ENTREVISTA | LOLY BOLAY |

Dolores Cruz Cousillas (58 años), más conocida como Loly Bolay, acaba de renovar su acta de diputada del Parlamento cantonal de Ginebra por cuarta legislatura consecutiva en las filas del Partido Socialista (fue la quinta más votada de los quince miembros de su grupo), del que fue presidenta hasta hace poco. Ayer se mostraba indignada y frustrada con el resultado del referendo. Bolay, nacida en Corme (A Coruña), emigrada cuando era adolescente, llegó a la política luchando por la igualdad de derechos.

- ¿Qué le ha parecido el resultado de la votaciones?

- No me ha gustado nada. Pero es necesario diferenciar entre cantones. En el mío, en Ginebra, ha habido casi un 60% de ciudadanos que están a favor de los minaretes, y como Ginebra otros tres más. Y resulta que estos cuatro son los que más musulmanes tienen de todo el país y son fronterizos. Hay muchas mezquitas en Suiza, pero solo cuatro de ellas tienen minaretes. Una de ellas está casi al lado de mi casa.

- ¿Mantiene alguna relación con sus vecinos?

- Muy buena, de amistad, también con el imán. El domingo estuve con ellos, hay una frustración enorme. Para hoy está prevista una manifestación, que empezará en la catedral y acabará en la mezquita.

- Habla de cuatro cantones favorables, pero sin embargo el apoyo a la prohibición ha sido muy amplio.

- Sobre todo, en la Suiza de habla alemana, donde la UDC [ultraderecha] es más fuerte. Este partido ha buscado problemas donde no los había, los musulmanes que viven en Suiza están perfectamente integrados. Puede que sí haya algún imán que viene aquí, que no tiene información, no conoce la cultura ni las leyes y haga algún discurso radical. Pero ante esto, las cosas se podrían haber hecho de otra manera. Ahora Suiza tiene un problema internacional difícil de solucionar. Creo que habrá represalias. Y está lo de Gadafi, que retiene desde año y medio en Libia a dos suizos.

- Si los incidentes vienen solo por algunos imanes, ¿cómo explica una victoria tan amplia de la ultraderecha?

- Creo que los partidos normales tenemos también algo de culpa. Pensamos que esto no iba a pasar, dábamos por hecho que la mayoría de los suizos votaría en contra de la prohibición de los minaretes, pero nos equivocamos. Estábamos tan confiados que casi no hicimos campaña, y ellos sí la hicieron, y muy fuerte. Ahora vemos lo que ha pasado. Suiza es un modelo de democracia, la directa, pero cuando se juega con ella al final ocurren este tipo de cosas. Es una pena.