Dirección y guión: Cortuney Hunt. Intérpretes: Melissa Leo, Misty Upham, Charlie McDermott y Michael O’Keefe.  Fotografía: Reed Morano. Duración:  95 minutos. Drama.

Es la típica película que Sundance trató con mimo porque cumple con todos los requisitos de un género de nuevo cuño, el «indie», que satisface a los cazadores de nuevos talentos. Existe en «Frozen River» la intención de retratar esa otra América tan cara al cine independiente: la de las caravanas y los espacios – cualquiera, la fronteriza y de los márgenes. En descargo de Hunt hay que decir que, más allá de los tópicos con los que trabaja, ha logrado cierta autenticidad en la descripción de lugares y personajes, en la distancia que estos tienen que recorrer para salvarse mientras condenan a unos inmigrantes a vivir un sueño americano que es más que una tortura, la reactivación de una esclavitud sin grilletes. Quizás la metáfora del río helado que Ray Eddy y Lila (Leo y Upham, extraordinarias) deben cruzar en coche para transportar ilegalmente a esos inmigrantes desde Canadá hasta el norte del Estado de Nueva York resulte  obvia, pero ayuda a entender la solidaridad entre dos mujeres que, una por ser pobre, otra por ser pobre e india, necesitan apoyarse para no hundirse en las aguas gélidas de la Nada. Es de agradecer que Hunt no sea condescendiente con su protagonista. Madre de dos hijos que ha sido abandonada por su marido ludópata , Ray es una mujer angustiada que no duda en criticar a sus compañeros de trabajo para hacerse valer y que suelta comentarios racistas contra los inmigrantes pakistaníes que tiene que transportar en plena noche. Melissa Leo la interpreta sin sentir compasión por ella pero comprendiendo sus circunstancias, agarrándose a la esperanza de una vida mejor mientras fuma un cigarro detrás de otro. La tensa, callada relación de Ray Eddy con Lila es lo mejor de una película que acelera demasiado en su tramo final, como si tuviera prisa por resolver el destino sacrificial de una de sus mujeres desesperadas.