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Sexo exprés

La Voz de Galicia, 11-09-2009

La publicación en la prensa de unas fotografías de relaciones sexuales entre prostitutas africanas y turistas, al aire libre, bajo los arcos del visitado mercado de la Boquería, en Barcelona, en la modalidad exprés, ha propiciado diversas tomas de postura y polémicas, entre las que destacan tres.

La primera es que, al día siguiente, el Ayuntamiento de la ciudad desplegó a la policía por la zona. La segunda tiene que ver con la publicación de las fotografías, en cualquier caso de dudoso gusto. La tercera, el hecho mismo de la prostitución, que es a lo que me referiré.

Al hilo de lo ocurrido, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha entrado con contundencia en el problema de la prostitución, abogando por regularla. Lo demás, dijo, es una hipocresía. Sostiene que se debe establecer una categoría laboral, la de prostituta, con todas sus consecuencias, desde los lugares en que se puede ejercer hasta las condiciones de trabajo y sanitarias necesarias para poder llevar adelante la prestación. Pero en su partido no todo el mundo opina lo mismo, y son muchos los que se oponen a esa normalización.

El Partido Socialista discurre de forma análoga. Mientras los socialistas catalanes son favorables a la regulación, en el ámbito estatal no se ha tomado una decisión y conviven los que defienden la regulación con aquellos para los que eso supondría aceptar el drama que cada prostituta lleva consigo y dar carta de naturaleza a la venta del cuerpo femenino.

Últimamente, desde las posiciones abolicionistas se ha dado un paso más y se propugna penalizar a los hombres que usan servicios sexuales. Esto es lo que ocurre en la siempre pionera Suecia.

Volviendo a España, se calcula que son cerca de 400.000 mujeres las que se dedican a la prostitución, de ellas más del 90% inmigrantes, hambrientas; el resto, españolas enganchadas en importante medida a las drogas; no es significativa la cifra de las que venden sexo sin necesidades económicas perentorias.

A la vista de los anteriores datos, no cabe duda de que nos encontramos con un problema grave no solo en lo ideológico sino también en lo cuantitativo. Y probablemente no haya una solución aceptable para la mayoría de la sociedad. Yo sé la que me gustaría: terminar con la prostitución. Pero sea cual sea la postura que se adopte, hay decisiones que es imprescindible tomar para rebajar el drama de las mujeres prostituidas.

Entre estas medidas urgentes está el redoblar esfuerzos para terminar con las mafias que trafican con mujeres y liberar a estas de su situación de esclavitud, y en su caso de sus explotadores, los llamados proxenetas. También establecer un programa de asistencia sanitaria y poner en marcha para los hombres un plan de concienciación que explique lo que supone el comprar sexo.

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