Una cama para Andrei y Mohamed

El albergue de Lagun Artean dio cobijo el año pasado a 560 personas, el 84% inmigrantes

El Correo, AINHOA DE LAS HERAS, 13-09-2009

Andrei, un ucraniano de 41 años, compara su situación con la de «una avioneta que cae en picado» y, cuando está a punto de estrellarse contra el suelo, remonta el vuelo a baja altura. Él logró salvarse «de acabar en la calle» gracias a que un buen día se encontró en el centro de acogida para personas sin techo Lagun Artean (Entre Amigos) de Deusto.

Ocupa la cama número 6 de 32 y cada catorce días aproximadamente recibe una carta de su hija Polina, de once años, con dibujos. «Eso me ayuda, porque sé que no me olvida». Llegó a Bilbao hace un año con «unos ahorros». En Kiev trabajó como bombero, pero una hernia discal le retiró del servicio. Se separó de su mujer y decidió probar suerte en España. Al principio alquiló una habitación en una pensión que le costaba 300 euros al mes, pero se le fue acabando el dinero.

Ahora, trata de aprender castellano – Lagun Artean ofrece diez talleres y cursos, uno de los más demandados es la alfabetización – aunque a veces le cueste comprender el idioma. Un día fue a un banco y la empleada de la ventanilla se excusó: ‘Yo aquí no pinto nada’. «No entendía qué tenía que ver pintar con el banco», sonríe ahora. Su hija no se cree que su padre «con 41 años siga estudiando; piensa que es una fábula», dice.

Éstas son las pequeñas anécdotas que distienden el ambiente, marcado por el drama humano. «Cada día tenemos que decir que no a alguien que viene a pedirnos un sitio para dormir. Es muy duro, sobre todo en invierno. Cuesta entender que en la sociedad de la opulencia haya gente que carezca de lo más básico, como un techo bajo el que cobijarse», reflexiona Amaia Porres, directora de Lagun Artean. El albergue dio cobijo a 560 personas el año pasado. La cifra es sensiblemente inferior que en 2007, cuando fueron 632, pero no porque haya disminuido la demanda sino porque «las estancias son más largas, las mismas personas duermen ahora más tiempo».

«La calle les deteriora»

La ocupación del centro de noche rondó el 99,84%, es decir que todas las plazas estuvieron completas a diario. Sin embargo, el perfil del ‘sin hogar’ ha cambiado. Lagun Artean abrió sus puertas en 1983 – ha cumplido 25 años – y en los primeros años atendía sobre todo a alcohólicos. Después llegó la heroína y durante dos décadas intentaron rescatar de la marginalidad a los drogodependientes. Hoy en día, la pobreza y el hambre han vuelto a Bilbao de la mano de los extranjeros sin papeles.

Ha descendido de forma drástica la presencia de toxicómanos (sólo 33 en 2008) y se ha disparado la de inmigrantes, 474 del total. «Son gente con la que se pueden hacer procesos de inserción más estables. Necesitan un sitio para dormir y acuden a los cursos de castellano», describe Porres. No obstante, el futuro para ellos no se presenta alentador. Porres alerta de que «si a estas personas no se les da una oportunidad ahora que tienen posibilidades, la calle les irá deteriorando física y mentalmente» hasta parecerse a los ‘sin techo’ de siempre.

De las 32 plazas de Lagun Artean, «unas 20» corresponden a este colectivo. Los extranjeros suelen permanecer hasta «cuatro o cinco meses, hasta que consiguen un trabajo o tramitan la documentación», a diferencia de otros centros del Ayuntamiento que sólo permiten un máximo de tres días.

- ¿No se corre el riesgo de que, con estancias tan largas, su problema se enquiste en lugar de solucionarse?

- Si tuvieran trabajo, no estarían aquí. Aquí tienen que dormir con otras treinta personas, se duchan justo justo, tienen sus cosas en una taquilla… Los primeros interesados en salir son ellos.

Andrei es el único ciudadano ucraniano. La mayoría de sus compañeros son magrebíes, de Argelia o Marruecos, el 59% del total (330), un 10% más que el año anterior. Mientras, el número de españoles ha disminuido del 28% en 2007 al 15% en 2008, aunque es probable que se deba a que se les dirige a otros alojamientos municipales.

¡Salam Malecum!

En el albergue se escucha lo mismo ‘¡Salam Malecum!’ (que la paz sea contigo), el saludo árabe más común, que ‘Továrishch’ (camarada en ruso). Estos días Mohamed Charbi (22 años), Mustefa (20), Hamid (21) y los demás celebran el Ramadán, el mes del ayuno para los musulmanes. Hasta que no cae el sol no pueden ingerir ningún alimento.

También ha crecido el número de subsaharianos que llaman a las puertas del centro, un 14% del total, seis puntos más que el año anterior. Como Geneva, de 27 años, natural de Mali, la única mujer del curso. El albergue sólo acogió a dos mujeres para dormir el año pasado. La mayoría son derivadas a pisos, aunque Lagun Artean se muestra sensibilizado con el grave problema de las «mujeres en situación de vulnerabilidad». Sobre todo las embarazadas, que son «prácticamente abandonadas en el hospital de Basurto».

Todos acuden a la clase de lectura y escritura en castellano que imparte el bermeano Miguel Ángel Rodríguez. Saben que sin el idioma sus posibilidades de encontrar algún trabajo son aún más remotas en plena y despiadada crisis. «Es más extranjero, más extraño cuanto más difícil lo tiene con el castellano», explica el profesor. A él le impactó el caso de Zorrozaurre, donde un grupo de hasta 80 inmigrantes dormía en los pabellones abandonados. «Pobreza extrema, suciedad… es increíble que en Bilbao en el año 2009 haya quien viva así. Y con hambre, no todos tienen tarjeta de comedor social».

Muchos tienen que pernoctar al raso, pero en Lagun Artean también ofrecen clases y café a quien no tiene plaza. «Duermen en la calle y salir del cartón y venir aquí con la carpeta bajo el brazo para estudiar tiene mucho mérito», dice Amaia Porres. Andrei será trasladado en los próximos días a un caserío que la entidad tiene en Artxanda, donde dispondrá hasta de «su propia habitación».


a.delasheras@diario – elcorreo.com

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