Final del recorrido. La Casa de las Américas, el centro que el anterior equipo de gobierno, del PP, impulsó en el parque Molinuevo como sede social de los cerca de 7.000 latinos asentados en Vitoria, se cerrará temporalmente a cal y canto el próximo 1 de septiembre. Según ha podido saber EL CORREO, el Gabinete Lazcoz ha decidido revocar la concesión de los locales a la federación de asociaciones sudamericanas, a la que responsabiliza de haber cometido una infracción que califica de «grave». En concreto, explotar el bar existente en las dependencias como un establecimiento hostelero público.

Portavoces autorizados del gobierno municipal socialista recalcan que el complejo, inaugurado en mayo de 2007, se cedió a la federación de agrupaciones latinas – entonces formada por once asociaciones – para fomentar el «intercambio cultural. En ningún caso para que funcionara como un bar al uso, en el que se expende alcohol», aseveran. Advertido de que se llevaba a cabo esta actividad, el Departamento municipal de Protección Ciudadana envío hace unos meses a dos agentes de paisano hasta la Casa de las Américas. «Accedieron a su interior, pidieron dos copas y se las pusieron con absoluta normalidad», detallaron estos medios.

El responsable del colectivo Euskadi – Cuba y actual presidente en funciones de la federación niega rotundamente la versión que se ofrece desde el Ayuntamiento. Tomás García sostiene que «nadie solicitó al Consistorio que el local tuviera un bar y, sin embargo, nos lo entregaron con barra, cafetera y frigorífico». En segundo lugar, que nunca tuvo licencia de apertura al público «y ha venido funcionado con normalidad». Si bien admite que, en ocasiones, han accedido al mismo personas ajenas a la sede con la intención de tomar «algo, sobre todo, alguna bebida típica latina, y se les ha servido», han sido «casos aislados. El 98% de los que consumen son socios», recalca.

Criterios de integración

García asegura que la Casa de las Américas centra su actividad en una programación cultural que incluye la organización de diversos cursos y encuentros. Por ello, no se explica la decisión adoptada ahora por el Gabinete Lazcoz de cerrar el centro. «Creemos que, en el fondo, se han buscado una excusa para sacar a la federación de la gestión de los locales porque nuestros criterios sociopolíticos sobre integración son diferentes», argumenta. Por ello, solicita al regidor del PSE que reconsidere su decisión y les permita seguir adelante con la gestión del complejo.

En la actualidad, esta labor recae en una federación integrada por Euskadi – Cuba, la asociación brasileña Povo da Senzala, el Círculo Bolivariano, Compartiendo Culturas, la uruguaya Mateando, la ecuatoriana Ablayala, la peruana Machu Picchu y la bolivariana Árbol. Cuando la Casa de las América echó a andar, hace dos años y medio, también formaban parte Alternativa juvenil, la agrupación Atamán de comercio justo y Colombia – Euskadi. Esta última, que aglutina a la colonia latina y extranjera más numerosa de la ciudad, lideró el impulso de la federación en su día de cara a acercarse con más solidez al anterior equipo de gobierno y lograr su propósito: una sede social latina, que se inauguró en mayo de 2007.

Españoles en la junta

Pese a su implicación en la iniciativa, los colombianos optaron por abandonar la federación y desvincularse por completo del centro apenas un año después de que echara a andar. ¿La razón? «Nuestras serias discrepancias con otras asociaciones que, desde el principio, se empeñaron en que el bar fuera un local público, en contra de los términos establecidos en la cesión», afirma el presidente de Colombia – Euskadi, John Freddy Hernández.

El entonces máximo responsable de la federación, Lizardo Rueda, corrobora sus palabras y denuncia que «en un año jamás tuvimos acceso a las cuentas del bar». Ambos colombianos se preguntan «por qué hay cuatro españoles en la junta directiva de un centro latino» y lamentan el rumbo de «gueto» que, dicen, ha tomado la Casa de las Américas. «A menudo hay problemas y peleas por el alcohol. Y a eso teníamos claro que no nos íbamos a apuntar», recalcan.


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