¿Derechos humanos?

Diario de Noticias, por agustín unzurrunzaga, * SOS Racismo , 11-12-2009

Hoy, 61 años después de su proclamación, queda mucho camino por recorrer para que efectivamente se materialicen

hace más de 61 años que la Asamblea General de la Naciones Unidas proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Después del largo recorrido que han tenido sus treinta artículos, de que es probablemente el texto más invocado a lo largo y ancho del mundo por las asociaciones, movimientos y personas que por una u otra razón se sienten oprimidas, maltratadas, despreciadas, impedidas de desplazarse o discriminadas por los poderes públicos, hay quienes se suelen preguntar si su contenido es efectivamente universal o universalizable. Personalmente no me cabe la menor duda de que sus artículos son perfectamente universalizables, y de que el mundo sería un sitio mejor para vivir si efectivamente se universalizasen.

Ciertamente, como derechos universales están más cerca de los principios morales que se consideran deseables que de derechos directamente demandables en un juzgado, aunque nada impide que sean incorporados en las constituciones, en el entramado legal de un país. En cualquier caso, nos marcan un horizonte moral, con todo lo que ello implica, incluidos los límites, límites con los que nos topamos todos los días cuando invocamos tal o cual artículo, y vemos que el Estado al que le reclamamos mira para otro lado. Así ocurre con los Estados en los que se practica la pena de muerte, o la tortura y los malos tratos a los detenidos, o no se respeta el derecho de asilo, o donde se impide que sus habitantes salgan del país, o donde se impide que entren en el país, o donde las desigualdades de derechos entre las personas son flagrantes y tienen reconocimiento legal.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos goza de un gran prestigio en una gran parte del planeta, y muchos estados y gobiernos hacen constantes evocaciones a los mismos. El problema es que, en demasiadas ocasiones, esas evocaciones son extremadamente retóricas, pues entre lo que dicen y lo que hacen no acaba de haber correspondencia.

También hay estados y gobiernos que pretenden minusvalorar su carácter universal, que los tildan de demasiados occidentales, que hiperenfatizan las supuestas diferencias culturales y de valores. Ese diferencialismo no es sostenible. Evocando el caso de Asia, el economista y sociólogo indio Amartya Sen señala que: lo que puede llamarse derechos humanos básicos, ha sido expresado tan frecuentemente en Asia la India, China, el Japón y en diversos países del este y del sudeste, el sur y el oeste de ese continente como en Europa… La resistencia a la “occidentalización” tiene una fuerte presencia en el mundo actual. Puede manifestarse a través del rechazo de ideas que se perciben como “occidentales”, aun cuando esas ideas hayan nacido y florecido en muchas sociedades no occidentales, y formen parte del pasado común del mundo. Por ejemplo, no hay nada de exclusivamente “occidental” en valorar la libertad o en defender el razonamiento público

Como no hay nada de intrínsecamente occidental en las ideas de laicismo, de tolerancia, de autonomía de las personas, de finalidad humana de nuestros actos, de respeto a la pluralidad religiosa, o de universalidad. Son ideas que proceden de la Antigüedad clásica, de la Edad Media, del Renacimiento, y tienen muy variados orígenes. Se ven en la India y en China. Las expresan pensadores árabes de los siglos VIII al X. Y las vemos en el África subsahariana, en los movimientos de oposición a la esclavitud que allí se desarrollaron en el siglo XVII, en los que se reivindicaba con fuerza la igual dignidad de todas las personas.

Los gobernantes europeos suelen tener la mala manía de verse a sí mismos como si fuesen la encarnación político práctica de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y eso está lejos de ser verdad, aunque en los textos constitucionales se los evoque de forma expresa y en otras leyes se haga referencia a ellos como fuente de inspiración. Remitiéndome al ámbito de la inmigración y la extranjería, ¿se materializan los derechos humanos en los recortes que en todos los países europeos está sufriendo la política de asilo y refugio? ¿Qué tiene que ver con la defensa de los derechos humanos la Directiva de la Vergüenza aprobada el año pasado por el Parlamento Europeo? ¿Qué derecho humano se está defendiendo cuando se organizan vuelos entre varios estados europeos para expulsar a personas de nacionalidad afgana a Kabul? ¿En la defensa de qué derecho humano se sustenta la política de externalización de las fronteras que busca impedir o dificultar al máximo la salida de las personas africanas hacia Europa? ¿Qué derechos humanos se están defendiendo cuando en algunos países de Europa se ponen cupos para detener o se establecen objetivos cuantificados de expulsión de inmigrantes? ¿Qué derecho humano se está defendiendo cuando en la recién aprobada ley de extranjería española se recorta el derecho a la reagrupación familiar de los ascendientes? ¿Qué derecho humano se está defendiendo cuando las policías interpelan, cachean y detienen a personas en función de su fenotipo y sin que exista secuencia delictiva?

Hoy, 61 años después de su proclamación, queda mucho camino por recorrer para que efectivamente se materialicen, incluido en la Unión Europea.

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