Hola y adiós

Diario Sur, MANUEL ALCÁNTARA, 19-10-2009

LOS inmigrantes vinieron con los brazos dispuestos y nosotros les recibimos con los brazos extendidos. Al fin y al cabo venían a desempeñar los oficios que ya menospreciábamos los nativos, cuando creíamos que éramos todos ricos. En muy poco tiempo cambiaron los tiempos. Nuestro terrible refranero dice que los huéspedes y la pesca a los tres días apestan. Las centinelas de los fogones y las que cuidan ancianos, una vez cumplidas sus tareas empiezan a estorbar. Eran una solución y ahora se han vuelto un problema. También algunos turistas, que no vinieron a trabajar, sino a retratar rincones típicos, se han convertido en un engorro. La Consejería de Salud de Andalucía ha registrado, en siete meses, más de 39.000 asistencias médicas realizadas a extranjeros. A los que vinieron a comer se han unido los que llegaron para curarse en salud.

No es que haya disminuido nuestro sentido de la hospitalidad, sino que han aumentado las dolencias de nuestros visitantes. Ya se sabe que para viajar hay que estar fuertes, aparte de tener buen humor. Como en la Casa de Salud de nuestro barrio en ninguna parte. Antes de la maldita crisis no hacíamos cuentas, pero ahora el Fondo de Cohesión Sanitaria empieza a mirar las facturas con lupa. Los que tienen la delicadeza de visitarnos parece que están casi todos muy delicados de salud. La Tarjeta Sanitaria Europea, TSE para los íntimos, empieza a suponer una amenaza para la Seguridad Social, que es de las pocas cosas que de verdad funcionan.

España ha venido siendo un paraíso para convalecientes, pero una de las consecuencias de los malos tiempos es que nos hacen peores personas. Los inmigrantes tienen que restringir la comida y los turistas las medicinas. En botica hay de todo, pero no tanto.

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