A las subvenciones por cooperación, Cipie suma lo que se embolsa por gestionar los dos Centros de Participación e Integración para Inmigrantes (CEPI) hispano – rumanos (1.600.000 euros cada dos años) y el Centro de Atención a Inmigrantes de Lavapiés. La asociación no tiene la menor relación con Rumania, pero justifica su elección en su “largo recorrido y experiencia en inmigración”.

Sus sedes principales están en Santiago de Chile o Buenos Aires y casi todos sus trabajadores, un total de 34, son latinoamericanos.

La Embajada rumana en España, sin embargo, se muestra satisfecha con el trabajo que realizan, aunque no tengan la menor relación con su país: “Nunca hemos tenido ningún problema con ellos y hemos asistido a algunas de las cosas que organizan”, asegura una portavoz.

Carlos Lamadrid, voz cantante de la asociación, aseguró a este periódico el pasado abril que los dos centros están bien gestionados y sus informes son muy favorables. Al margen de recordar que son expertos en inmigración desde que comenzó el fenómeno en España, y “no como otros que se apuntan ahora al reparto de la tarta”.