EL PROBLEMA DE LA PROSTITUCIÓN La ley Sarkozy del 2003, que penaliza la incitación a practicar sexo de pago, la ha sacado de las calles

París, prostitutas bajo la alfombra

La Vanguardia, LLUÍS URÍA - París. Corresponsal , 07-09-2009

Hay una manera de hacer limpieza tan antigua como el oficio más viejo del mundo: meter el polvo debajo de la alfombra. En cierto modo, es lo que ha hecho Francia con la prostitución: sacarla de las calles, enviarla a las afueras, a los grandes bosques o a la oscuridad de pequeños apartamentos con cita previa vía internet. Desde que Nicolas Sarkozy, a la sazón ministro del Interior, impulsó en el 2003 la penalización de la “incitación” a practicar relaciones sexuales a cambio de una remuneración, las prostitutas prácticamente han desaparecido de las calles, aunque estén lejos de haber cesado su actividad.

La práctica de la prostitución, como tal, no es ilegal en Francia. Pero está sometida a fuertes restricciones y trabas. El cierre de los burdeles, en 1946, abocó al 80% de la prostitución a las calles, de las que ahora ha sido prácticamente expulsada. Desde la aprobación, en marzo del 2003, de la ley de Seguridad Interior, el Código Penal castiga la incitación al sexo de pago – incluso con una “actitud pasiva”-con dos meses de prisión y 3.750 euros de multa. No así a los clientes, salvo que haya menores de por medio.

La ley Sarkozy, como se la conoce, ha dado a la policía los medios legales para perseguir la prostitución callejera hasta reducirla a un fenómeno casi testimonial. O a hacerla prácticamente invisible: imágenes como las que se han podido ver en Barcelona son hoy impensables en París o las grandes ciudades francesas.

Según algunos cálculos, hasta un 40% de las prostitutas que ejercían en París – unas 7.000, sobre las 18.000 que se calculan en el conjunto de Francia-habrían abandonado la ciudad para trabajar en las afueras, en las grandes zonas boscosas de la región de Île-de-France, incluso a 100 km de la capital, o bien recurrir a internet para buscar la clientela. Acosadas por la policía, las que siguen en la calle se han hecho más discretas, huidizas, enmascaradas en una vestimenta ordinaria.

Las zonas tradicionales de la prostitución en París – por lo menos, de la visible-se han desplazado. Ya no hay que ir al bulevar de Clichy, en la falda de Montmartre, o a los bulevares de los Mariscales, en el sur de la ciudad, para encontrarla. Ni siquiera a los cercanos Bois de Boulogne y de Vincennes, donde numerosas arterias están cerradas a la circulación por la noche y la policía patrulla de forma regular en busca de las camionetas donde las prostitutas esperan la llegada de posibles clientes. Hoy, la principal actividad ostensible hay que buscarla más lejos, en los bosques de Melun y Fontainebleau.

¿Quiénes son las prostitutas que hoy actúan en la calle? Según los datos de la Oficina Central para la Represión del Tráfico de Seres Humanos a partir de los controles policiales, el 81% de las prostitutas son de nacionalidad extranjera, y el 60% proceden de países de Europa central y del Este – Bulgaria, Rumanía, Moldavia, Albania-y de África- Nigeria, Camerún y Sierra Leona-.

La aplicación de la ley del 2003 ha dado lugar a numerosas críticas de parte de asociaciones cívicas y jurídicas, que han pedido – sin éxito-la abrogación del artículo que penaliza la “incitación”. Un informe realizado en el 2006 por el Sindicato de la Magistratura, el Sindicato de Abogados de Francia, la Liga de los Derechos del Hombre y el Movimiento contra el Racismo MRAP denunció la existencia de abusos policiales contra las prostitutas, que se habrían convertido en el objetivo principal de las fuerzas de seguridad, mientras que la lucha contra el proxenetismo y las bandas de trata de mujeres apenas habría avanzado. La ley, en este sentido, habría hecho a las prostitutas más vulnerables. Otro informe del 2006, este de Médicos del Mundo, subraya que el alejamiento y ocultación de las prostitutas ha aumentado su precariedad y vulnerabilidad, además de amenazar los programas de prevención sanitaria y social.

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