El ejecutor de Leónidas ya está entre rejas

ABC, CARLOS HIDALGO | MADRID, 29-10-2009

Once de la mañana del domingo, día 25. Johnatan Andrés Ortiz, colombiano de 24 años, se dispone a pasar el control de pasaportes de la Terminal 4 de Barajas. Acaba de aterrizar en Madrid, tras horas de viaje, procedente de Cali. Presenta su pasaporte en regla y su NIE.

Los agentes que le toman la documentación se percatan de que es uno de los hombres más buscados no sólo de Madrid, sino en su país natal: es el presunto sicario que asesinó el 8 de enero pasado en el Hospital Doce de Octubre al «capo» de la droga colombiano Leónidas Vargas, conocido como «El Viejo» y autodenominado jefe del poderoso cártel de Caquetá.

Se cierra así una de las investigaciones por asesinato más laboriosas de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid, con un resultado total de siete arrestos. Ortiz, natural de Medellín, residía en Torrejón de Ardoz – al menos, le constan dos domicilios en esa ciudad del Corredor del Henares – y pertenecía a una organización dedicada no sólo al tráfico de drogas, sino a la extorsión y a los ajustes de cuentas. La banda que ordenó la ejecución del «Viejo», su hermano y la compañera de éste, una ex miss, modelo y estrella de la televisión colombiana – la pareja, asesinada pocos días después en su finca al noroeste de Colombia – , veía a Leónidas como «el puente para establecerse en Europa».

El «Viejo» estaba a la espera de juicio para explicar su implicación en un alijo de 500 kilos de cocaína. Sólo tenía antecedentes en España por falsificación y databan de 2006, aunque finalmente se le acusó de narcotráfico. Llevaba ingresado desde el día 2 de enero y no se temía su fuga, precisamente, por su pésimo estado de salud. Pese a ello, se dieron prisa en darle muerte: no querían que llegara vivo al día del juicio y declarara todo lo que sabía. O era un toque de atención a su red. Ambas son las hipótesis que se manejan.

Leónidas Vargas Vargas o José Antonio Cortés Vaquero o José Antonio Ortiz Mora – éste último es su verdadero nombre – se encontraba ingresado al borde de la muerte en la habitación 543 del servicio de Cardiología del Doce de Octubre cuando, presuntamente, Johnatan Andrés Ortiz entró con una pistola del calibre 9 milímetros. El sicario no conocía físicamente al «Viejo», por lo que se dirigió a su compañero de habitación: «¿Es usted Leónidas Vargas?». Ante la negativa del otro enfermo, el presunto asesino se volvió a la otra cama, donde descansaba el «capo», y le descerrajó cuatro tiros en órganos vitales. Actuó como un profesional.

«Ya está hecho»

Y tanto. Apenas se oyó nada. El arma llevaba silenciador y el sicario, al que le escoltaba un compinche a pocos metros, advirtió al otro enfermo: «No te muevas. No digas nada. Esto no va contigo». Acto seguido, cubierto con un gorro y una bufanda, abandonó el centro hospitalario. Poco después, realizó una llamada por móvil a quienes le contrataron: «Ya está hecho». Efectivamente, Leónidas acabó así su nada ejemplar vida a los 59 años a balazos y en la cama de un hospital.

Cinco días después, el Grupo X de Homicidios detenía en Móstoles y en la capital a los cinco primeros sospechosos: cuatro colombianos y un rumano. Luego, caía el sexto: el compinche que sirvió de avanzadilla dentro del Doce de Octubre y dio cobertura a Johnatan. Querían huir de España, aunque residían en nuestro país. Nadie vino ex profeso para el crimen.

Pero faltaba la pieza fundamental del puzle: el autor material de los hechos. La Policía española y la colombiana han estado todos estos meses trabajando codo con codo para dar por cerrado el caso.

Tomaron declaración a testigos, personal del hospital y, cómo no, a los detenidos. Los datos aportados en estas pesquisas más aquellos con los que contaba la Policía de Colombia permitió identificar al sospechoso. El 29 de junio, la Policía remitió al juzgado de Instrucción número 17 de Madrid la identidad de Ortiz. Fue entonces cuando se supo que este sujeto había sido detenido a finales de mayo, apenas un mes antes, en Benidorm (Alicante), acusado de tenencia de armas, municiones o explosivos. Había quedado en libertad a la espera de juicio. De nuevo, el escurridizo sicario estaba en paradero desconocido.

El 15 de julio, se emitió una orden europea de detención internacional contra él. Hasta que el domingo se le terminaron los días de libertad. No se sabe aún qué hizo en Cali ni por qué regresó a España.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)