El inicio de curso

MONÓLOGOS EN EL AULA

Un profesor y una alumna de ESO se sinceran ante el nuevo curso. Miguel Cordero Bellas (Madrid, 1973) y Marta Roig (La Selva del Camp, 1997) relatan en primera persona sus impresiones sobre el funcionamiento del sistema educativo catalán. Cordero, licenciado en Geografía e Historia, empezó a dar clases en la Universidad de Piura (Perú), y ha pasado por varios institutos de Madrid y Barcelona; ahora está en el Galileo Galilei barcelonés. Ha publicado guías didácticas y libros de poesía.

La Vanguardia, J. Playà y E. Giralt , 13-09-2009

Ya tengo ganas de empezar el curso, aunque creo que los dos meses de vacaciones son imprescindibles. Es importante iniciar el curso con ánimo, aunque es cierto que no todo el mundo empieza igual. En general, amás edad menos ganas. Los profesores mayores son de otra hornada y no acaban de acostumbrarse al nuevo modelo educativo. Sobre todo están quemados los de la franja de 45-50 años hacia arriba, porque ellos han visto cómo ha degenerado la educación. Es duro decirlo, pero la educación actual es un espejismo de lo que fue, y eso lo perciben especialmente los que enseñaron el BUP y el COU. Los más jóvenes nos quemamos en momentos concretos por problemas concretos, pero es lo que hemos conocido siempre

Docentes cuidadores. Los profesores sabemos que nuestra labor es de contención social. Hacemos funciones que no nos competen como las de asistente social, psicólogo, orientador sexual. Es un hecho que cada vez los jóvenes se inician en el sexo a más tierna edad, sin precauciones, y que luego se encomiendan al profesor para hacer consultas. Ahora hay una mayor aproximación del alumno al profesor, estamos en una esfera más cercana y es positivo, pero está movido en parte por una extralimitación de nuestras funciones.

Falta de respeto. Actualmente hay una pérdida completa de respeto hacia el profesor y este ha dejado de ocupar la posición que tenía. Y no me refiero al trato de tú o usted, que tampoco lo puedo elegir. La solución no está en llamar de usted al profesor, eso es una mera cuestión de formas, y yo hablo de contenidos. También digo que no se puede generalizar, depende mucho del barrio, del centro, del alumnado. No necesariamente en barrios de clase alta se respeta más al profesor. En el fondo es la falta de respeto a los mayores. Lo que ha pasado en Pozuelo es el reflejo de esa falta de autoridad. Un detalle de esa actitud es que se respeta mucho menos al profesor interino. Los alumnos saben que son simples sustitutos y juegan esa baza.

El papel de los padres. El nivel sociocultural de los padres influye mucho. Antes había estado en el IES Montserrat de Barcelona, donde acuden familias de clase media o media-alta, y el nivel del alumnado era superior. Y no porque tuviesen más medios o mejores profesores. En una casa donde hay libros es más fácil que un niño se inicie en la lectura. Si los padres son de profesiones liberales, el nivel de conocimientos es superior. No digo que los alumnos sean más inteligentes. Hace 20o30años había más posibilidades de que la escuela pudiese limar las diferencias. Incluso los padres ayudaban más porque aunque fueran de origen humilde tenían la pretensión de que sus hijos fuesen a la universidad. El papel de los padres es contradictorio. Y una parte de la pérdida de autoridad del profesor es por culpa de los padres. Cuando hay un conflicto con el alumno, el padre raramente se posiciona al lado del profesor, siempre al lado de su hijo. Los padres llegan tarde del trabajo a casa, pasan poco tiempo con ellos, y defenderlos a ultranza hagan lo que hagan es su manera de mostrarles cariño. Le quitas el móvil a un niño y viene el padre a reclamarlo. En Leganés llegaron a pegar una paliza a un profesor por eso.

Libros digitales. Hay muchas mejoras que son necesarias y que aún no se han implementado en los institutos antes que pensar en los libros digitales. Nos faltan cañones audiovisuales en las aulas y ordenadores, y mejoras en las infraestructuras. En mi centro las pizarras aún son de las antiguas, reflectantes, que no se ven bien desde cierta parte del aula. Yel entorno del instituto está descuidado. Hay formas de innovar pedagógicamente que son simples medidas sensacionalistas. Yo lo que quiero es que haya más ordenadores, quiero libros de texto mejores que los actuales, quiero que no haya cambios curriculares cada dos años, porque al final nos volveremos locos. Hay una confusión total, cada equis años varían las horas lectivas de las asignaturas según unos criterios ignotos que toman unos señores sentados en una mesa que son políticos, no docentes.

