. Me sorprende que la misma sociedad, que procura mantener la organización económico – social al margen de planteamientos ideológicos extremos, haciendo que impere siempre el sentido práctico, permita sin reparos que una ideología tan radical como la de género sea la que inspire sus procesos educativos.

Lo que de verdad te plantean las familias no es tomar partido o no por una ideología de género que desconocen, sino que a ellos les gustaría que sus hijos estudiaran con el modelo que ellos han conocido de educación diferenciada, por que les fue bien; pero no con la idea antigua que conocieron de el hombre para trabajar y la mujer para tener niños y quedarse en la casa, que nadie sostiene, sino con la idea madre de la igualdad de oportunidades entre niños y niñas, conociendo, por ser padres que sus hijos y sus hijas tienen un desarrollo intelectual distinto, que precisa de un método educativo distinto, para unos y unas; al igual que no se hacen carreras de atletismo conjuntas de varones y mujeres pues ese igualitarismo discriminaría a ellas.

Las familias te comentan que ya quisieran en la pública los mismos buenos resultados que la privada diferenciada (véase, como ejemplo claro, que de todas las mujeres que desempeñan cargos importantes en el mundo actual, como Michelle Obama, han estudiado con educación diferenciada) pero al no estar los centros de diferenciada subvencionados por los fondos públicos no pueden acceder a la educación que realmente quieren, vulnerando con ello, el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, vulnerando la obligación de las autoridades de facilitar este derecho y vulnerando la Constitución.

Puede explicarse un cierto fundamentalismo coeducativo como reacción al carácter discriminatorio para las chicas que tuvo durante siglos la educación. Dice J. Camps, de la UIC que: «Hace unos decenios, la escuela mixta se vio como un avance hacia la igualdad. La inclusión de las chicas en las mismas aulas que los chicos – junto con la obligatoriedad de la educación – parecía asegurar la igualdad de oportunidades a través de un igual currículo y una calidad educativa idéntica. Sin duda, la mujer dio un paso adelante hacia la igualdad gracias a esa política educativa. Pero hoy, pasados los años, podemos apreciar que – a pesar de todo – la ‘mixticidad’ escolar no es la solución definitiva de las desigualdades que reaparecen con fuerza».

La educación diferenciada, en cambio, propone prácticas educativas adaptadas a los diferentes procesos de maduración de chicos y chicas, bien en escuelas separadas, bien en escuelas mixtas. El creciente interés internacional por esta práctica educativa se explica por el mejor rendimiento de muchas escuelas diferenciadas. Es difícil desligar este éxito de otros factores, como el ambiente concreto de esos centros, su extracción social, o la motivación de los padres. Pero ¿qué de malo tiene que los padres busquen por esta vía el éxito académico y vital para sus hijas e hijos? Y ¿porqué ha de privarse de estos recursos a quienes no tienen otra opción que acudir a la escuela pública?

Las escuelas públicas diferenciadas crecen en EE UU donde el notorio éxito de alguna experiencia diferenciada en barrios marginales las acredita como una eficaz herramienta de promoción social. En algunas escuelas públicas alemanas se forman grupos separados por sexo de algunas materias. En España, en cambio, la diferenciada está ausente de la pública y varias administraciones han comenzado a excluir de los conciertos a los centros diferenciados, aunque alguna de estas medidas han sido objeto de suspensión cautelar por la autoridad judicial.

Al final, todo esto se convierte en un tema de calidad educativa, de calidad democrática y de libertad. Tanto la práctica actual en los países de nuestro entorno y la legislación internacional, como una lectura serena de nuestra Constitución, respaldan una educación diferenciada que es demandada por muchos padres que la recuerdan como opción de calidad y eficiencia educativa, y en un contexto de igualdad de oportunidades para chicos y chicas. ¿Cuando se darán cuenta de esto las autoridades?.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)