El 'ladrillo', refugio de la mano de obra extranjera

La Verdad, ELISA GARCÍA, 30-11-2009

La crisis pasa factura a los trabajadores extranjeros más preparados. La proporción de inmigrantes en puestos de responsabilidad en empresas de todos los tamaños es tres veces menor que la de españoles, y aún resulta inferior el peso del colectivo foráneo entre los técnicos y profesionales de las ramas científicas. El desplome de la construcción no ha impedido que esta actividad siga siendo refugio para la mano de obra que llega de fuera. Cada vez son más numerosos los inmigrantes cualificados que se ven obligados a emplearse «en lo que salga».

Ya antes de la crisis, el ‘ladrillo’ era el área productiva que empleo proporcionaba a la inmigración. A continuación figuraban las tareas del hogar, la hostelería y las industrias manufactureras. En la actualidad, aunque la hostelería y el servicio doméstico se han aupado a los primeros puestos, la construcción mantiene un tercer lugar, por delante del comercio y de las manufacturas. En el tercer trimestre de este año, la edificación daba empleo a un 14% de los extranjeros y sólo al 7,8% de los nacionales.

Lograr un empleo cualificado es, para los inmigrantes, un reto cada vez más difícil de superar. Sólo el 7,7% de los directivos de empresas y el 4,5% de los técnicos y profesionales científicos existentes en España procede de otros países, mientras que en una y otra de estas dedicaciones se ocupan casi la cuarta parte de los trabajadores autóctonos. Con la crisis, las colocaciones sin necesidad de conocimientos especiales aumentan entre los extranjeros y se reducen entre los nativos.

Si en el primer trimestre de 2005 los trabajadores llegados de fuera acaparaban el 25% de ese tipo de actividades; cuatro años y medio más tarde, el porcentaje ha subido nueve puntos. A la precariedad laboral del inmigrante se suma el hecho de que alrededor de uno de cada dos tiene un contrato temporal. Así lo revelan los informes que sobre el mercado laboral elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La subdirectora del Organismo, Florentina Álvarez, recuerda que el ‘boom’ de la inmigración se inició en España en el año 2000. Aquel ejercicio acabó con una población activa (con edad y ganas de trabajar) extranjera por encima de las 900.000 personas. Tan solo dos trimestres más tarde superó el millón. El fenómeno alcanzó su punto álgido a mediados de 2008, con casi 4,8 millones.

Más paro foráneo

En el tercer trimestre de 2009 se produjo por primera vez disminución de la población extranjera, en relación con el segundo. Entre los pasados meses de abril y junio, el total cayó en 10.300 personas y se situó en 4.776.800. La comparación interanual daba todavía un crecimiento en 100.000 inmigrantes. Los foráneos se ven ahora sacudidos por la crisis. Su tasa de paro, del 27,5%, supera en más de 11 puntos a la de los españoles. Y es esa falta de perspectiva laboral la que ha frenado su llegada a España, a la vez que han cambiado sus formas de vivir. Aumenta, por ejemplo, el número de familias que comparten piso por la falta de recursos.

La tasa de actividad entre los extranjeros, del 76,60%, es muy elevada. Supera con creces la situación de los autóctonos, entre los que por cada cien ciudadanos únicamente 57 cuentan con más de 16 años y están interesados en permanecer o insertarse en el mercado laboral. La diferencia obedece a que la inmensa mayoría de los extranjeros que residen en España se encuentran en edad de trabajar. Allá en sus localidades de origen dejan a niños y ancianos.

En la actualidad prácticamente no existen los extranjeros pensionistas, dado que para percibir una prestación de la Seguridad Social se requiere un mínimo de 15 años de cotización, y en 1994 el fenómeno de la inmigración no se había expandido todavía por España. No obstante, descontados los 1.006.700 parados extranjeros, las estadísticas reflejan la existencia de 1.117.900 mayores de 16 años, calificados como inactivos, nacidos fuera de España.

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