«Hay días que no sacamos ni 60 euros de caja»

El Correo, AINHOA DE LAS HERAS, 18-10-2009

¿Qué negocio pueden hacer los responsables de un bar de barrio de Bilbao que un sábado que el Athletic juega a las nueve de la noche, tenga que cerrar antes de las once? «Hay partidos que ni compramos porque para ver sólo el primer tiempo…». Blanca Moreno Narváez y su marido, ambos colombianos, regentan el ‘Bar Txolo’ de la calle Monte Eretxa de San Adrián desde hace tres años; el establecimiento fue propiedad de un vecino durante muchos años, hasta que se jubiló y lo traspasó.

Blanca recuerda que, antes de las quejas por ruido de una vecina, cerraban entre semana a las doce y media de la noche, y los fines de semana a la una y media o a las dos de la madrugada. Sin embargo, el pasado mes de junio, la vecina del piso inmediatamente superior al suyo les denunció por exceso de ruido. A partir de entonces, entraron en una espiral que les ha puesto al borde de la ruina.

«Estamos agobiados, estresados, tenemos que buscar el pan para nuestras tres hijas y hay días que no sacamos ni 60 euros de caja», lamenta la mujer, que también se dedica a labores de limpieza en una iglesia para ganar más dinero y sostener a su familia.

40 decibelios por el día

Un técnico del área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Bilbao les propuso «bajar el techo y poner un tope a la televisión, he cumplido con todo lo que me han pedido, hasta llevé la tele a la casa Samsung en Leioa para que bajaran el volumen, pero no ha servido». A partir de 1990, la normativa exige a los locales de hostelería un aislamiento acústico, pero la mayoría de los que son más antiguos no pueden insonorizarse, ya sea por cuestiones técnicas o porque a los dueños no les compensa gastar tanto dinero en la obra.

La solución que ha encontrado el Ayuntamiento de Bilbao para no tener que cerrar todos estos bares de barrio pasa por restringirles el horario, «siempre que exista una denuncia vecinal». El bar ‘Txolo’, por ejemplo, debe bajar la persiana de domingo a jueves a las diez de la noche, y los viernes y sábados, a las once. Blanca se queja de que es justo a esa hora cuando empieza a haber «un poco de ambiente» y pide que, al menos, les prolonguen algo el cierre. «Con una hora sería suficiente».

Las sonometrías que los técnicos municipales han realizado después de que se bajara el techo del bar y se limitara el sonido de la televisión, han superado los decibelios permitidos (40 por el día y 30 por la noche), así que el recorte horario se mantiene.

La inmigrante recuerda que incluso la pasada Nochevieja, la vecina llamó a la Policía Municipal a las doce y media de la noche porque estaban haciendo ruido, y poco después les obligaron a cerrar el negocio. «Me han robado cuatro veces y se han llevado un televisor de 42 pulgadas, ¡con lo que pesa! Sin embargo, entonces no se enteró del follón que debieron de montar los ladrones», protesta. Blanca se pregunta por qué antes, cuando el anterior propietario regentaba el bar, la mujer del piso superior no protestaba nunca. De momento, «nos tenemos que quedar aquí hasta que encontremos otra cosa. Si tuviéramos los medios, ya nos habríamos marchado», advierte.


a.delasheras@diario – elcorreo.com

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