Clamor contra la venta de droga en la calle Avinyó

Indignación vecinal en esa parte de Ciutat Vella ante la proliferación de un grupo de traficantes subsaharianos

La Vanguardia, ENRIQUE FIGUEREDO - Barcelona , 12-09-2009

Desde la pasada primavera, su presencia ha ido en claro aumento. Esto es lo que aseguran los vecinos de la calle Avinyó respecto a la aparición de un grupo de traficantes subsaharianos que pululan por esta popular vía de Ciutat Vella. Aunque su presencia es especialmente notoria con las horas de oscuridad, en la actualidad sus trajines ya son perfectamente visibles con luz solar, poco después de las seis de la tarde. Su actividad ilícita no sólo irrita a quienes trabajan y, especialmente, viven en Avinyó, sino que, sobre todo, genera inseguridad.

Los vecinos tienen cada vez más miedo y rechazan de plano que se les considere racistas por denunciar la situación. “Eso es lo que me llaman, racista, cuando les recrimino que nos aborden continuamente”, dice una testigo que, como todos los entrevistados, prefiere permanecer en el anonimato.

La actitud de estos traficantes callejeros es tremendamente invasiva. Utilizan portales de diversos edificios para llevar a cabo sus ilícitas transacciones. Una vecina explica varios episodios comprometidos que ha vivido. “En ocasiones he tenido que esperarme a que acaben con el trapicheo que estén haciendo para poder acceder a mi portería”, explica. Yes que, más allá de realizar a cobijo las ventas de droga las porterías, almacenan pequeños alijos en ellas. Si les sorprende la policía no llevan la droga encima.

También utilizan escondrijos como tapas de alcantarilla o huecos en fachadas. Una última técnica consiste en llevar alguna dosis bien envuelta en la boca y, si aparece algún agente de golpe y porrazo, tragársela sin más.

Los encontronazos entre vecinos y este grupo de traficantes van en aumento. En primer lugar, porque ocupan la vía pública con su presencia y sus reclamos y, segundo, porque el negocio ilícito está trayendo consigo problemáticas asociadas. “Los robos en el interior de las fincas están aumentando. Y no es que sean ellos quienes los perpetran, pero sí el tipo de clientela que pueden atraer”, explica una testigo concienciada con el problema. Y eso es solo uno de los inconvenientes, en otras ocasiones se ha descubierto a personas durmiendo dentro de escaleras. “Lo peor es que algunas veces entran para orinar en el portal”, agrega una de las testigos, mientras muestra unos rincones de su escalera que parecen haberse descolorido por algún agente externo.

“Al principio eran menos y más pacíficos, pero últimamente llenan las esquinas y plantan más cara. Además de acusarte de racista cuando les recriminas sus actos, se encaran y te dicen cosas como que si no te gusta el barrio, que te marches. Increíble, ¿no?”, explica una mujer del vecindario. “Cuando bajo la basura a eso de las nueve de la noche, me siento intimidada”, asegura una vecina que vive y trabaja en el barrio.

Coincidiendo con la mayor presencia policial desplegada estos días en la Rambla por la problemática de la prostitución, los vecinos ciertamente han visto algo más de policía y algunos traficantes menos, pero creen que es algo circunstancial.

El auge de este tipo de traficantes y la densa prostitución subsahariana de la Rambla podría formar parte de un mismo fenómeno criminal como ya han indicado estos días algunas fuentes policiales. Resulta coincidente que muchos de estos traficantes únicamente puedan ser detenidos in fraganti. Si sólo se les identifica, al carecer la mayoría de documentación, son inexpulsables del país, como las prostitutas.

Clamor contra la venta de droga en la calle Avinyó

Trabajo policial

Desde los Mossos d´Esquadra, que reconocen la existencia de estos grupos de traficantes subsaharianos, se asegura que se está trabajando en el asunto y que las intervenciones de los patrulleros son periódicas e intensivas, pero los vecinos no lo tienen tan claro. “Se han de intensificar las batidas policiales para que estos hombres no se queden estancados”, afirma una comerciante de la calle. “Yo sólo trabajo aquí, pero los que viven lo pasan peor, asegura”. La indignación ha llevado a que proliferen por el barrio unas explícitas pancartas de protesta en catalán e inglés en las que se dice, por ejemplo, “basta de compraventa de drogas” o “turismo igual a cáncer”, en alusión a parte de la clientela de estos camellos y a los alborotos que ocasionan ciertos turistas. También hay algunas en las que se increpa a Hereu.

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