«District 9»: racismo intergaláctico

La Razón, 11-09-2009

Notable y contundente opera prima que inyecta a  la ciencia – ficción un estilo hiperrealista. La película costó 30 millones de dólares (no es mucho para los americanos), aunque lleva ya recaudados cien sólo en EE UU. Echen cuentas.

Insisto, y él también: Neill Blomkamp asegura que en  el fondo de «District 9» no reposa ningún mensaje, ninguna moraleja, ninga advertencia, nada de nada, «porque eso implicaría que tengo una respuesta, y qué va. La cinta trata de temas contemporáneos, muy serios, de lo que estamos viviendo actualmente y que nos atañen a todos». En Johannesburgo, tras la llegada de una enorme nave espacial, millares de extraterrestes desnutridos y enfermos son confinados en un campo de concentración que lo disimula malamente, sucio y lamentable a las afueras de la ciudad donde los tratan peor que a las bestias. Ellos no quieren invadirnos, sólo volver. Como todos.

Choque de razas
«Me marché de Johannesburgo cuando tenía 18 años, pero cada vez me sentía más atraido por Suráfrica, por el choque de razas, los blancos y los negros, que existe en aquel país, y por lo que sucede con los refugiados. Se trata de un tema que me fascina. Mi ser creativo estaba partido en dos; por una parte, quería realizar algo sobre Suráfrica, y, por otra, el director que habita en mí deseaba rodar una cinta de ciencia – ficción. Y entonces pensé que podía unir ambos conceptos. De cualquier manera –añade serio; durante toda la comparecencia lo está, y tranquilo–, me muestro pesimista, y creo que la situación empeorará dentro de un siglo», pronostica Blomkamp, que ayer presentó la película en Madrid.
Los alienígenas se comen el caucho  de las ruedas, escarban incansables en la basura, viven en chabolas infectas a merced de los traficantes, que les piden un potosí por la comida para gatos que devoran, por acostarse con una prostituta. Sexo intergaláctico. Sexo y negocio y poder y armas, porque también las tienen, y poderosas. Mientras pergeñan de qué manera escapar. Peter Jackson, un tipo listo a la postre, produce la cinta. El  millonario «señor de los anillos» conoció a  Blomkamp cuando ambos consideraron volcar en el cine el videojuego «Halo», pero aquello no cuajó ni para atrás: «“District 9” se trata de algo completamente diferente a “Halo”, no tienen ninguna conexión entre sí. Hemos hecho algo nuevo después de cinco meses de trabajo que se fueron a pique», reconoce Blomkamp. El día 17 cumple 30 años, pero aparenta unos cuantos menos.
En cuanto a la relación con el propio Peter Jackson, admite que «desde el principio dejó claro que iba a permitirme y proteger cuanto yo hiciese, que prevalecería mi visión. Por ello me siento agradecido y afortunado. Se involucró en todo el proceso, me daba ideas, pero siempre repetía que yo era el que finalmente iba a decidir. No estuvo en el rodaje, y sí en la postproducción». Y sobre el presupuesto, treinta millones de dólares (bien pagados, porque la cinta lleva obtenidos ya cien sólo en las taquillas de Estados Unidos), indica que «mi estilo, al ser natural, no requería demasiado dinero. Siempre pretendí mostrar “Distrito 9” de la forma más vulgar, más cotidiana y corriente. Aburrida. Mi siguiente trabajo quizá sea distinto, no lo sé aún… ». ¿Será «District 10»? A lo mejor.
Veloz, sólida metáfora sobre la xenofobia, el filme donde estos desesperados visitantes conforman el estrato social más bajo, no hay nadie peor ni con más hambre, combina la estética del documental y la de los medios de comunicación, e incluso incluye escenas de vídeos reales. Lo explica: «En 2005 terminamos un cortometraje en el que se incluían entrevistas realizadas a personas de Suráfrica de la calle, a quienes se les preguntaba sobre la inmigración ilegal procedente de Zimbaue. El año pasado ocurrió algo horrible: en las zonas pobres comenzaron a quemarlos vivos, a matarlos… Es un asunto frágil, y no quería manipularlo, de ahí que utilizásemos ese material».
En el fondo, admite Blomkam, que vive con nostalgia desde que dejó Suráfrica en Vancouver y es un experto de los  efectos visuales (en los terrenos de la música ha creado numerosos vídeos, y también spots publicitarios: fue premiado por su anuncio para la marca de coches Citröen en los VES Awards de California, por ejemplo), «los directores siempre hacemos las películas que deseamos ver. Cuando tienes una historia como la de “District 9” te preguntas: ¿y si todo esto fuese verdad?». Quiere decir que «me atrae más la ciencia – ficción que el género fantástico;  sobre todo, me interesaba añadirle aspectos reales». Hiperreales. «Es una forma de engañar al público para hacerlo más creíble…»
Sharlto Copley (en su primer y sobresaliente trabajo para la gran pantalla) encarna a Wikus, el desgraciado héroe de esta pesadilla, un tipo de bigote y pantalones beiges enamorado hasta las cejas de su esposa, a la que regala objetos inútiles que él mismo fabrica: «El personaje fue creado en dos etapas: la primera, a partir del propio guión, por el que sabía que necesitaba un perfil concreto, el de un funcionario extremadamente respetuoso con las normas. Responde al estereotipo del afrikander,  un poco idiota, que respeta mucho al gobierno, aburrido… Y, en la segunda, cuando un día supe que era un opresor pasivo que, de pronto, comienza a transformarse en el oprimido y padece ese racismo que él mismo sentía antes. Fue cuando pensé en mi amigo Sharlto Copley porque posee un gran talento y capacidad de improvisación, es como Sacha Baron Cohen, que se puede convertir en Borat, en Brüno…  Sharlto le dio profundidad a Wikus, fue más allá del texto, le aportó cercanía». Wikus, el burócrata que acaba infectado y empieza a comprender la guerra desde la barricada opuesta.

Como gambas
A todo esto, Blomkamp, revolucionador de un género que no vivía sus tiempos mejores precisamente, confiesa creer en los marcianos, aunque quizá no sean iguales que los suyos, altísimos, de fina cintura y piernas combadas. Parecen gambas, así las apodan, gambas fascinantes y misteriosas que cuando hablan da la impresión que regurgitan: «Lo he pensado mucho… En mi filme son, en realidad, meros instrumentos para hablar de los humanos; de todas formas, creo que hay vida en otros planetas».  Y qué curioso lo que comenta: «Leí un libro en que se apoyaba una teoría que afirma que cada especie alcanzan  grados distintos de civilización. La de la tierra se encuentra en el primero, lo que significa que podemos llegar a la exterminación, y por eso no vemos señales de vida fuera, porque la mayoría de los pueblos nacen y mueren. En el segundo llegarían a la inmortalidad, mientras que si consiguen el tercero podrían controlar la galaxia. Quién sabe…».

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