Todo un planeta en el plato

El Correo, JULIÁN MÉNDEZ, 10-10-2009

Para picar, brevas en almíbar, platanitos salados, pepinillos rumanos, nachos con salsa guacamole y aspik de ave con pimiento, un embutido alemán.

De primero, fideos chinos con curry de langostinos en salsa de coco.

Como plato principal, churrasco asado con guarnición de plátano macho frito, puré de yuca y frijoles antioqueños.

Acompañaremos todo con un tinto Merlot Murfatlar rumano. El que quiera, puede tomar cola colombiana Postobón o cerveza Cuzqueña.

De postre, Bon Bon Bum (bocadillo de dulce), dátiles y galleticas ducales con mermelada de frutimora y guayaba. Para quien prefiera fruta, hay mango y papaya en sazón, physallis, carambolas y piña baby.

En la sobremesa, té verde, yerba mate, café y brandy Alexandrion.

Este menú, de apariencia exótica, está elaborado, sin embargo, a partir de los ingredientes que usted puede encontrar sin mayor problema en los lineales de cualquier hipermercado.

Están aquí. Se apilan en baldas normales y corrientes, en las secciones de frutería, charcutería y carnicería o emboscados entre las salsas más comunes o agrupados bajo carteles (‘Sabores del Mundo’, ‘Gama Étnic’a, ‘Comidas del Mundo’). En cadenas como Carrefour, se distinguen hasta con banderitas de los países de origen de las mercancías.

Basta algo de curiosidad y unas pequeñas dosis de iniciativa para poner todo el planeta en un plato.

Es miércoles y Claudia Obando empuja su carro en el Carrefour de Sestao. Es morena, pechugona y colombiana. A su derecha se alinean las latas de sardinas Real, las galletas Saltin Noel de queso y mantequilla, y los guisos enlatados de mazamorra. «Entre estas cajas me siento como en casa», confía Claudia. «Hay tantas cosas que extrañamos aquí…: las salchichas en tarrito o un poquito de quesito colombiano», suspira.

La mujer carga algunas golosinas en el carro. Para los niños. ¿No prefiere las tiendas que han montado sus paisanos?

- «Son carísimas. Esto sale mejor que en los locutorios», se defiende. De todos modos, Claudia hace sus cuentas. Una simple libra de panela (una melaza hecha con jugo de caña de azúcar) que allá cuesta mil pesos, le sale aquí seis veces más cara. «Así que cada vez que voy a Colombia empaco todo lo que puedo para el avión…».

A esta misma hora, Amaya, una vecina de Getxo, picotea en este espacio multicultural. Se anima y coge unas patatas tailandesas; «es que estas cosas le van mucho a mi marido», se justifica como si la hubiéramos pillado en un renuncio.

Sin embargo, cada vez hay menos escrúpulos, gente más viajada o más curiosa que se atreve, poco a poco, con nuevos sabores, que quiere preparar por su cuenta un cuscús como el que probó en una jaima de Marrakesh o ese sushi que tomó en un restaurante japonés muy puesto de Madrid.

¿Nuevos? No tanto

¿Nuevos alimentos? No tanto. La comida china es ya una constante en nuestras vidas y de la mexicana se puede decir otro tanto. Así que de ahí a prepararse un arroz Kung Fu, un wook con nuddles (pasta), unos nachos o un arroz basmati con alguna pijadilla para acompañar, hay un paso. La cocina, dicen, es una metáfora de la cultura. Así sea.

«La creciente población extranjera instalada en España demanda nuevos sabores. Hoy – aseguran desde Carrefour – comercializamos más de 1.500 productos. Hay un surtido europeo (con alimentos británicos, alemanes, franceses, holandeses, escandinavos, rumanos y búlgaros), otro latinoamericano (colombiano, ecuatoriano, argentino y peruano) y marroquí. La mayoría son productos básicos y de las principales marcas de cada país. La incorporación de estos alimentos se produjo en mayo de 2004», subrayan. La cadena francesa resalta también que fue la primera en diseñar, en 2006, una campaña especial para inmigrantes: 3X2 en productos étnicos.

Así que no hace falta internarse en ninguno de esos zocos abiertos en los cascos medievales de nuestras capitales ni sortear montoneras de sacos de harina de maíz y latas de coco para hacerse con productos exóticos. Hombre, también están los tabancos de los chinos con sus baldas semiocultas al fondo y sus latas de salsa de ostras y brotes de bambú y los atildados locales regentados por sudamericanas donde lo mismo te compras unos aguacates que unas tortillas de maíz o una botellita de tequila con gusano rojo.

Hasta carne ‘halal’

Pero las grandes superficies han dado el paso adelante tras haber visto el potencial adquisitivo de la población emigrante: En Eroski ofertan una Gama Internacional, bautizada ‘Comidas del Mundo’, una Gama Turística (para los extranjeros que veranean o residen en España) y la llamada Gama Étnica, pensada, en principio, para los emigrantes. Los marroquíes forman el colectivo de extranjeros más numerosos en España, seguidos de rumanos, ecuatorianos, colombianos y peruanos. Desde esta cadena destacan que en sus hipermercados de Algeciras, Roquetas de Mar y Fuengirola ofrecen ya pollos ‘halal’, sacrificados por matarifes musulmanes conforme al rito coránico.

La especialización es tanta que los supermercados presentan en sus baldas frutas de origen tropical y subtropical «consumidas por personas de África, Sudamérica y Sudeste asiático». ¿Quién no se ha animado alguna vez a comprar verdes limas en vez de limones o a hincarle el diente a un maduro y gustoso mango?

En Eroski llaman la atención sobre el ascenso en las ventas de dos productos que hace años eran dos perfectos desconocidos: el plátano macho (más grande, que se fríe) y la yuca, un tubérculo marrón en forma de cuerno que, una vez cocido, se usa para hacer puré y las llamadas tortas de mandioca.

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