DE LA CALLE AL "MUEBLÉ"

Las operaciones urbanísticas no han eliminado la mala vida del barrio

La Vanguardia, , 10-09-2009

SANTIAGO TARÍN – Barcelona
El urbanismo no ha conseguido vencer totalmente a la mala vida que se ha dado cita, tradicionalmente, en el Raval barcelonés, conocido en otros tiempos como el Barrio Chino o el Distrito V. Diversas intervenciones han contribuido a modificar el paisaje y a mejorar algunas zonas, pero problemas como la prostitución callejera o el incivismo continúan sin que se atisbe una solución.

Una de las intervenciones que ha tenido más éxito ha sido el eje configurado en torno al Macba y las facultades en la zona de la plaza dels Àngels, que ha aportado la aparición de universitarios en un área que ha sufrido una revitalización. Operaciones urbanísticas tendentes a esponjar el entramado de calles estrechas ha sido una constante no de ahora, sino ya desde mediados del siglo XX, cuando se empezó a derribar manzanas para que surgieran la actual avenida de las Drassanes y la rambla del Raval.

Pero a pesar de las inversiones, la prostitución callejera no ha desaparecido de calles donde siempre ha existido, como Robadors. En este sentido, el cambio más sustancial ha sido la sustitución de las mujeres de la vida españolas por otras procedentes del este europeo o nigerianas, así como la aparición de mafias que las explotan y controlan de forma violenta; amenazando incluso a sus familias.

El Raval ha sido tradicionalmente un barrio donde se han concentrado locales transgresores que han formado parte de la memoria histórica de la ciudad, con su bagaje de crímenes y personajes fronterizos. De este ambiente lumpen bebieron no pocos escritores extranjeros, que relataron las peripecias de meretrices, hampones y demás perdularios.

Un periodista, Francisco Madrid, lo bautizó como Barrio Chino, denominación hoy en desuso, y de su paisaje han dejado constancia fotógrafos como Català Roca, que retrató los locales y prostitutas del lugar, o Patricio Simón, que dejó constancia, por ejemplo, de los agujeros dejados por los tacones de las mujeres en los portales de pensiones de baja estofa y meublés.

El urbanismo seguirá siendo un arma para erradicar una nueva prostitución, muy distinta a aquella tradicional del barrio. La conversión de la plaza de la Gardunya en una eje cívico o la ubicación de la Filmoteca de Catalunya en la calle Robadors pretende dar otro aire a una zona que sigue pidiendo soluciones para sus problemas de toda la vida.

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