italia

Berlusconi ya tiene sus patrullas

La Voz de Galicia, Mathieu Gorse, 20-10-2009

Las rondas de voluntarios, creadas por el Gobierno italiano en agosto, comienzan a dejarse ver en ciudades como Verona con el pretexto de luchar contra la violencia

Las rondas de voluntarios, creadas por el Gobierno italiano en agosto, comienzan a dejarse ver en ciudades como Verona con el pretexto de luchar contra la violencia

Ataviados con camisetas amarillas y provistos de radioteléfonos para llamar a la policía, los voluntarios ya patrullan en Verona después de que el Gobierno de Berlusconi haya legalizado estas controvertidas rondas que la izquierda no duda en comparar con las que fueron creadas durante el fascismo.

Giuliano, Paolo y Samuele recorren tan pronto cae la noche el barrio que rodea la basílica de San Zeno Mayor. Todos son miembros de la asociación de pescadores de Verona, ciudad del nordeste, y ahora son también asistentes cívicos desde que la alcaldía, liderada por la Liga Norte, lanzó hace un año la idea de crear rondas ciudadanas. «Somos como telecámaras con piernas», explica Gilberto Domenechini, presidente de la asociación, que acaba de llamar a la policía para advertir de que el candado de la puerta de un edificio ocupado fue violado.

En total, un centenar de voluntarios patrullan las calles de la ciudad de Romeo y Julieta.

Las rondas espontáneas de ciudadanos surgieron en el opulento norte de Italia hace unos diez años, patrocinadas casi siempre por militantes de la Liga Norte, el movimiento inicialmente separatista que ahora acusa a los inmigrantes del aumento de la inseguridad y de la criminalidad. Pero el Ejecutivo de Berlusconi, que ganó las elecciones prometiendo mayor seguridad, decidió legalizarlas a través de un decreto que entró en vigor en agosto.

Los voluntarios, en general policías jubilados, deben patrullar a pie en grupos de tres personas como máximo. No deben estar armados ni ser militantes de un movimiento político. La ley fija una serie de principios, pero corresponde a las alcaldías coordinar las patrullas, lo que no convence a los administradores de grandes ciudades como Nápoles y Venecia, que se niegan a organizar las rondas. En Verona, en cambio, se convirtieron en uno de los pilares de la política del nordeste.

«Los asistentes cívicos patrullan las zonas peligrosas para que los ciudadanos que tenían miedo de ir allá puedan volver. Las fuerzas del orden se pueden encargar de otros asuntos», sostiene el alcalde Flavio Tosi, que afirma que se ha descendido el número de delitos. «Hace dos años y medio esta ciudad estaba llena de vendedores ambulantes, de lavadores de ventanillas en cada semáforo y barrios degradados por la presencia de gitanos. Todo eso ya no existe», aseguró satisfecho.

«Nos sentimos más seguros. Con todos esos inmigrantes no estábamos tranquilos», clama Paola Fontani, una ama de casa de 66 años. «Esta es una ciudad apacible, nada ha cambiado», explica Matteo Mischi, farmacólogo de 38 años, contrario a las diatribas contra la inmigración.

El Vaticano condenó la creación de las rondas debido a que representan «la abdicación del Estado de derecho». Para la oposición de izquierda se trata de un fenómeno peligroso que trae a la memoria los escuadrones fascistas fomentados por el dictador Benito Mussolini.

«No hay peligro de una deriva ideológica», afirma el regidor Flavio Tosi. Pero menos seguros de ello se muestran distintos dirigentes de la izquierda italiana. «En toda democracia la seguridad está a cargo del Estado y no se deja a organizaciones con connotaciones políticas. Las milicias populares han sido siempre un instrumento de los regímenes totalitarios, como ocurrió durante el régimen fascista en Italia», ha manifestado Marco Minniti, del Partido Democrático.

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