«Dame 16.000 euros y me caso contigo»

La Razón, 28-10-2009

K. es de Senegal, está en España de manera absolutamente ilegal. Ha pasado un par de veces por centros de retención de inmigrantes y ahora sobrevive como muchos otros africanos, vendiendo a destajo CD piratas, esa ocupación supuestamente ilegal que se lleva a cabo a la luz del día en las plazas más céntricas de Madrid. El otro día, en el barrio de Carabanchel, donde «trabaja», alguien le ofreció la oportunidad de regularizar su situación y dejar de temer a la policía a cada paso.
«Una mujer gitana se me acercó y me dijo que su familia tenía problemas de dinero y que si les pagaba 16.000 euros, se casaba conmigo y yo podría ser legal», cuenta. Una pena que 16.000 euros sea una cifra que para K., en la semiesclavitud que trae la miseria, suena a cuento de «Las mil y una noches». El caso es ejemplo de las dos caras de una misma moneda, la de la crisis económica. Y sintomática de lo desesperado de los intentos de superarla. Los inmigrantes sin trabajo y los nacionales sin dinero intentando llegar a un acuerdo inviable a través de un negocio fraudulento.
No es el único caso similar. Una camarera bielorrusa de unos 30 años que quiere adquirir la nacionalidad relata cómo un hombre bastante mayor que ella le ofreció matrimonio. Para respaldar su oferta añadía 12.000 euros. Desde luego, una proposición más atractiva que la de K. Era solucionar su situación y recibir dinero, en lugar de perderlo. Pero dijo que no. En su cabeza no entraba la posibilidad de casarse con alguien que no le interesa a cambio de algo que considera que puede conseguirse por otros medios.
Claro que también hay casos altruistas. Fernando, un madrileño entrado en la cincuentena, se ha casado tres veces con amigas inmigrantes –sin cobrar un duro, claro, ni pagarlo– para ayudar a que se quedasen aquí de manera «oficial» y sin problemas. Luego se divorció, pero sólo de las primeras dos. La tercera sigue siendo su mujer. Lo hizo por pura amistad, pero acabó en amor. Nada es perfecto.
 

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