«Cada día estoy más contenta de ser mujer»

El Correo, IÑAKI ESTEBAN, 17-10-2009

Ángeles Caso (Gijón, 1959) está comprometida con dos causas, la de la literatura y la de las mujeres «invisibles y silenciosas», a menudo maltratadas, las inmigrantes que «con su trabajo nos permiten a las occidentales ser trabajadoras, madres, amantes e hijas». Los dos compromisos confluyen en la novela con la que ha ganado el Premio Planeta, ‘Contra el viento’, protagonizada por una mujer de Cabo Verde, Sao, que durante años trabajó en casa de la autora, cuidó a su hija y le ofreció la historia de su propia vida para que ella la contara.

- Abandonada por su familia, maltratada por su marido, inmigrante en Europa. ¿Cómo se toma Sao su propio sufrimiento?

- Con una enorme sabiduría. Sao, como esas otras mujeres de Cabo Verde que yo conozco, tienen una fuerza y una energía vital realmente asombrosa. Y luego, una cosa que les ayuda a salir adelante es el enorme amor que sienten hacia sus hijos. Son madres de una forma animal, bellamente animal. Esas mujeres consideran que la desgracia es una parte de su destino, pero no agachan la cabeza y se resignan al dolor. No se achantan. Le hacen frente y tratan de reconducir su situación.

- Si cuando salga la novela la etiquetan como literatura femenina, ¿cómo reaccionará?

- Parece que las propias autoras estamos tratando de huir de esa etiqueta porque tememos que nos rebaje, que se asocie a lo cursi, lo ñoño y lo sentimentaloide. Pero ¿por qué tenemos que negar que existe una mirada propia? Si yo leo a los hombres con toda la naturalidad del mundo, ¿por qué ellos no pueden hacer lo mismo? Cada día que pasa estoy más contenta de ser mujer.

- En esta obra se pone de relieve la solidaridad femenina.

- Es algo real y el caso de Sao lo ejemplifica muy bien. Aunque su madre la abandonó, enseguida encontró el apoyo de una mujer que la crió. Su maestra quiso sacar lo mejor de ella, lo mismo que una de sus jefas, que además le proporcionó el dinero para emigrar a Portugal. Cuando llegan aquí, les prestan lo suficiente para empezar a vivir, un sofá, una cama, los cuatro utensilios básicos.

- ¿Cómo conoció a esta mujer que ahora ha convertido en personaje?

- Vino a trabajar a mi casa porque a una amiga suya, que es la que estaba trabajando entonces, le salió un empleo mejor. Sao llegó a Madrid huyendo de su marido maltratador.

- ¿Confió desde el primer momento en ella?

- Claro. Soy una persona bastante confiada, y además esa gente que ha podido llegar aquí y que ha superado tantas dificultades son los mejores entre los suyos. Hay un punto muy ridículo en ver a los inmigrantes como a unas personas que vienen a robar las becas para el comedor escolar y otras ayudas sociales. La mayoría no ganan ni el salario mínimo, no se les da de alta en la Seguridad Social y cuidan de nuestros hijos y de nuestros padres, cuando ellas han dejado a sus propias familias en sus países.

- ¿Ha superado Sao su pasado?

- Ella está muy afectada por lo que vivió, que no lo puedo contar porque destriparía la novela. Pero a la vez es consciente de que ha sabido dominar esa situación y se siente afortunada por ello.

- Entre las mujeres inmigrantes se repite el modelo de haber sufrido los abusos de los hombres.

- En la cultura africana el hombre tiene un poder absoluto sobre la mujer. Entonces, o tienes suerte y te toca con un hombre estupendo, o no la tienes y te toca uno de estos elementos que te puede amargar la vida, que te puede destruir. A medida de estas mujeres van cumpliendo años en Europa, se dan cuenta de que lo que han vivido no es lo normal, empiezan a denunciar a los maltratadores y, en nuestro caso, muchas de ellas ya se están emparejando con españoles.

- La pregunta clásica: ¿Qué va a hacer con los 601.000 euros del premio?

- El 43% se lo lleva Hacienda, lo que no me importaría si los futbolistas extranjeros cotizaran por lo menos lo mismo, y si con ese dinero se hicieran escuelas y hospitales y no se compraran armas. Una parte del resto que queda se la daré a Sao, y no quiero que esto se vea como algo extraordinario, generoso, etc. Esa parte es suya, porque ella me regaló su historia. ¿Lo que queda? Pues, como todos, la hipoteca y cosas parecidas.

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