'CASO PALOMINO' El primer día del juicio

«Pensé: 'Si se me lanzan, no salgo vivo'»

El Mundo, QUICO ALSEDO, 15-09-2009

El ex militar Josué E. de la H. mató al menor antifascista en defensa propia, según aseguró ayer en una tensísima vista en la Audiencia Provincial Gestos. Todo quedó reducido a dos o tres gestos. El dolor de una madre, un puñetazo entre dos ultras en la calle y, sobre todo, una retahíla de miradas gélidas. Las que dirigió Josué E. de la H. a los amigos y familiares de Carlos Palomino a sus entradas y salidas, ayer, de la sala 0 de la Audiencia Provincial.


Miradas torvas, duras, un punto retadoras. «¡Qué coño! ¡Está desafiante!», decía Esteban Ybarra, del Movimiento contra la Intolerancia.


Allí sentado, esposado pero muy erguido, muy tranquilo, la estampa serena del ex militar que apuñaló a Palomino era clavada a la que aparece en las imágenes grabadas aquel 11 de noviembre de 2007.


Entonces, en el vídeo, Josué se pega a la barandilla vertical con un brazo a la espalda. Cuando entran los antifascistas, algunos ven la navaja que esconde, ilusoriamente, en la mano. Palomino se acerca y su homicida le clava ipso facto el filo en el corazón. Casi como ayer, de refilón, clavaba su mirada en Mavi, la madre del muerto.


Todo quedó reducido a gestos porque el guión estaba casi escrito en la primera vista del juicio por la muerte de Carlos Palomino.


Josué E. de la H. admitió haber apuñalado a Palomino, pero sustentó su coartada, la defensa propia y el miedo insuperable, en que el antifascista le golpeó «en el pecho o en la tripa, no me acuerdo», y le dijo: «Dame la sudadera y todo lo que tengas». En ninguna de sus anteriores declaraciones había asegurado esto el presunto homicida.


Un amigo de Palomino, el que estaba justo al lado en el apuñalamiento, aseguró que «Carlos simplemente le dijo: ‘¿Y esa sudadera?’, porque era la que llevan siempre los nazis. Todos quedamos alucinados cuando le vimos al entrar en el vagón. Carlos fue el único que se acercó, y se llevó la puñalada».


El presunto homicida, al que se le piden 29 años de prisión, dijo: «Tuve miedo, me salió el instinto». La declaración de la madre de Palomino tuvo tintes dramáticos al preguntarle el abogado de Josué por posibles «comportamientos violentos» de su hijo – la mujer se negó a contestar – , y otra de las víctimas del ex militar, un testigo protegido, declaró al borde del desmayo y rechazó cualquier indemnización por sus heridas: «No quiero nada».


Afuera, en la calle, se arracimaron desde primera hora no menos de 100 antifascistas con pancartas, custodiados por una importante escolta policial que no pudo impedir, no obstante, que dos chicas se colaran entre la multitud y provocaran a los de ultraizquierda con panfletos en favor del presunto homicida. La presencia mediática casi rivalizó, por cierto, con la policial.


El presunto asesino afirmó, en la primera declaración de la mañana, que al llegar a la estación de Legazpi vio a un grupo de unas 50 personas «con crestas» señalándole, y que «una de ellas llevaba un puño americano».


Según Josué E. de la H., una decena de estas personas entra en el vagón, una de ellas blandiendo una navaja, y escucha: «No vas a salir de aquí, fascista de mierda» y «hay un cerdo, vamos a por él». Además, «dos de estas personas se pusieron una braga en la cabeza», explicó.


En ese momento, siempre según su relato, «aparece uno que aparta a los demás y que se me planta delante. Me empuja en la tripa, o en el pecho, no me acuerdo, y me dice: ‘Dame esa sudadera y todo lo que tengas’. Pensé que si se me lanzaban no salía vivo de allí». Josué admite que en ese momento apuñala a Carlos Palomino, y le echa de un empujón del vagón. «No sé dónde le apuñalé, sólo intenté empujarle fuera del vagón». La puñalada fue directa al corazón.


El presunto homicida intentó evitar ayer la premeditación en su relato, lo que se tradujo en un tira y afloja con las acusaciones en torno a cuándo preparó la navaja. «Yo no preparé nada», señaló, antes de admitir que abrió el filo y se lo cambió de mano mientras el convoy entraba en la estación de Legazpi. La marcialidad con que se le ve actuar en el vídeo da, en algún momento, escalofríos.


Las preguntas en torno a su filiación ideológica y presunto ultraderechismo pusieron una nota tragicómica en la tensa vista.


- ¿Se considera ultraderechista?


- No.


- ¿Se considera patriota?


- Yo… Me considero español.


- ¿Y qué significa para usted ser español?


- Pues que me alegro cuando gana la selección española.


