La buscadora de futuro

El Correo, POR JUAN BAS, 20-08-2009

Orquídea Negra es guineana. No tiene a nadie en el mundo ni nada que perder, salvo la vida. Cualquier cambio será a mejor porque está en el fondo. Vio en la televisión de un tugurio en el que fregaba platos y tenía que dejarse hacer por el dueño que existía otro mundo que no tiene nada que ver con el suyo, al menos en apariencia.

Después de cinco años de trabajos esporádicos a salto de mata ha conseguido ahorrar, a cambio del gran esfuerzo de voluntad que supone vivir largas temporadas al borde de la extrema miseria, 3.000 euros.

En agosto, Orquídea Negra entrega la mitad del dinero a los mafiosos, que la meten, junto con otros parias como ella, disimulados entre la carga de un desvencijado camión. El viaje hasta Marruecos resulta espantoso, pero consiguen pasarlos por la frontera. Lo de llevarlos ocultos es un absurdo paripé para tenerlos aplacados, pues el puesto fronterizo se cruza mediante mordida.

Por la noche llegan a Tánger. En medio de una oscuridad angustiosa, Orquídea Negra y sus compañeros de odisea son embarcados en una patera tras pagar la otra mitad del abusivo pasaje. En la negrura sólo se ve el blanco de los ojos dilatados por el miedo.

La travesía del Estrecho es relativamente sencilla pues la mar está en calma. Antes del amanecer, el patrón de la patera fondea a un centenar de metros de la costa de Tarifa. No quiere el riesgo de acercarse más. Obliga a los pasajeros, a punta de pistola, a lanzarse al agua. Algunos no saben nadar y se ahogan.

No sabe muy bien cómo, Orquídea Negra consigue que las olas la impulsen hasta la playa. Ha perdido el escaso equipaje. De repente, se oyen voces y se ven los haces de luz de la Guardia Civil.

Orquídea Negra se quita las ropas mojadas, reúne la poca fuerza que le queda, la mezcla con su gran coraje y casi desnuda, como vino al mundo y como llega a este otro mundo, corre y corre por la orilla sin mirar atrás y sí hacia delante, hacia la lejanía de una población que se atisba a la incipiente luz del amanecer y que es el futuro, por duro que resulte, el único futuro para quien la vuelta al pasado sería sinónimo de muerte. Que tenga suerte; con la que se merece sería más que suficiente.

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