Las maras llaman a la guerra

La Verdad, MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO, 16-09-2009

«Hay que fortalecernos porque esos putos gobiernos nos han debilitado. Por lo de las leyes, sigan reclutando ‘morros’ de 12 a 15 años. Hay que entrenarles y enseñarles a matar rápido». Se trata de una de las órdenes dadas por los cabecillas de la Mara Salvatrucha (MS), una de las bandas pandilleras de América Latina que debe su nombre a la fusión de las palabras El Salvador y trucha, expresión que alude al tipo hábil para escaparse de la Policía.

La orden es clarificadora. Refleja que la política de mano dura y superdura que se fue aplicando a partir del año 2000 por varios gobiernos centroamericanos frenó los ímpetus de estos grupos criminales. Los ‘palabreros’ (jefes) están decididos a recuperar su reputación. Desde la cárcel, los líderes de las maras enviaron una ‘wila’ (carta) a sus ‘homies’ (miembros) que revela sus peores intenciones. Interceptada por la Policía, fue publicada por el ‘Diario de Hoy’ de San Salvador en mayo pasado.

«Daremos seis meses al Gobierno de Mauricio Funes, de lo contrario, hay que dar ‘pegadas’ (cometer asesinatos) en la Escandón, San Benito (barrios de la capital), y secuestros exprés y robo de armas de fuego y vehículos, y llevar a cabo asaltos a las casas de los ricos para levantar nuestra reputación». Esperan que con la amenaza el presidente Funes mejore sus condiciones de vida carcelaria. Como sangriento adelanto de sus intenciones, el pasado día 2, las maras asesinaron al periodista franco – español Christian Poveda, al que tomaron por un confidente. De nada le sirvió al autor del impactante y premiado documental ‘La vida loca’ su constante lucha para que los miembros de esas bandas dejaran atrás la miserable vida en la que habían nacido.

Esta semana, el mandatario que llevó a la ex guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) al poder en El Salvador hace cien días pedía tiempo para combatir la delincuencia que deja de 12 a 13 homicidios diarios. «El clima de inseguridad no se soluciona con mano dura o con mano blanda, es un problema de gran complejidad que requiere soluciones complejas». Funes aseguró que se necesitan «recursos, inteligencia, decisión, tiempo y coraje».

No le falta razón. La MS también lanzó el Plan 503 con tres objetivos: la reorganización interna con una posible unificación de grupos, la expansión hacia EE UU y recuperar territorios perdidos.

La mara se creo hace unos 25 años. El nombre es una abreviatura de marabunta. Según el diccionario de la Real Academia Española, tiene dos acepciones: «Población masiva de ciertas hormigas migratorias, que devoran a su paso todo lo comestible que encuentran» y «conjunto de gente alborotada y tumultuosa». Cualquiera de las dos sirve para definir a los mareros. Aunque algunos jefes rondan los 40 años, la mayoría son jóvenes de ambos sexos, de entre 10 y 20 años provenientes de familias disfuncionales. La mayoría muere antes de los 25, por una bala o de enfermedades como el sida. Su denominador común son los tatuajes, la crueldad, sangre fría y su sumisión al jefe y al grupo, que se convierte en su familia. En la mayoría de los grupos los aspirantes pasan una prueba de iniciación. Los varones deben aguantar una paliza de los miembros del grupo o matar a alguien para demostrar el coraje. El ‘trencito’ – acostarse con toda la banda – es el test para las féminas.

Los primeros maras fueron jóvenes que, afectados por la guerra civil entre el FMLN y el Ejército salvadoreño, emigraron a EE UU, la mayoría California escapando a los horrores de la lucha fratricida.

M 18

Al llegar a Los Ángeles se encontraron una comunidad mexicana, también discriminada y agrupada, que defendía su barrio. Eran conocidos como M 18, en homenaje a nombre de la calle donde vivían. Al principio eran sólo mexicanos herederos de la cultura pachuca, cholos y chicanos. Después aceptaron a nicaragüenses, guatemaltecos, hondureños, ecuatorianos y peruanos. Hoy la mara es un negocio transnacional, la MS o la M 18 tienen afiliados de cualquier país.

Posteriormente, muchos de ellos fueron deportados a sus lugares de origen, donde fundaron filiales que en los últimos años se han extendido por toda América Central y el sur de México. A todo el que se atreve a hacer una incursión en los dominios de las maras se le recomienda que «si insiste en ir a lugares desaconsejados y pasa algo, por favor, no se resista». Todo un consuelo.

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