Mª JOSÉ PÉREZ JARAUTA RESPONSABLE DE DE PROMOCIÓN DE LA SALUD DEL INSTITUTO DE SALUD PÚBLICA

"No es cierto que la población inmigrante sobreutilice el sistema sanitario"

La sanidad en Navarra es universal y gratuita pero el acceso de colectivos como el gitano o los inmigrantes no es el mismo que el de la población autóctona. Prueba de ello es que la esperanza de vida en el colectivo gitano es hasta 12 años menor - "La mayoría del colectivo de gitanos ha engrosado el grupo de gente en estado de relativa pobreza pero sin normalizarse"

Diario de Navarra, M.J.E. . PAMPLONA, 27-11-2009

Queda mucho trabajo por hacer. Esa es la principal conclusión que alcanzaron ayer los especialistas reunidos para debatir sobre las desigualdades en salud durante una jornada que organizó el Instituto de Salud Pública. La comunidad gitana y el colectivo de inmigrantes son dos focos de actuación en los que es preciso subsanar desigualdades, apuntó Mª José Pérez, responsable del programa de Promoción de la Salud de la Comunidad Gitana.

¿Hay desigualdades sanitarias en Navarra?

Sí. Desde 1986 trabajamos con la población gitana y se constata que la esperanza de vida es menor, hasta 12 años menos, y que enferman antes. También hay diferencias con la población inmigrante. El problema es que no hay estudios concretos. Un trabajo realizado en Glasgow (Reino Unido) concluyó que en un barrio pobre (Calton) la esperanza de vida de los varones era de 54 años y en un barrio rico, a pocos kilómetros (Lenzie) era de 82.

¿Su percepción es que puede suceder algo similar en Pamplona?

Sí, claramente.

Pero el acceso a la sanidad es gratuito y universal.

Al hablar de accesibilidad nos conformamos con que todos tengan tarjeta sanitaria (TIS). Eso hace que la gente tenga accesibilidad cuantitativa, tiene el servicio. Pero la accesibilidad cualitativa es distinta.

¿A qué se refiere?

Por ejemplo, en la mayoría de los centros de salud se ofertan grupos para dejar de fumar. La población gitana fuma casi el doble que la población paya y no hay nadie en estos grupos.

¿Por qué?

La accesibilidad cualitativa no es tan real. Habría que hacer actuaciones con otra mirada, ver qué pasa y actuar en la infancia, tanto en la comunidad gitana como en la población inmigrante.

¿Con qué medidas?

Por ejemplo, a los grupos de padres y madres no van porque se ofertan a horas que no pueden, culturalmente son inaccesibles, no se realizan acciones específicas para llamarles. Es como si no los viésemos. Y lo mismo ocurre con los servicios educativos. Hay cuatro personas de la comunidad gitana que han llegado a la universidad y el colectivo en Navarra ronda las 8.000 personas.

Hay un programa para atender a la comunidad gitana desde Salud Pública.

Sí. Se puso en marcha en 1986. De entrada se trabajó con mujer e infancia: control de niños y vacunaciones, control de embarazo, planificación familiar, etc. También se trabaja para que acudan a los programas de crónicos, por ejemplo quienes tienen diabetes, y que utilicen los servicios de Atención Primaria.

¿Y el siguiente paso?

Es trabajar en los estilos de vida. Hay que prevenir para que las sucesivas generaciones vivan más y mejor y para eso hay que entrar en la prevención: tabaco, obesidad, etc. Implica también actuar en la vivienda, educación, situación de género, etc.

¿El colectivo está discriminado?

Es complejo pero creo que sigue existiendo una cierta discriminación social e incluso cultural, con prejuicios y estereotipos. Se sigue asociando al gitano con delincuente y artista. Y la mayoría no lo son. Ahora ya no hay tantos excluidos pero han pasado a engrosar el grupo de la gente en estado de relativa pobreza, sin llegar a la normalización.

La inmigración ha supuesto un reto ¿Se han puesto en marcha programas específicos?

No hay un programa tan estructurado como el de la comunidad gitana. Se han hecho actuaciones, como la obtención de la TIS, y folletos sobre los servicios de salud en todos los idiomas para que los trabajadores sociales pudieran hacer entrevistas de acogida a los inmigrantes. Este año se está priorizando la infancia y se ha publicado el folleto de vuelta al cole con salud en varios idiomas. Queda mucho por hacer.

¿Qué problemas se están planteando?

Es un tema muy complejo. Primero hay que entrar con la legalidad; el tipo de trabajo, porque muchas veces no pueden acceder a los servicios por los horarios; la vivienda y el hacinamiento; los adolescentes y la integración escolar, que nos preocupa mucho, etc. Hay muchos retos no sólo para que se atienda mejor en los servicios de salud, donde está la barrera del idioma y de las distintas culturas, sino en educación, políticas sociales, etc.

¿Hay inmigrantes más integrados y otros que forman guetos?

No sabemos mucho de ese aspecto. Un estudio reciente indica que los inmigrantes van a los barrios donde la vivienda es más barata y da lugar a acumulación de inmigrantes en centros educativos. Puede dar lugar a colegios de ricos, de la población autóctona que se va, y colegios de pobres. Y ese es un gran problema. En Francia están intentando ir a la raíz: que no haya grandes concentraciones en educación, vivienda y empleo. Tenemos la oportunidad de actuar antes. Sería una pena que en Navarra no avanzásemos en este tema.

¿La atención sanitaria a los inmigrantes colapsa servicios como las urgencias o es un mito?

Es un mito. Se ha estudiado qué pasa con la hiperfrecuentación en los centros de salud donde hay más porcentaje de inmigrantes y resulta que consultan menos que la población autóctona de la misma edad. Es cierto que cuando llegan van una vez para ver cómo están de salud. Pero no es verdad que vayan más a urgencias. Tampoco la comunidad gitana. Lo que ocurre es que sus modelos culturales sobre la enfermedad hace que la vivan en familia. Tienen unos colchones de apoyo familiar buenísimos. Acuden varios a los servicios de salud y hay que intentar entenderlo.

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