El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) volvió a demostrar ayer que el Derecho no puede estar reñido con la Justicia, al reconocer a María Luisa Muñoz Díaz la pensión de viudedad que reclamaba sin descanso tras el fallecimiento del hombre con el que se casó por el rito gitano en 1971. La pertenencia a la minoría de cultura romaní dificultaba sin duda que una joven de 15 años pudiera ser consciente de la alegalidad que entrañaba contraer matrimonio siguiendo su tradición étnica en la España de hace cuatro décadas. Pero la tenacidad mostrada por ‘la Nena’ para llegar, recurso tras recurso ante todas las instancias competentes en España, hasta el Tribunal de Estrasburgo constituye el argumento más elocuente de su sentido de lo legal. Claro que la sentencia del TEDH podría ir más allá del caso concreto sobre el que se ha pronunciado y constituir una indicación expresa para una generosa aplicación del artículo 14 del Convenio Europeo. Ello evitaría que se produjeran conculcaciones de derechos consagrados en él a causa, o como consecuencia, de la pertenencia o adscripción de un ciudadano europeo a un colectivo u opción determinada.