4.500 familias viven de la renta básica, el doble que antes de la crisis

El Correo, LUIS LÓPEZ, 30-10-2009

Es difícil llevar la cuenta de todos los indicadores estadísticos que, casi a diario, miden el impacto de la crisis en la economía real. Sin embargo, hay uno que refleja de manera especial la crudeza con la que la recesión entra en las casas: desde que se disipó esa ilusión de abundancia con la que convivimos durante una década casi se ha doblado el número de familias vitorianas que necesitan de la renta básica para sobrevivir. En concreto, son 4.494 hogares los que perciben esta ayuda que tramita el Ayuntamiento, se carga a los presupuestos del Gobierno vasco y paga la Diputación. El dato es del mes de junio y contrasta con el mismo momento de 2007, justo antes de la debacle financiera, cuando la cifra era de 2.478.

La renta básica (ahora llamada Renta de Garantía de Ingresos) es una prestación periódica dirigida a personas integradas en una unidad de convivencia que no disponen de ingresos para cubrir sus necesidades básicas. Un estudio municipal desmenuza los datos arrojados durante el primer semestre de este año y procura una radiografía bastante reveladora: más de la mitad de los hogares que perciben esta ayuda están habitados por una sola persona y las mujeres se llevan la peor parte, ya que el 60,5% de los beneficiarios son de sexo femenino.

En cuanto a la nacionalidad de quienes sufren estas penurias, el 56,4% del total son españoles. De entre los extranjeros, quienes perciben más prestaciones son los ciudadanos magrebíes, que representan el 37% de los beneficiarios foráneos. Los sudamericanos suponen el 34% y a mucha distancia están los procedentes de otros países africanos (8,7%) y de estados asiáticos (5,8%). El resto se reparte entre europeos y centroamericanos.

La mitad, sin estudios

Buena parte de los perceptores son veteranos con serias dificultades para acceder a un empleo, ya que la media de edad es de 48,8 años. Aunque también es cierto que el 24% de ellos tienen más de 65 años. Es en este grupo en el que la pobreza muestra su cara más femenina: de los 1.155 pensionistas que reciben la ayuda, 893 son mujeres, y es ésta la franja de edad en la que la brecha entre sexos se ensancha con mayor crudeza.

Si el foco se pone en el nivel de estudios, más de la mitad de los beneficiarios (el 56,4%) carecen de ellos, e incluso el 3% es analfabeto. En el extremo opuesto están quienes tienen estudios superiores: 263 titulados universitarios (el 5,4%) perciben la renta básica.

Como era de suponer, el aumento de personas necesitadas ha supuesto un notable incremento del gasto: si en el primer semestre de 2007 se dedicaron 6,6 millones de euros a estas ayudas, en el mismo periodo de este año la cantidad se disparó a los 11,1.

Mención aparte merecen las Ayudas de Emergencia Social (AES), que en junio percibieron 4.609 familias vitorianas. No sólo porque su objetivo sea diferente – se trata de subvenciones puntuales, no periódicas, destinadas a hacer frente al alquiler de la vivienda, a su mantenimiento o al pago de la hipoteca – sino por el perfil de los perceptores. La cifra de beneficiarios es parecida a los que perciben la renta básica – también es cierto que ambas prestaciones no son incompatibles y pueden ser disfrutadas simultáneamente por una misma familia – , pero en este caso los ciudadanos extranjeros son mayoría, aunque por los pelos: representan el 54% del total de quienes se ven obligados a recurrir a las AES.

Hay más aspectos que diferencias a ambas prestaciones. Mientras que la renta básica es recibida por personas de edad más avanzada (48,8 años), la media en las AES baja hasta los 43,7. No sólo eso: la mitad de quienes reciben ayuda para hacer frente al pago del piso tienen menos de cuarenta años.

La mayoría de ellos (el 62,6%) acude a esta vía para hacer frente al alquiler de su vivienda, mientras que menos de una tercera parte (el 28,2%) necesita el dinero para llevar a cabo actuaciones de mantenimiento en el inmueble donde viven. Los que menos (el 9,2%) recurren a las AES para hacer frente, de manera puntual, al pago de la hipoteca.

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