Josué E. de la H aseguró que no cogió ese tren para ir a la manifestación convocada aquel domingo por Democracia Nacional, sino que había quedado «con unos amigos». Aquí se contradijo con respecto a varias de sus declaraciones. «¿Y por qué no ha declarado nunca nada de esto?», le inquirió uno de los abogados de la acusación. «Nunca me lo habían preguntado», dijo con frialdad el presunto homicida, que también señaló, acerca de su primera declaración: «Estaba casi inconsciente y no sé ni lo que dije».


- ¿Y no podría haber punkis patriotas?


- Yo… Yo nunca he oído hablar de eso. Donde yo vivo son de izquierda abertzale. Los que yo conozco no creen en países ni eso.


- Pero vamos a ver: ¿usted ama el Estado de Franco o el de la democracia?


- Yo desconozco el de Franco porque no lo viví. ¿Cómo voy a amar algo que no conozco?


Josué E. de la H. negó también haber gritado «sieg heil» y haber realizado el saludo hitleriano en repetidas ocasiones, como se observa en el vídeo. Cuando en las imágenes se le ve levantar el brazo «en realidad les estaba diciendo que se fueran del vagón», dijo sin empacho.


¿Manejó la navaja con destreza por estar entrenado para ello por el Ejército? Imposible porque, según él, «a mí me han especializado en desfiles». ¿Y por qué llevaba la navaja? «Porque al día siguiente tenía maniobras». ¿Es necesaria para desfilar? «En las maniobras tenemos que cortar tela». El presunto homicida de Palomino aseguró también que repartió navajazos a diestro y siniestro «para defenderme», y que fue él mismo quien buscó un coche de Policía a la salida de la boca de Metro, con los antifascistas persiguiéndole. Josué E. de la H. no pidió perdón a la familia de la víctima, como lamentó el Movimiento contra la Intolerancia.


La madre de Palomino contó cómo su hijo le dijo, antes de irse, «que iba a manifestarse contra un grupo que está contra los inmigrantes». Con cierta pesadumbre admitió: «Le dije que tuviera cuidado». ¿Había tenido su hijo algún problema con la Policía? «No que yo sepa». La defensa de Josué quiso entonces indagar en el pasado familiar de Palomino, en la separación de sus padres y en la «crisis» que el menor pasó a principios de década, según un informe psicológico. Fue entonces cuando la mujer se negó a responder – «no juzgamos a mi hijo», dijo – y el juez cortó la declaración en seco.


Después declaró un amigo de Palomino, que contradijo punto por punto al presunto homicida. «Antes de entrar en el vagón no le vimos. Al entrar en el vagón y verle con la sudadera nazi nos quedamos todos alucinados. Nadie sabía qué decir. Carlos fue el único que se atrevió. Le dijo: ‘Hey, tío, ¿y esa sudadera?’, y le apuñaló sin más. Sabía muy bien a lo que iba. Luego nos gritó que nos iba a matar, que éramos unos guarros».


Josué E. de la H. aseguró que la camiseta «no es nazi ni nada de eso, me la regaló un amigo que hace kickboxing». El compañero de Palomino aseveró: «El tío sabía a lo que iba, pudo irse pero no lo hizo. No hubo insultos ni provocación, nadie llevaba armas».


Mientras, fuera de la Audiencia, seguían los cánticos en favor del menor fallecido por los antifascistas concentrados. Al terminar la vista, el abogado de la familia de Palomino decía: «Él ha contado su cuento, era esperable, pero en cuanto se visione el vídeo todo quedará claro».


El juicio continúa mañana.


Dos versiones para una tragedia


>El arma homicida. «El tren casi se está deteniendo cuando saca la navaja», le dijo a Josué E. de la H. uno de los abogados de la acusación. El ex militar negó que «preparara» el arma, contradiciendo el vídeo.


>Las amenazas. El presunto homicida dice que vio a un gran grupo de antifascistas señalándole desde el andén y con un puño americano. Los amigos de Palomino dicen que «nadie amenazó ni profirió insultos».


>Otra navaja. Josué E. de la H. aseguró ayer por primera vez que uno de sus ‘atacantes’ llevaba una navaja. En ninguna de sus testificales anteriores lo había dicho.


>La sudadera. Según Josué E. de la H., Palomino se le acerca «apartando a todos» y le dice: «Dame tu sudadera y todo lo que tengas». Los amigos del muerto señalan que apenas dijo: «Hey, ¿y esa sudadera?».


«Ahora sois uno menos»


La guinda para las escaramuzas vividas ayer en torno a la Audiencia Provincial se vivió en torno a las 13.30 horas, cuando dos skin girls se infiltraron entre los antifascistas congregados a la entrada de los juzgados y lanzaron varios pasquines con la leyenda «Libertad para Josué» seguida de frases, en caracteres pseudoinfantiles, como «Que nadie encarcela [sic] el aire entre barrotes». Las jóvenes fueron descubiertas por los agentes y gritaron a los amigos de Palomino: «Ahora sois uno menos». Uno de los antifascistas, el de amarillo en las imágenes, se las apañó para seguirlas y le arreó a una de ellas un puñetazo en las narices de dos agentes de Policía. Las autoridades procedieron a tomar los datos a los jóvenes, y la cosa no pasó a mayores.

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