PERSONAJES / JUGUETES ROTOS / BILLIE HOLIDAY

La fruta más extraña del jazz

El Mundo, POR JULIÁN RUIZ, 02-08-2009

Hay prostitución, heroína, alcohol, policías corruptos, cuentos de cárcel y relaciones destructivas en la biografía de esta mujer que llamaba la atención por su voz y su coraje Una tarde muy fría del nevado mes de febrero neoyorquino del año 1939, Abel Meeropol llegaba al Caf Society, el lugar equivocado para la gente acertada, como rezaba su publicidad. Iba dispuesto a que Billie Holiday aceptara cantar su provocativa canción Strange fruit.


Abel tropezaba mal sus dedos de la mano izquierda con las teclas del piano, mientras trataba de enseñarle los acordes. Billie no entendía nada de qué iba la canción: extraña fruta colgada de los árboles sureños. Pero, interesada en el poema y las tristes armonías, llamó a su músico favorito, Danny Mendelsohn y, finalmente, trataron de darle un sentido a la canción. Era el comienzo de la historia de aquella primera sensacional canción de protesta, un grito extraordinario contra el racismo que conmovió a la sociedad americana. Strange fruit. Justo hace 70 años.


Abel Meeropol era un profesor de inglés en el Bronx neoyorquino. Tras ver la desgarradora foto de Lawrence Beitler del linchamiento de dos negros ahorcados, colgados en un árbol del sur en Indiana, no tuvo más remedio que escribir un poema, que publicó en 1933 en una revista de profesores de Nueva York. Luego consideró que también podía convertirse en una canción. Y, efectivamente, Strange fruit tuvo una acogida sorprendente cuando la cantante negra Laura Duncan la interpretó, durante el Festival Anti – Fascista de 1937, en el Madison Square Garden, a beneficio de los que luchaban en la Guerra Civil española.


Meeropol tenía miedo de las huestes de Hoover. Petenecía al Partido Comunista de EEUU y la canción la había publicado con el seudónimo de Lewis Allan. Nadie quería grabar Strange fruit.


Pero, de repente, apareció ella como un torrente, con ese coraje de mujer impredecible que formaba parte de su personalidad. Billie supo que en la calle 52 Oeste, un aficionado a la música llamado Milt Gabler había abierto una tienda de discos y un pequeño sello discográfico llamado Commodore. Lo convenció para que grabara el tema. Y, efectivamente, el 20 de abril de 1939, con su pianista Sonny White al frente, Strange fruit quedó inmortalizada en los estudios Brunswick World.


Gabler, que todavía vive, dice que le pagó a Billie 500 dólares al contado por grabar tres canciones. Entre ellas, la fenomenal Fine and mellow. Gabler asegura que ese precio era el adecuado en aquellos días. Billie siempre necesitaba dinero. Pero puede que Gabler se sintiera mezquino tras comprobar que la canción llegaba al número 16 en las listas de éxitos y que se habían vendido 10.000 ejemplares en sólo una semana. Asegura que poco después le dio otros 1.000 dólares a Billie.


A los puristas del jazz, Strange fruit nunca les gustó. Sólo intelectuales de izquierda o la comunidad de homosexuales lideraron una firme defensa de Billie. Su propia autobiografía, Lady sings the blues, tampoco la ha protegido mucho. Desdichadamente es conocida sobre todo por esa tramposa, mentirosa y absurda película del mismo título con la que Berry Gordy, el dueño de la Tamla Motown, en plena pasión por su nueva amante, la entonces cantante de las Supremes, Diana Ross, que hace el papel de Billie, intentaba colarse en Hollywood.


Billie Holiday escribió en su libro algunas mentiras. Por ejemplo: «Mamá y Papá eran un par de críos cuando se casaron. Él tenía 18 años, ella 16 y yo ya tenía tres». En realidad, sus padres nunca se casaron y cuando nació Billie, su madre tenía 19 años, su padre 17. Jamás vivieron en el mismo techo.


