ANA SANTOS. RESPONSABLE DE LA UNIDAD DE COORDINACIÓN CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

«El silencio es el aliado del maltrato y todos debemos tratar de romperlo»

La psicopedagoga afirma que la educación de la sociedad representa la base más firme para lograr la erradicación de la violencia contra la mujer

El Correo, MIREN BORONAT | LOGROÑO, 07-09-2009

Los datos ofrecidos el pasado mes de julio por Ana Santos, responsable de la Unidad de Coordinación contra la Violencia de Género en la Delegación del Gobierno en La Rioja, relativos a la incidencia de denuncias presentadas en nuestra comunidad durante el primer semestre del año, en los que el porcentaje de mujeres extranjeras superaba al de españolas, dio paso a la publicación de las opiniones de representantes de algunas de las asociaciones que representan a colectivos de otras nacionalidades.
Entre ellas sorprendía la de Jules Zethirin, presidente de la Asociación de Congoleños en La Rioja que defendía sin dudar la supremacía del hombre sobre la mujer. Ana Santos, psicopedagoga y educadora, analiza ésta y otras realidades contra las que día a día hay que luchar para que las mujeres consigan que se reconozca, de forma real y efectiva, su igualdad.
-Opiniones como las del representante congoleño chocan de frente en una sociedad democrática. ¿Cómo debemos valorarlas?
-A mí me indignan. Me parece muy grave que una persona que representa a un colectivo haga unas declaraciones como las suyas. Yo le diría dos cosas para empezar: que no hay en la tierra un ser humano superior a otro, y que está en un país donde el valor constitucional de la igualdad es primordial. Él también afirmaba que el hombre tiene una agresividad innata, y que la mujer, si no guarda silencio ante él, la provoca. Aquí iba a las ‘tripas’ del asunto, a la asignación de papeles desde el nacimiento. No quiero caer en el apasionamiento ni en la descalificación, pero le diría también que lea nuestra Constitución, los derechos que recoge, y se dé cuenta de dónde está.
-Si llegar a ese extremo, nuestra sociedad también ha asignado tradicionalmente unos papeles diferenciados al hombre y a la mujer.
-Así es. No existe superioridad del hombre sobre la mujer, pero sí un sentimiento aprendido que la sociedad transmite. Por eso algunos maltratadores se sienten con derecho a dominar, a controlar a la mujer mediante el ejercicio de la violencia.
-También están aquéllos que sienten ese derecho a dominar, pero no lo dicen…
-Sí, todavía hay hombres que dicen reconocer la igualdad de la mujer, pero que son incapaces de llevar esa afirmación a su vida cotidiana. Y eso se da también en ámbitos de nivel cultural alto. Doy un dato: el Ministerio de Igualdad ha hecho públicos los resultados de una encuesta realizada a mil personas y en ella figura que un 10% considera que el hombre agresivo resulta más atractivo. Y hablamos de nuestra cultura, de nuestra sociedad.
-¿La creciente autonomía de la mujer ha implicado una mayor respuesta violenta del maltratador?
-Claro. Mientras las mujeres vivían a su sombra, dependiendo económica y socialmente de él, este tipo de hombre no necesitaba recurrir a la violencia extrema. Ahora, cuando la mujer se revela porque no está dispuesta a asumir la situación, salta la chispa.
-¿Resulta contraproducente la información de los casos más graves a través de los medios de comunicación?
-Los medios juegan un papel muy importante. En esa misma encuesta del Ministerio, el 90% afirmaba enterarse de los casos de violencia de género a través de la televisión y que éstos se mostraban con un estilo bastante sensacionalista y poco objetivo. Es importante informar, pero creo que habría que incidir más en aspectos como las penas, el rechazo al maltratador, y evitar esas encuestas en las que los vecinos dicen que la pareja, hasta el momento del suceso, se llevaba bien.
-¿Cómo podemos hacer llegar la ayuda a esas mujeres que permanecen ocultas, en la sombra?
-A través de las asociaciones, sobre todo. Por eso también resulta tan escandalosa la opinión vertida por el representante congoleño, pues su voz ha de representar a la de su colectivo. En el caso de las mujeres inmigrantes, la ayuda de los suyos se hace vital, porque son un puente con la sociedad. Si eso falla, la salida es mucho más difícil. Pero han de saber que todas, aunque estén en situación ilegal, tienen derecho a denunciar el maltrato con la seguridad de que no van a ser expulsadas por ello.
-¿La juventud actual se ha desarrollado en la igualdad?
-Ambos, hombres y mujeres, desarrollamos todavía un papel machista porque así lo hemos percibido. Por eso siempre hago hincapié en la educación, no sólo en el ámbito docente, sino en el familiar y social. Es una asignatura todavía pendiente y todos somos responsables de ello. Un dato que sorprende es que, en el primer semestre del año, diecisiete jóvenes presentaron denuncia en La Rioja; seis de ellas tenían diecisiete años o menos; de los agresores, ocho eran menores de veinte años. Me parece algo terrible.
-¿El mejor camino para terminar con esta lacra?
-El mejor aliado del maltratro es el silencio y, en ese sentido, todos somos responsables de una u otra forma: desde la mujer que sufre hasta el vecino que es testigo de una pelea y no hace nada para no complicarse la vida. Muchas mujeres denuncian y callan cuando comparecen ante el juez… Este silencio, esta invisibilidad dota de fuerza al maltratador. Por otro lado, creo que la rápida inserción sociolaboral de la mujer y apoyo psicológico para ayudarle a romper con la situación anterior y reintegrarse resultan fundamentales. La prevención, la educación de nuestros jóvenes para que sean capaces de crear relaciones igualitarias. Pienso personalmente que debemos caminar siempre ese sentido y tomar conciencia de que es un problema de todos, que pertenece a todos».

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