Omer oke Director de la película "La causa de kripan"

"El cine puede ser un instrumento importante para sensibilizar a la sociedad en torno a la ablación"

Deia, 03-11-2009

bilbao. En La causa de Kripan no se ven imágenes explícitas de ablación. Aún así, un hombre se mareó en el estreno de la película en la Semana Internacional de Cine de Valladolid y tuvieron que parar la proyección. Todo el mundo pensaba que había sido un síncope, pero Omer Oke le conocía personalmente: “La imaginación pudo con él, y se estremeció con la historia”. Durante el rodaje de Querida Bamako conoció a un productor local que consiguió paralizar la intervención quirúrgica de su hija. “No podía quitarme la historia de la cabeza. Cada vez que veía a una joven, me preguntaba si le habrían practicado la ablación”, relata. Nada más terminar su primera película empezó a desarrollar un guión. “Me documenté y le envíe la primera versión. Se emocionó. Me dijo que lo que había escrito le recordaba su propia experiencia”, afirma Omer Oke.

Esta aventura cinematográfica se inicia con muy buenos augurios después de que este largometraje de ficción haya sido reconocido en Valladolid en la sección paralela Punto de Encuentro con la mención especial del jurado “por ser un solidario encuentro de culturas para erradicar costumbres ancestrales tan inhumanas como la ablación de las mujeres”. Pero el galardón que más emocionó a Omer Oke fue el premio del público: “Es lo más que nos podía pasar porque llegar al público es el objetivo de nuestra película, no gustar a los críticos”.

“La causa de Kripan” ha tenido la ayuda de las diputaciones de Bizkaia y Álava y del Departamento de Asuntos Sociales del Gobierno vasco. ¿Ha tenido alguna indicación de esas instituciones?

La historia es mía y nadie ha intervenido en ella. He tenido apoyos de algunas asociaciones como Mugarik gabe o la Asociación de Residentes Afroamericanos de Vitoria.

El protagonista quiere ir a Burkina Faso a salvar a su hija y recibe una respuesta casi inmediata. ¿No cree que la realidad es mucho más cruda y que muchos inmigrantes no pueden acceder a esas ayudas?

Las asociaciones tienen la mejor de las voluntades y conceden las ayudas en la medida de sus posibilidades y en función de la gravedad de los temas planteados. Es verdad que el día a día de un inmigrante es difícil. Las entidades que ayudan a los inmigrantes son las asociaciones y la ablación se enmarca dentro de una problemática muy sensible: la violencia de género.

¿Cómo llegó a contactar con el pueblo de Kripan (Araba) y convencerles de que debían participar en la película?

En un pueblo las relaciones son más humanas y cercanas y la sensación de comunidad es mayor. Eso hace que la solidaridad tenga más sentido. En una gran ciudad puedes vivir sin llegar a conocer a tu vecino. Los contextos son diferentes.

¿Conocía anteriormente el pueblo?

No, no sabía ni que existía. Cuando escribí el guión tuve en cuenta un espacio concreto. Me imaginé un pueblo vasco, rural, de agricultores. Quería que tuviera más de 300 habitantes y Araba era el lugar adecuado. Me metí en Google, y me salieron una serie de pueblos. Me gustó el nombre de Kripan. Sonaba atractivo y decidí ir a visitarlo. Hablé con la gente del pueblo y el alcalde, y le conté mi proyecto. Quería contar con la presencia del pueblo.

¿Qué es lo que determinó su apuesta por ese pueblo?

Había visualizado el bar, el frontón y el parque de los niños en el mismo espacio y en Kripan era viable. Además, según mi guión, el bar lo regentaba una pareja y la mujer era la prima del alcalde. Me dijeron que la chica que había tenido la última concesión era prima del alcalde. Lo había clavado (se ríe). Todo encajaba. Les gustó el guión, y todo el pueblo se implicó. En Bilbao no tendría todas esas ayudas.

El nombre de Kripan viajará por todo el mundo. ¿La película ya tiene asegurada su distribución?

No tengo distribuidora, pero la película se estrenará en Bilbao y en Vitoria el 13 de noviembre. También el festival de Derechos Humanos de Nueva York nos ha pedido una copia y la llevaremos a otros festivales.

Su primera película “Querida Bamako” hablaba del drama de la inmigración y se vio en las escuelas dentro de una campaña de sensibilización. ¿Ocurrirá lo mismo con “La causa de Kripan”?

A mí me gustaría que sirviera para reabrir el debate sobre la ablación. No es un debate sobre buenos y malos. Es una práctica que hay que erradicar. Habría que prohibirlo y controlarlo de una vez por todas. Por otro lado, hay que trabajar en el área de educación y sensibilizar a la gente. Para eso hay que poner medios. No es sólo una cuestión de africanos ya que hay que enmarcarlo dentro de la lucha global contra la violencia de género. Habría que exigir a las organizaciones que trabajan en esos países con proyectos de ayuda al desarrollo un compromiso real con la lucha contra la ablación.

La gente de Kripan se une a favor de la causa. ¿Cree que muchas poblaciones vascas están adormiladas frente a la inmigración?

No. Muchas veces no se cuenta con estos pueblos. En una ciudad hay quince mil acciones de ese tipo y los pueblos se quedan al margen. Es una cuestión de información. Cuando la gente de los pueblos se entera de este tipo de iniciativas su reacción suele ser positiva. Hay que implicar a estos pueblos y no dejarles en la periferia. El debate no se limita a las grandes ciudades.

Usted no viene de ninguna escuela de cine. Ha estado trabajando en el campo de los movimientos sociales. ¿Cómo afronta la realización de este tipo de proyectos?

Fue un reto para mí. Siempre me ha interesado el cine. En Querida Bamako compartí las labores de dirección con Txarli Llorente y estuve inmerso en todo el proceso creativo y técnico. Por mi trayectoria, estoy convencido de que el cine puede ser un instrumento importante para llamar la atención y sensibilizar a la sociedad en torno a la ablación. El cine es un lenguaje impactante que se hace básicamente para la televisión. Por tanto, creo que es necesario acercar estos temas al gran público.

Ha evitado imágenes contundentes. ¿Planteó otras alternativas?

No quiero transmitir desesperación en mis películas ni caer en las flagelaciones. Creo que es más efectivo hacer un lenguaje popular que pueda entender todo el mundo.

¿Se ha planteado proyectar esta película en Burkina Faso?

Me gustaría que se viera en las aldeas de Mali, Burkina Faso… Creo que podría ser factible porque mi intención es recorrer esas zonas dentro de una proyección itinerante. Espero hacerlo a partir del próximo año. Ya me he puesto en contacto con algunas asociaciones.

En la película, una mujer africana se rebela ante el padre de su marido. ¿Cree que esas muestras de valentía son cada vez más habituales?

Lo que hace esa mujer en la película es algo revolucionario y poco habitual. Tenía miedo de que el público no entendiera mi posicionamiento. No se trata de criminalizar a toda una cultura sino de acabar con unas prácticas sin que la identidad de sus integrantes se vea mermada.

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