Población

El Periodico, Mercedes Pizarro, 14-07-2009

Cambian las tendencias y modas, alternan las ideologías, pero hay principios y/o cuestiones inalterables. Entre estas el que «las personas son el capital más valioso», algo que suscriben los grandes dirigentes, políticos y hombres de empresa. Los estrategas de empresa resaltan el talento de las personas, otros su perspicacia, la capacidad de convencer, la empatía, la formación, la dedicación, junto a otros valores y competencias que son deseables por razones productivas, profesionales o éticas.
Un país cuenta en proporción a su renta, localización, recursos naturales y a su población, diferenciando en esta la dimensión y la formación, de la que depende el nivel de desarrollo alcanzado. En general, un país próspero tiene una población dinámica y creciente. Es raro que se mencione que una de las causas principales del crecimiento de EEUU es la inmigración que percibe, que son una buena parte de los mejor dotados intelectualmente y que buscan dónde completar su formación y desarrollar su investigación. Otros son jóvenes con poca formación, pero dispuestos a esforzarse a baja remuneración porque esperan prosperar.
En el caso español, las previsiones sobre población más sólidas (1995) la situaban en torno a 35 millones de personas en el 2050. A mediados de la primera década de este siglo, la previsión es de más de 50 millones para el 2050. Si se materializase lo primero, el país tendría una población envejecida con un sistema de protección frágil y bajas prestaciones. En la segunda, se garantizarían las prestaciones sociales, el sistema sería sólido y tendríamos una economía saneada.
La inmigración aportó una parte relevante del crecimiento español (10% de los afiliados a la Seguridad Social) y aún más en Catalunya (13,5%). La caída en el nivel de actividad económica comporta un cierto riesgo de que parte de la inmigración busque un destino mejor en otros países. Para quienes marchen, el esfuerzo de integración habría sido baldío. Para el país, también se desvanecería la acogida dispensada, se perderían conocimientos y habilidades. Se estaría al contrario de lo que dice el refrán: «Cuantos menos seamos menos reiremos».

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