En Bélgica, Holanda, Dinamarca e Italia, los partidos «ultras» se disponen a presentar mociones legislativas

La derecha radical europea propone seguir la vía suiza

La Razón, 01-12-2009

Mientras la Europa oficial se «horroriza», los ciudadanos no ocultan su temor a la asimilación islámica.

Bruselas – La decisión de los suizos de prohibir la construcción de nuevos minaretes en su territorio golpeó ayer a Europa. El país que «en 500 años de democracia y prosperidad sólo fue capaz de producir el reloj de cuco», como decía Orson Welles en «El Tercer Hombre», sorprendió a la clase política con un inesperado paso al frente.
Los primeros desconcertados fueron los miembros de su Gobierno, que tuvieron que justificar un voto que no respaldaron y que fue convocado por el xenófobo Partido Popular Suizo. La ministra de Justicia suiza, Evelyne Widmer – Schlumpf, explicó a sus homólogos de la UE que «no se trata de un voto contra la religión de los musulmanes, sino únicamente contra los minaretes».
A la entrada de la reunión en Bruselas con  los países que forman parte del espacio Schengen, la ministra subrayó a los periodistas que respetan la libertad de religión, aunque reconoció que «no ofrece una señal muy buena por parte de su país».
Petición de marcha atrás
El voto en el Estado alpino no formó parte del debate, y sólo Francia manifestó su descontento. Este país fue uno de los más críticos, y su ministro de Exteriores, Bernard Kouchner, se mostró «un poco escandalizado» tras el «espectáculo de intolerancia» que dieron los suizos. En declaraciones a la radio francesa RTL, expresó su esperanza en que «los suizos se retracten de esta decisión rápidamente».
«Estoy triste», dijo su compatriota, y ex presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors. En un encuentro con un grupo de reporteros en Bruselas, pidió respeto para las diferentes religiones y llamó a «tener en la memoria lo sucedido en el pasado» para alertar sobre las muestras de intolerancia. Aunque la Comisión Europea no se pronunció para «respetar la decisión soberana de un país», la mayoría de voces descartaron que este voto pudiera tener reflejo en la UE.
Incluso los partidos más nacionalistas, como el británico Independence Party, rechazaron tramitar una resolución en el Parlamento Europeo en los mismos términos por ser «inútil». No obstante, su líder y eurodiputado, Nigel Farage, comentó por e – mail que el resultado es «ampliamente interpretado como la expresión del disgusto entre los suizos por el volumen de la inmigración en su país» de la que responsabilizó «mayoritariamente a la legislación de la UE y su política de fronteras abiertas».
Un día antes de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, que dará fuerza legal a la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, incluida la libertad religiosa, el Gobierno español descartó una réplica dentro de las fronteras del viejo continente.
«La repercusión en otros países de la Unión no me preocupa», indicó a la Prensa el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, durante un Consejo de Ministros comunitario. «Otra cosa es que haya que reflexionar» sobre la iniciativa y su resultado, añadió.
El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, que ayer también viajó hasta Bruselas, descartó igualmente este extremo, y adelantó que durante la Presidencia española se va a potenciar el Pacto Europeo por la Inmigración y Asilo, que «aleja el debate en la dirección contraria».
«No creo que vaya a crear un rebrote antiislámico en Europa», opinó por su parte el líder del PP en el Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja. En conversación telefónica, negó que los grandes partidos «entren en este debate» en la Eurocámara.
«No creo que los musulmanes sean perseguidos en Europa», añadió, y aprovechó para pedir que los cristianos «dejen de ser perseguidos en países musulmanes por defender sus creencias».
Sin embargo, varias formaciones políticas, como el Partido Popular danés, han avisado de que buscarán convocar un voto similar en sus territorios. También cuenta con las simpatías del grupo «Pro koln» alemán,  la británica English Defense League, o la Liga Norte, en Italia.
En las últimas elecciones europeas, la extrema derecha fue una de las triunfadoras de la jornada, al conseguir un porcentaje importante de votos en Gran Bretaña, Hungría, Bélgica, Rumanía y Holanda, donde fue incluso la segunda fuerza.

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