Sin embargo, más allá de algunas trolas de dignificación personal, la autobiografía, que ha vuelto a editarse en Norteamrica en estos días, es una historia sobrecogedora de prostitución juvenil, indignidad racial, chulos depravados, adicción a la heroína, borracheras, policías corruptos y cuentos de cárcel, sin piedad, sin autoindulgencia. Ésa fue la vida de Billie Holiday.


Uno de los mitos de Billie fue Louis Armstrong. En el burdel de Alice Dean fue donde, amén de prostituirse con sólo 16 años, empezó a escuchar los discos de Louis Armstrong y Bessie Smith. Era el único lugar donde había una vitrola, un gramófono de aquella época. Veinte años después, nadie sabe cómo logró un papel junto a Armstrong en la película Nueva Orleáns del año 1947. Pero no fue feliz en el rodaje, ya que la mayor parte de las canciones le recordaban cuando llegó a Nueva York y su madre empezó a trabajar como criada.


Es posible que Billie Holiday ya nunca fuera la misma desde aquel 16 de mayo de 1947, cuando fue arrestada en su apartamento de Nueva York por posesión de narcóticos. Billie fue conducida a la cárcel de Alderson, en West Virginia, y tuvo suerte de pasar sólo 10 meses entre las rejas. Pocos días después daba el fantástico concierto en el Carnegie Hall, en uno de esos giros perturbadores de valentía por enfrentarse contra todos.


Pero la alegría fue pasajera y ligera como una pluma. Billie fue arrestada nuevamente unos meses después en el hotel Mark Twain de San Francisco. Su voz perdía la llama imperecedera de los viejos tiempos. Su vibrato dejaba de existir.


Nadie se explica que Billie finalmente se casara el 28 de marzo de 1952 con el mafioso Louis McKay. Por supuesto, otro hombre con toques chulescos y gestos violentos. Puede que fuera el más parecido a su presunto padre, Clarence Holiday, un mediocre guitarrista de jazz, al que Billie siempre buscó; en sus primeros años de grabaciones siempre obligaba a que en las sesiones hubiera muchos guitarristas por si algún día pudiera aparecer su padre. Nunca lo consiguió. Clarence había muerto en 1937.


Billie logró actuar en Europa allá por la primavera de 1954, tras el divorcio con McKay. Volvió en el 58 y, finalmente, en el 59, pero tan sólo unos pocos días. Circulan historias de cómo viajaba con la droga o cómo la buscaba desesperadamente por los antros del bohemio París. Nunca cantó en España y muchos de los músicos de jazz que vivían en París o en Londres apenas la conocían.


Su última grabación en un estudio se produjo en marzo de 1959, en los estudios de la MGM, los mismos en los que pocos años después se grabara la famosa Heroin de Lou Reed, con la Velvet Underground. Billie apenas podía soportar el ruido de la orquesta de Ray Ellis. El álbum fue publicado tras su muerte, con el título Last recording. La voz suena deteriorada, apagada, pero con una luz intensa en la interpetación. All the way es desgarrador.


Eleanora Fagan Gough murió el 31 de mayo de 1959, a causa de una cirrosis hepática, con la policía en la puerta de su apartamento. Tenía 70 centavos en el banco. Ahora posee incluso una estatua en Baltimore, aunque no se sabe si realmente nació allí o en Philadelfia. Como tampoco sabremos nunca si nació en 1915 o en 1912.


Lo que sí conocemos es que Billie Dove era su estrella favorita y que con el apellido de su probable padre construyó a la increible Billie Holiday. Puede que hasta las canciones que elegía la señalaban como una víctima fatal. Daba la impresión de que siempre estaba atrapada por la nada ortodoxa naturaleza de su talento, con una extraña combinación de relaciones destructivas entre amantes y sustancias prohibidas. Una mezcla que nunca deja de impresionar.


Mañana:


River Phoenix

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