JAQUE A LA DIPLOMACIA ESPAÑOLA / La situación en El Aaiún

«Es la más fuerte»

El Mundo, OLGA R. SANMARTÍN. ENVIADA ESPECIAL, 09-12-2009

Otra activista saharaui, que hizo huelga de hambre en prisión, visita a Aminatu Lanzarote


Mamia Salek es una activista saharaui igual o más conocida que Aminatu Haidar. La segunda estuvo cuatro años en cárceles secretas marroquíes, pero la primera se pasó 16 años entre rejas, sometida a todo tipo de torturas. El domingo llegó al aeropuerto de Lanzarote para solidarizarse con su compañera de lucha y ayer contaba a este periódico que «Aminatu es la mujer más fuerte del mundo». Incluso más que ella.


Salek, que actualmente vive en La Laguna (Tenerife) con sus dos hijas, también participó en una huelga de hambre, en 1986, durante una de las muchas veces que estuvo presa. Lo hizo con otras 16 reclusas. Permaneció 21 días sin comer. «No bebimos agua ni, por supuesto, azúcar». Su reivindicación era poder ver al juez, al médico y a sus familias.


«Vinieron ministros del Gobierno marroquí para pedirnos que abandonáramos la huelga. Nos presionaron y presionaron, y al final dijeron que aceptaban nuestras condiciones», recuerda. «Pero luego nos engañaron. Sólo dejaron pasar al médico y se incautaron de los medicamentos que éste nos recetó. Nos dejaron sin nada».


Mamia Salek le dijo ayer a Aminatu que está «con ella», que tenga «mucho ánimo» y que no desfallezca. «Al final, la verdad saldrá adelante», confía esta mujer, que vio cómo maltrataban a su padre hasta la muerte. «Los soldados marroquíes rompían la columna vertebral a los torturados para cerciorarse de que estuvieran muertos», recuerda.


Su hermano es Mohamed Salem Salek, el ministro de Asuntos Exteriores del Frente Polisario.


En 1976, fue encarcelada con sus padres y con su hermana, y todos sus allegados pensaron durante muchos años que habían muerto. Dormía en una celda tan pequeña como la habitación en la que ahora vive Aminatu, pero con 20 mujeres más. «Hacinadas, unas encima de otras, casi sin ropa y a oscuras».


Su madre murió en prisión, como su padre.


Y a España llegó en una patera en 1999. Tras pagar el equivalente a 400 euros y 36 horas de travesía, fue rescatada en aguas de Fuerteventura. Le dieron asilo político y las ONG la reclutaron para que fuera por España contando su historia. Todavía afirma: «Cuando sales de la cárcel, te encuentras con celdas peores».

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