TVE denuncia la situación de incertidumbre de los 63 bengalíes retenidos en la ciudad

Un equipo de televisión se desplaza hasta Melilla para hacerse eco de la realidad de unos inmigrantes que viven «en tierra de nadie»Llegaron a España pensando que tras el Gurugú «estaba la Península»

Diario Sur, VENTURA GARCÍA, 27-07-2009

El programa ‘Con todos los acentos’ de Televisión Española emitió el pasado domingo un reportaje de nueve minutos sobre los 63 inmigrantes de Bangladesh que desde hace más de tres años esperan en Melilla que el Gobierno regularice su situación de ilegalidad. A través de cuatro testimonios, el reportaje narra las dificultades a las que se enfrentan los bengalíes para llegar a España y la decepción que sienten al comprobar que «tras el Gurugú no está la Península» sino una ciudad que se convierte para ellos en una cárcel con las puertas abiertas.

Los inmigrantes reconocen que después de dos años de viaje y otros tres de espera, están «agotados» y «desesperados». Insisten en que llegados a este punto prefieren morir que regresar a su país, donde las familias vendieron cuanto tenían para pagar a las mafias el precio de un viaje a «tierra de nadie». Algunas familias perdieron pequeñas parcelas de tierra y otras la tienda de la que vivían, pero todas despidieron a sus hijos confiando en que no tardarían en verlos y ha pasado ya «una eternidad». Uno de ellos, Ali, cuenta en el reportaje como su madre le dice siempre por teléfono que quiere verle. Islam trata de no preocupar a la suya y siempre le asegura que está bien. Pero la realidad es bien distinta.

Aunque en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) están perfectamente atendidos, ni siquiera el esfuerzo que hacen para entender el idioma o aprender un oficio tiene recompensa. «Queremos disfrutar de los mismos derechos que el resto de las personas», aseguran, «porque la vida es muy corta y nosotros hemos perdido ya cinco años de la nuestra».

Los inmigrantes bengalíes se reúnen una vez al mes junto al CETI para cocinar al aire libre platos típicos de su país y no olvidar sus costumbres. En esos encuentros rememoran una tierra a la que quieren regresar con papeles, no con las manos vacías ni expulsados por la fuerza. «El año pasado más de cien compañeros fueron deportados», explican insistiendo en que aún tienen «miedo». Todos coinciden en que cada noche se acuestan con la incertidumbre de no saber si serán esas sus últimas horas en España.

También cuentan en el reportaje que no pueden trabajar porque no tienen papeles y que, aunque se dedican a cuidar y lavar coches, emplean el poco dinero que consiguen en llamar por teléfono a sus casas. Reconocen que la policía les advirtió al llegar que en Melilla no podrían encontrar un empleo, aunque ellos no pierden la esperanza de labrarse un futuro como el resto de los ciudadanos y crear una familia.

De nuevo ayer se concentraron los 63 en la Plaza Menéndez Pelayo para recordar a las autoridades que siguen ahí, que continúan esperando una solución a la situación en la que viven. Confían en que el Gobierno encuentre una vía positiva para sacarles de ese limbo legal.

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