Los indocumentados tienen mala fama en Yakima

En este poblado estadounidense, la gente cree que los inmigrantes cometen más crímenes, que los locales

El Universal, 11-12-2009

YAKIMA, Washington (AP). En la cárcel del condado de Yakima resuenan a lo lejos los golpes de las puertas de acero y los gritos de los reos, mientras un agente federal detrás de una computadora revisa una lista de presos por entrevistar.

Al otro lado de la mesa está Julio Laguna Mendoza, un hombre de 54 años arrestado varios días atrás por manejar en estado de ebriedad. La computadora muestra que el hombre no es ningún extraño del sistema penal.

Laguna ha sido arrestado unas cinco veces por entrar ilegalmente a Estados Unidos. Las fotografías tomadas cada vez que fue fichado muestran una sucesión de imágenes en las que Laguna se ve cada vez más viejo tras cada arresto. Esta vez, se internó muy adentro en Estados Unidos, hasta Yakima, en el estado de Washington, en la esquina noreste del país. No pasará mucho tiempo antes de que vuelva a ser deportado de nuevo.

Pocos asuntos son más polémicos o emotivos que el impacto de los inmigrantes indocumentados en las tasas locales de delincuencia, así como la forma en que la policía local los maneja.

Los defensores de los derechos de los inmigrantes insisten en que la mayoría son muy trabajadores, que sus probabilidades de cometer delitos son las mismas que las de los ciudadanos con residencia legal. Otros culpan a los migrantes sin papeles de una tasa grande de los delitos graves cometidos en el Valle de Yakima.

Un análisis del diario Yakima Herald – Republic realizado a los archivos de la cárcel del condado durante octubre arroja cierta luz sobre cuántos allí son sospechosos de violar la ley federal de inmigración y qué cargos locales enfrentan: 6% de los más de 630 detenidos en octubre son sospechosos de violar la ley de inmigración y sus casos están pendientes en los tribunales federales. Los inmigrantes que no son ciudadanos estadounidenses representan menos del 13% de los residentes del condado de Yakima, según una estimación del censo estadounidense de 2008.

El informe del censo no distinguió entre inmigrantes sin documentos y quienes ya tienen residencia legal.

Tanto los ciudadanos legales como los detenidos bajo sospecha de violar las leyes de inmigración fueron acusados de delitos graves en porcentajes muy parecidos: de 28% y 26%, respectivamente. Más de 60% de los presos con sus casos pendientes por posible violación de las leyes de inmigración fueron encausados por infracciones de tránsito, como manejar sin licencia y conducir de forma negligente. Manejar en estado de ebriedad, un delito menor, fue el cargo principal instruido contra los residentes sin ciudadanía. Las comparaciones exactas son difíciles, pero las tasas locales de infracciones por parte de los inmigrantes son similares a las encontradas en por lo menos un estudio en otra parte del país.

Por ejemplo, un análisis en 2008 del Instituto de Políticas Públicas de California, un organismo independiente, mostró que aunque los inmigrantes constituyen aproximadamente 35% de la población de ese estado, representan el 17% de la población adulta en las prisiones. Los agentes federales han estado detectando a indocumentados en las cárceles locales desde hace años, algo que no está libre de controversia.

Ann Benson, directora de la organización Proyecto para la Inmigración de la Asociación de Defensores de Washington, sospecha que los programas federales que se enfocan en los presos de cárceles locales no distinguen entre los extranjeros que cometieron delitos graves y los que cometieron infracciones menores. Es un estudio indiscriminado que abarca a tantos inmigrantes como sea posible, aseguró.

Una mayoría aplastante de las personas en las que se enfocan son padres, hijos y hermanos que tienen familias que dependen de ellos y que ya son miembros de nuestras comunidades, afirmó. Otros sectores, sin embargo, insisten en que la policía local emprenda una defensa más agresiva de las leyes.

Confiar en la población

El alguacil del condado de Yakima, Ken Irwin, dice que se le pregunta regularmente por qué sus agentes no interrogan a los sospechosos sobre su estatus de inmigración cuando investigan un delito. Nos concentramos en los delincuentes que cometen delitos, no en las personas que violan la ley de inmigración, porque para hacer cumplir las leyes eficazmente, la comunidad tiene que confiar en la policía, afirmó.

Si nosotros tuviésemos un segmento grande de la comunidad que no confía en la policía, entonces la comunidad en conjunto estaría menos segura, porque la gente no reportaría los delitos, agregó. El inmigrante indocumentado es un blanco demasiado fácil para culparlo por los males que nos aquejan, opinó.

Algunos de los oponentes más activos del valle a la inmigración ilegal reconocen que los indocumentados no cometen una cantidad desproporcionada de delitos en la zona, pero afirman que sus hijos nacidos en EU sí los cometen, de acuerdo con Nick Hughes, un vendedor jubilado que acude regularmente a las reuniones del consejo de la ciudad de Yakima. La mayoría de los miembros de pandillas son hijos de inmigrantes indocumentados, dijo. Si no hubiéramos permitido que hubiera padres ilegales aquí, no tendríamos a sus hijos aquí causando problemas de pandillas.



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