LOS DÍAS VENCIDOS

Integradores o integristas

El Periodico, Joan BArril, 10-12-2009

OAN BARRIL

Lo que faltaba. Ahora resulta que los cooperantes catalanes han sido secuestrados por Al Qaeda. Nunca hemos creído del todo en eso de Al Qaeda como un ejército perfectamente jerarquizado. Al Qaeda es mucho peor que eso. Porque los ejércitos pueden contar con traidores entre sus filas.
Pero Al Qaeda es una idea, una marca, bajo la que se cobijan todas las acciones de cualquier grupo con ganas de ganarse el paraíso de las huríes. Y las ideas de bricolaje, esas que se van forjando en grupos que se sienten más seguros en la guerra santa que en la paz de la limosna occidental, no tienen lugar para la traición. Al Qaeda es una atmósfera armada con unos objetivos fáciles y bastante indiscriminados. Y entre estos objetivos está España.
Creíamos desde el 11 de septiembre del 2001 que el gran drama mundial era un ajuste de cuentas entre el conglomerado e Israel y Estados Unidos. Pero los aprendices de Al Qaeda no se andan con chiquitas ni son amantes de los matices. Creíamos que los españoles, por el hecho de haber protagonizado una de las manifestaciones mayores contra la invasión de Irak, ya estábamos a cubierto de la ira yihadista. Al fin y al cabo, ¿qué le importa al mundo un país pequeño y escasamente dotado para las simpatías proamericanas? En el contexto de las naciones, nuestra baja autoestima era al mismo tiempo la mejor defensa. Que no fuéramos visibles en la geoestrategia internacional nos provocaba una ilusa y cándida sensación de seguridad.
Hasta que llegaron las bombas de Atocha. Y resultó que esa España tan poco importante subía hasta las altas cimas de la barbarie pasiva. Desde entonces hasta hoy de nada ha servido que Zapatero sacara a las tropas de Irak. España tiene bajo su dominio un par de ciudades llamadas Ceuta y Melilla y, lo que es más importante, tiene Al Andalus, ese lugar de privilegio llorado por Boabdil el Chico y vertebrador del más glorioso imaginario del islam.
O sea: que el problema del odio antiespañol del yihadismo ya no se sustenta sobre la complicidad con el pérfido yanqui, sino con la toma de Granada por Isabel la Católica y con la expulsión de los moriscos. Con la historia hemos topado, señores. Y cuando la historia se convierte en religión, no hay quien la ponga en vereda.
Pero, al mismo tiempo, es bueno recordar que una cosa es el islam radical y otra muy distinta la capacidad de entendernos. La prensa y las televisiones insisten en el moro malo, mientras en nuestras ciudades y pueblos hay gente musulmana que son los auténticos héroes laborales de nuestra comunidad. Los blancos occidentales tampoco están libres de culpa, pero tenemos a los culpables perfectamente acotados. Los inventores de Auschwitz, los maltratadores de mujeres, los torturadores de la democracia también son étnicamente de los nuestros, pero no son como nosotros. Tomar la parte por el todo es un recurso fácil.
Haría bien el Gobierno en destinar tanto dinero en potenciar a los musulmanes integradores como se gasta en combatir policialmente a los musulmanes integristas. Me gustaría que, aunque solo fuera de vez en cuando, se intentara ofrecer la imagen del musulmán bueno contrapuesta al moro malo con el que pretenden hincharse de votos los xenófobos del río revuelto.
El futuro europeo tiene dos disyuntivas: o el enfrentamiento irracional entre moros y cristianos o la mezcla de lo que nunca debió ser alterado por papas o por reyes. Ahí es dónde se ha de apostar.

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