Disciplina. Es fundamental. Estamos en un sistema educativo muy garantista, que protege mucho los derechos del alumno sin mirar por los derechos del colectivo, entendido como el conjunto de la clase. Ejemplo: un alumno absentista se presenta al cabo de 20 días a clase, sin ningún interés, porque le obligan. Viene a pasárselo bien y molesta a los demás. No puede ser. La disciplina es fundamental. Hay alumnos de 14 años que no saben leer ni escribir, porque por diversas circunstancias no han podido aprender ni tienen interés. Y se les obliga a estar seis horas sentados en una silla. La conexión que debería existir entre educación y servicios sociales no funciona. Todo está muy burocratizado, es lento. Los alumnos en riesgo de exclusión social se nos escapan de las manos porque no sabemos qué hacer con ellos, y esto es trágico. Los profesores nos implicamos en lo personal porque no contamos con el apoyo de las instituciones. No quiero más ordenadores ni libros digitalizados, quiero asistentes sociales.

Inmigrantes. La llegada de alumnos inmigrantes ha complicado la educación, simplemente porque no hay medios para recibir a tantos alumnos foráneos. El año que ejercí de profesor en Arganda del Rey me encontré con una clase de 15 alumnos, de los cuales diez eran rumanos. Alguna vez llegué a pensar que lo hubiera hecho mejor un profesor rumano. En Estados Unidos se hace en algunos barrios hispanos. La multiculturalidad está muy bien, pero en términos puramente pedagógicos representa un problema, porque obliga a bajar el nivel. Los profesores no estamos preparados para educar a niños de otras culturas, nos faltan medios, no dominamos sus lenguas. Y debo decir que las aulas de acogida son una de las pocas cosas positivas del Govern tripartito. Es una medida quizás impopular, pero muy aceptada.

Es una solución parcial, pero ayuda.

Nivel de los estudiantes.

El nivel de conocimientos depende mucho del barrio. Está claro que comparado con hace diez años o veinte, está en caída libre.

Sí, ya sé que ahora los alumnos saben un poco de todo y que además tienen una formación tecnológica que antes no existía. Pero el dominio de las nuevas tecnologías no es suficiente, porque estas son un medio, no un fin.

Que sepan utilizar el ordenador o internet o el móvil como usuarios no significa nada; es una cortina de humo para ocultar la realidad. Si no conocen la historia o las matemáticas… Me río cuando dicen que los niños de ahora tienen ventaja porque dominan las nuevas tecnologías. ¿Es que alguien cree que por esa razón dentro de unos años España va a tener grandes ingenieros en telecomunicaciones? No.

Problemas concretos. Una de las cosas que me preocupan es la autonomía de los centros, por la arbitrariedad que puede llegar a suponer. ¿Quién va a controlar la figura del director cuando tiene que contratar a un profesor? ¿Quién se enfrentará a la dirección si sabe que su puesto de trabajo depende de ella? Otra cosa que no se entiende es la supresión de los institutos de nocturno. Es muy grave, especialmente en barrios de clase trabajadora. Es tirar piedras sobre el propio tejado, y más en situación de crisis. Ypor último, me preocupa la desaparición en Catalunya de los exámenes de septiembre, sustituidos por exámenes de suficiencia en junio. Ese examen se hace una semana después del final de las clases. Si un alumno suspende cinco asignaturas, en vez de pasarse el verano estudiando, se examina al cabo de una semana. En estos exámenes se aprueba a muchos alumnos y de esa forma se maquilla aún más el fracaso escolar. Esta es la verdad. Los exámenes de suficiencia en junio son un ataque mortal a la cultura del esfuerzo. Se pierde la posibilidad de estimular al alumno para que estudie en verano, de castigarlo para que trabaje más. No, el niño veranea, haya aprobado o suspendido. La reflexión final. He empezado mi discurso con alegría y a medida que avanzo se vuelve pesimista. Pero es que los profesores tenemos la sensación de que combatimos solos. Si la educación se mantiene con cierto prestigio, es gracias a los profesores, especialmente en la enseñanza pública, y encima estamos criminalizados. Echo en falta un reconocimiento social a la tarea de los profesores. Yo no daría consejos sobre cómo debe funcionar un matadero o una fábrica y en cambio sobre educación todo el mundo opina. Me gustaría que la enseñanza estuviera en manos de los profesores y no de los políticos.

Información recogida por Josep Playà
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