Prostitución: la lucha por la calle

Llevan años soportando el problema de la prostitución en sus calles y han decidido tomar la iniciativa. Los vecinos de algunas zonas de Zaragoza se han echado a la calle para luchar por ella como espacio de convivencia Denuncian la impunidad, los muchos vacíos legales que existen y la actitud de las autoridades.

ABC, ROBERTO PÉREZ | ZARAGOZA , 15-09-2009

Viernes, once de la noche, calles tranquilas, inusualmente tranquilas en esta zona del corazón de Zaragoza. No hay prostitutas por la calle, ninguna ofrece su cuerpo, estampa que era habitual hasta hace una semana, que fue cuando los vecinos salieron por vez primera de sus casas, en grupos, para tomar las esquinas. Llevan años denunciando el problema de la prostitución, que se ha agravado de un año a esta parte. Antaño se limitaba a los clubes de alterne, que abundan en esta zona. Pero hace tiempo que la prostitución supera las puertas de esos locales.
Once de la noche. Poco a poco van apareciendo vecinos, cada vez más. Se agrupan, se apoyan. Algunos exhiben improvisados carteles en contra de la prostitución callejera. Similar mensaje cuelga desde algunas ventanas y balcones. Han pasado sólo unos minutos, son las once y cuarto. Los grupos de vecinos, con total normalidad, se apostan en las esquinas.
Las calles Escosura, Ávila, Burgos y Toledo son el epicentro de este conflicto generado por el negocio del sexo. «Tengo 33 años y desde que tenía 9 he visto en mi calle los clubes de alterne», explica Milenka. Relata que una noche se encontró «siete u ocho prostitutas» en el portal de su casa. Ella llegaba de trabajar, eran las diez de la noche de un día cualquiera. Se encaró con ellas, les dijo que le dejaran pasar «y se enfrentaron a mí, me pusieron unas llaves en la cara y me amenazaron».
Vecinos fotografiados
Once y media de la noche. Mientras Milenka habla con ABC, el grupo de vecinos que está en la esquina de Escosura con calle Burgos alerta de la presencia de dos jóvenes subsaharianos que, desde la otra esquina, les fotografían. Los vecinos no tienen dudas y dan por hecho que son los «representantes» de algunas prostitutas, que les quieren amedrentar. Pasa un coche de Policía Nacional, los fotografiados lo paran y piden a los agentes que busquen a los dos jóvenes que acaban de fijar su objetivo sobre ellos, un grupo en el que había padres con niños menores. La policía les dice que lo comunicarán a un inspector y que tratarán de esclarecer lo ocurrido. Entretanto, los dos subsaharianos ya han entrado, en actitud relajada y confiada, en un portal de la calle Escosura. En ese mismo bloque, de uno de los pisos cuelga una pancarta contra la prostitución.
Tapaderas
«Aquí hay muchos pisos ocupados por chicas y proxenetas, la gran mayoría llegados del África negra», explica otro vecino. «El primer día que salimos a la calle para protestar nos miraban desde las ventanas y se reían», remarca Milenka. «Se ha creado un ambiente de impunidad en la calle», subraya minutos después Julio César, de 50 años. «Aquí —explica— han proliferado locales que no se sabe de qué viven», tapaderas del mismo negocio del sexo y de su órbita. «Aquí al lado —indica— hay un local con cuatro latas de conservas y unas bebidas, sin más, pero está en un chaflán estratégico y desde allí controlan a las chicas y lo que pasa en la calle».
Doce de la noche. Los vecinos se mantienen en las esquinas. Es la segunda noche que lo hacen. La primera fue el viernes anterior, el día 5. «Ha sido la primera semana en mucho tiempo que hemos podido dormir tranquilos». Pero saben que, sin una solución de fondo, será una fugaz tregua. Son decenas de vecinos los que han salido a la calle, han logrado eco social, las autoridades han tenido que hablar de ello y la presencia policial se ha hecho más intensa. Eso ha disuadido temporalmente a las prostitutas. Y sacan una conclusión: si ellos han logrado estos resultados en cuestión de días, las instituciones no pueden decir que no tienen capacidad para atajar una situación que se arrastra desde hace años.
Portales para el «negocio»
Hay vacíos legales y quienes sufren el problema ven cómo las autoridades se pasan la pelota de una administración a otra. El Ayuntamiento dice que debería haber una legislación nacional para atajar la prostitución callejera y la policía dice que no puede hacer más por el marco legal existente. Mientras, el malestar crece entre quienes protestas por el problema.
«No puede salir el delegado del Gobierno y decir que aquí no pasa nada; o que haya autoridades que digan que la prostitución ha existido siempre. Que nos digan dónde viven y que se vayan allí las prostitutas, a ver qué les parece», apunta Milenka.
Tras el negocio callejero del sexo hay otros problemas añadidos, según destacan los vecinos: sensación de inseguridad, trapicheo de drogas, altercados, la noche rota por frecuentes gritos y ruidos…
María Ángeles Salvador cuenta que incluso hay portales «usados por las prostitutas, que han llegado a poner cartones para impedir que se cerrase la puerta, así pueden entrar y salir libremente y ejercer en ellos el sexo».
Jorge tiene 24 años y dice que no logra entender cómo es posible «que a estas alturas no se sepa si esto es legal o ilegal», en referencia a la prostitución callejera.
Reclaman más vigilancia
Antonio, de 50 años, insiste en que «la ley hay que cambiarla». Pero reprocha a las autoridades que no hagan más por atajar esto. «Tiene que haber más presencia policial y controlar más. Por ejemplo, si un club de alterne tiene que cerrar a una hora determinada, que lo haga. Si hay que pedir papeles, que se pidan, y también exigir las licencias oportunas, porque hay locales que no las tienen en orden». «Aquí hay clubes que no cierran ni de día ni de noche», apunta otra vecina.
La queja principal es contra la prostitución callejera, no contra los clubes. Pero en esto también hay diferencias de opinión. María Ángeles Salvador, por ejemplo, asegura que no tiene queja contra los clubes, que el conflicto lo originan las prostitutas que ejercen en la calle. No opina lo mismo María del Carmen, que lleva 25 años viviendo en esta misma zona: «tengo el piso enfrente de los clubes y hay noches que he llamado a la policía más de cinco veces por problemas en la calle». Y Milenka insiste en que «los clubes no son la solución, porque son el caldo de cultivo de la prostitución que se extiende por la calle».
Son las doce y media de la noche. Los vecinos siguen en las esquinas. Aún se quedarán un rato para reivindicar la noche, y el día; la calle como espacio público y seguro.

«Da pena verlas, algunas son menores de edad»
Entre los vecinos que se quejan también los hay que, al mismo tiempo, dicen sentir «pena» por las escenas que ven en su barrio por las noches. «Algún día les va a pasar algo con los coches, cuando pasan se te echan encima. Un día, una de ellas llegó a meterse medio cuerpo en mi coche», relata Jorge. Y César, de 61 años, destaca que «hay chicas que da pena verlas, son muy jovencicas, las hay de 19 ó 20 años». Otro vecino abunda en lo mismo y rebaja la edad de alguna de las prostitutas que ejercen a pie de calle: «las hay menores de edad, algunas calculo que tendrán 16 años». La inmensa mayoría son subsaharianas, algunas sin papeles, lo que dificulta controlar la edad que realmente tienen.

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