La dura lucha por integrarse

Diario Vasco, 13-12-2009

La inmigración extranjera es un fenómeno cada vez más presente en nuestras sociedades concretas y la integración de colectivos cultural y étnicamente diferenciados, así como la convivencia y cohesión entre los diversos grupos, constituye uno de los retos más importantes en las sociedades contemporáneas. Integrarse en nuestra sociedad y abrirse camino es una tarea muy difícil, pero sí que existen en Eibar ejemplos de una feliz integración en nuestra sociedad.

Un de las familias que ha conseguido esta integración, pero con mucho esfuerzo, son los Hachmioune, aunque también tienen que aguantar alguna mirada dura por parte de alguna persona que no entiende que su esposa lleve pañuelo, en la cabeza. Los Hachmioune proceden de la antiguo protectorado español de Larache, en Marruecos, y tras un primer intento en 1988, regresaron, pero para volver y quedarse definitivamente en el País Vasco, desde 1993. Conocían las costumbres españolas al haber conocido a muchas personas de la Península en Larache. Dris Hachmioune tuvo su primer empleo, en una serrería, para después ir a una forja de Bergara, más tarde en una firma de mecanizados de Eibar, para pasar a otra empresa Mallabia y de aquí a una forja de Maitena.

Entrevistas con gerentes

Nunca le ha faltado trabajo, pero sí es consciente que es necesario aplicar la técnica de la entrevista con el propietario de la empresa. «Aquí no vale con dejar curriculums en las oficinas. Yo habré dejado más de 100 curriculums. Siempre he tratado de solicitar una entrevista con el jefe o gerente de la empresa. De esa manera, he podido encontrar trabajo», señalaba Denis que cuenta con tres hijos de 6, 4 y 2 años, que dominan el euskera. Respecto a si los eibarreses toleran habitualmente las culturas de los inmigrantes que residen en nuestro país, las respuestas son más ambiguas. «Después de 13 años viviendo en Eibar no entiendo algunas de las miradas que se nos dirigen; especialmente, por llevar mi esposa velo en la cabeza. Hay de todo en Eibar. Algunos te acogen bien y otros te miran como si hubieses caído de otro planeta. Alguna vez me duele que algunas madres retiren a sus hijos cuando hablan con los míos. En Larache vivían muchos españoles y nunca les miré de la misma forma, como algunas personas miran a mi familia»

Viven en un piso alquilado en Paseo San Andrés, pese a que resultaron ganadores de dos pisos de VPO en Eibar y Elgoibar. Anteriormente, vivieron en la vivienda, hoy derribada, de Muzategi. Valoran la cercanía de su casa con el puesto de trabajo, con la cercanía de centros de asistencia sanitaria y con las escuelas en las que siguen sus estudios sus hijos.

El principal problema que han contado cuando se instalaron en Eibar fue el de la vivienda. «Nadie nos quería alquilar una vivienda al principio. No se fiaban de nosotros».

Pero por lo demás la vida ha transcurrido cuidando a sus pequeños hijos y manteniendo el puesto de trabajo. Por ello, aprecia que seria necesario hacer desaparecer las barreras legales que puedan entorpecer la integración de los inmigrantes legalmente instalados, ya que se ha de considerar a los inmigrantes como ciudadanos con derechos

Argentinos en Eibar

La familia argentina Morandi es un ejemplo de integración en el seno de la sociedad eibarresa y buena prueba de ello es que han invertido y apostado por nuestra ciudad transformando su bar Lanús, en un acogedor establecimiento hostelero, tras una reforma integral.

Oscar Morandi tiene 63 años. Llegó a Eibar en el año 2001. Era propietario de una farmacia en Argentina, en la que trabajan 2 farmaceúticos y 2 empleados. «Tuve que cerrar la farmacia y la seguridad social no me pagaba. Por mi edad, ya no tenía opciones de hacer otra cosa. Aquí teníamos familia y nos ayudaron a empezar de nuevo. No tuve dificultades para conseguir trabajo. Venía con papeles porque mi señora es española. A la semana ya conseguí trabajo».

Su primer trabajo fue de albañil y después le contrató un pintor de Ermua. «Me dijo el propietario de una empresa de una pintura si sabía pintar y yo le dije que me llamaban el Maradona del pincel. Le hizo tanta gracia que me contrató de inmediato». No duró mucho, pero al contar con unos parientes en Eibar comenzó a trabajar en la hostelería. El bar Lanús lo alquiló en el año 2003 y ahora lo ha sometido en una reforma, buena prueba de su apuesta por Eibar. Unos sobrinos políticos suyos también han llegado a Eibar y han montado recientemente una tienda, en la calle Estación. «Espero que tengan suerte», decía Oscar.

Desde el primer día, Oscar Morandi, se ha tratado de integrar en nuestras costumbres y un camino rápido que encontró fue su participación en la tamborrada de San Juan. Es el abanderado. Un hijo suyo, Leo toca también en un grupo de rock de Eibar . Y, los camareros de su bar, lucen camisetas de trabajo con la ikurrina, junto a la blanquiazul bandera argentina. «La gente está a gusto conmigo y yo estoy muy bien con la gente. Nunca he tenido ningún problema. Aquí no creo que haya racismo, pero habrá que preguntarle a la gente de aquí porque yo también soy inmigrante. Yo a los chicos inmigrantes que vienen aquí vendiendo CD´s los trato igual que al resto. Incluso les invito a un café o una coca cola».

Entre los aspectos que más valora de los vascos es el ambiente de las sociedades gastronómicas. «Desde que llegué a Eibar siempre quise pertenecer a una sociedad gastronómica. Al final, conseguí acceder a una sociedad, de nombre Buztarri y estoy muycontento».

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