Lágrimas al vuelo

Impiden a dos colombianas vecinas deBilbao viajar en avión hasta Madrid pese a tener la documentación necesaria

El Correo, UNAI MORÁN, 20-07-2009

Pensaban aterrizar en Madrid a las nueve de la mañana, pero llegaron finalmente en autocar ocho horas más tarde. Janeth Manzano y su hija Sara iniciaron el miércoles sus vacaciones más bochornosas. Aunque son vecinas de Bilbao, ninguna de las dos pudo volar hasta la capital de España por su condición de colombianas. La aerolínea que las iba a transportar desde Santander las dejó en tierra y las obligó a regresar a Termibus para viajar por carretera. «Nunca» habían sufrido «una humillación semejante».

La ingrata jornada comenzó al despuntar el alba. La madre y su hija, de sólo 13 años, madrugaron para desplazarse hasta el aeropuerto cántabro. Su vuelo partía a las ocho menos cinco de la mañana y despegó a la hora prevista, pero sin ellas. La compañía Ryanair les impidió subir al avión por no llevar consigo el pasaporte colombiano. Un documento inferior al Número de Identificación de Extranjeros (NIE) que ambas poseen y que resulta válido para viajar si no se sale de España, según establece la legislación vigente.

El mal trago llegó en el último momento. Sin problemas para efectuar la reserva y sin necesidad de facturar equipaje, Janeth y Sara se toparon con la restricción al embarcar, justo cuando se disponían a entregar sus billetes. «Les mostré el NIE y recalqué que era suficiente, pero insistieron en que presentáramos el pasaporte y no nos permitieron la entrada», lamenta la madre, dolida «sobre todo por el trato recibido». «Nos dejaron como a una novia, plantada en la puerta de la iglesia», recuerda.

Nueve años en España

Desde Ryanair justificaron que el requisito figura «en el código de la empresa». Como alternativa, las convidaron a solucionar el problema en la oficina de información y a viajar en el vuelo de las siete de la tarde, previo pago extra de cien euros. «Llevo nueve años aquí, estoy casada con un español y mi carné dice que tengo los mismos derechos que cualquier ciudadano nacional, pero en la práctica es mentira», denuncia Janeth, quien se sintió «discriminada» por su condición de extranjera.

Tras contemplar el despegue de su vuelo, Janeth recurrió a su marido, Rafael, que se encontraba a la altura de Castro Urdiales y tuvo que regresar a Santander para recogerla junto a Sara. «Indignado» por lo ocurrido, el cónyuge redactó una reclamación que presentó ante la oficina del consumidor e informó de lo ocurrido a la asociación SOS Racismo, que envió una protesta al departamento de compensación de pasajeros de la Unión Europea, en la ciudad irlandesa de Dublín. La familia sopesa incluso la posibilidad de llevar el caso ante los tribunales.

«Suerte que yo no estaba, porque meto a mi mujer y a mi hija en el avión por la fuerza», advierte Rafael. «Lo de Melendi se hubiera quedado en un cuento», asegura. Y es que el padre no pretende con su reclamación que la empresa les devuelva los «18 míseros euros que costaban los dos billetes de avión», sino que «hechos tan denigrantes no se vuelvan a repetir», porque «nadie se lo merece».

En autocar

Rafael, Janeth y Sara volvieron juntos en coche a Bilbao, donde madre e hija optaron finalmente por coger un autocar para llegar hasta Madrid. Partió de Termibus al mediodía y arribó a la capital de España cinco horas más tarde. Casi tantas como las que se pasaron ambas entre sollozos y lágrimas. Al llegar a su destino, las dos se recluyeron en la habitación del hotel. Entre el viaje por carretera y el disgusto que perduraba, se pasó su primer día de vacaciones.

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