La policía de Sant Joan d'Alacant desnuda a una pareja en un bar

El País, EZEQUIEL MOLTÓ, 04-12-2009

La noche de copas con unos amigos en un discobar de Sant Joan d’Alacant acabó con “impotencia y frustración”. Javier Sellers y su compañera sentimental, una chica brasileña que prefiere mantenerse en el anonimato, estaban el pasado viernes 20 en el pub Tagore, ubicado en la calle Notario Salvador Montesinos de esta localidad del extrarradio de Alicante cuando se personaron agentes de la Guardia Civil y una patrulla de la Policía Local para realizar un control rutinario.

Los agentes pidieron la documentación a algunos de los clientes, y unos pocos fueron cacheados, según explican los denunciantes. Sin embargo, a la chica brasileña “fue señalada con el dedo para que una policía la introdujera en el lavabo y le ordenara despojarse de todas sus prendas, excepto la parte inferior”, según detalla el escrito de queja presentado ante la Subdelegación del Gobierno de Alicante. A Javier Sellers dos agentes de la Guardia Civil le hicieron lo propio, y lo condujeron hasta el baño de hombres. “Allí me pidieron la cartera y me exigieron que me bajara los pantalones y los calzoncillos”, según consta en otra denuncia que ha presentado el afectado ante el juzgado de Guardia de Alicante, a título individual, el pasado día 23 de noviembre. En el control no encontraron nada sospechoso, según aseguran.

La pareja no entiende los motivos por los que se cebaron con ellos, y considera “desmesurada y un ejemplo claro de abuso de autoridad” la intervención de los agentes. Javier Sellers admite en esta denuncia que se sintió “intimidado” y tilda de “totalmente desproporcionada la actuación” hacia su persona. “Me siento mancillado”, agrega.

El denunciante, que es maestro en una escuela de Petrer, recuerda que su compañera lleva diez años residiendo en España y que está pendiente de conseguir la doble nacionalidad. “No quiero pensar que se trate de racismo, pero sí que hubo un claro abuso de autoridad”, explica el afectado. “Yo no pido afecto por parte de los agentes de la Guardia Civil, sino respeto y diálogo”, agrega. Sellers también ha presentado una queja ante la Subdelegación del Gobierno en Alicante exponiendo los hechos. Los agentes de la Guardia Civil le pidieron que enseñara lo que llevaba en los bolsillos: un lápiz de ordenador, llaves, cartera y un tique del aparcamiento arrugado, con el que antes se había limpiado la nariz. Requisaron todo el material y le instaron a ir al baño con ellos, donde le obligaron a quitarse la ropa.

En la queja presentada ante la Subdelegación el afectado asegura que su estado anímico “se ha visto alterado” al igual que su “sensación de frustración e impotencia”. “Me sentí humillado y ultrajado, los agentes desplegaron un alarde desmesurado de autoridad, un auténtico abuso, improcedente, innecesario, ignorando por completo la presunción de inocencia y la falta de pruebas”, relata en la queja. El denunciante considera que los agentes actuaron de forma “impulsiva e irracional”.

Por su lado, el concejal de Seguridad Ciudadana de Sant Joan, Baltasar Ortiz explicó ayer que la patrulla de la Policía Local acudió “de apoyo” a los agentes de la Guardia Civil en un control rutinario de sustancias estupefacientes. El edil admite, no obstante, que ha pedido al jefe de la Policía Local que “abra una investigación interna” para determinar los hechos denunciados. Según los datos oficiales en este establecimiento se identificó a ocho personas y se requisaron pequeñas cantidades de sustancias estupefacientes y un arma blanca mediante unos cacheos. “No tengo confirmación del desnudo, sé que se registró a 3 o 4 personas, pero en la actuación policial no hubo racismo alguno, se actuó con todo el mundo por igual”, relató ayer el concejal que espera las conclusiones del informe policial.

Antonio Beltrán, periodista y amigo de los denunciantes, en una carta dirigida a este periódico asegura que a los agentes les faltó decir “tú eres sanjuanero de pura cepa, pero tu pareja es una hermosísima brasileña de raza negra. Para ti no es importante, para los policías sí. Por eso había una treintena larga de mujeres en el bar, y ella fue la única a la que se requirió para un registro exhaustivo”. El denunciante, en otra carta remitida a la prensa, considera que con esta actuación policial se han vulnerado sus “derechos más fundamentales consagrados en el artículo 18.1 de la Constitución Española: honor, intimidad personal e imagen”. En la misiva aclara: “No pretendo desmerecer en absoluto la labor de ambos colectivos policiales, cuya eficacia y profesionalidad son irrefutables, sino revelar el abuso desmedido de poder que, afortunadamente, sólo unos pocos aplican”, concluye.

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