División étnica china  

Prensa Libre, 12-07-2009

Los incidentes de los últimos días en Urumqi son una nueva muestra del incontenible malestar de los uigures y de la tensión en sus relaciones con los chinos de la etnia Han, cuya respuesta virulenta es un elemento novedoso y que augura un panorama conflictivo en la región de Xinjiang.

China vivió hace una semana sus peores disturbios en dos décadas, cuando estudiantes uigures protestaron por el linchamiento de dos de sus miembros en el sur de ese país, según las autoridades, y descontrolados atacaron a civiles chinos.

Los datos oficiales indican que murieron 184 personas, más de mil resultaron heridas, y la Policía detuvo a mil 400 personas.

Los grupos uigures en el exilio aseguran que el número real de víctimas es de hasta 800.

Los 8.3 millones de uigures son de religión musulmana y lengua turca. Habitan sobre todo Xinjiang, que oficialmente se denomina Región Autónoma Uigur, en la que también habitan otras minorías, además de la etnia Han —que conforma el 91 por ciento de la población china—, muy numerosa, en especial en Urumqi.

Muchos uigures sienten un gran resentimiento contra Pekín —que tomó el control de la región en 1949—, porque consideran que no respeta su libertad religiosa, les discrimina, impuso el idioma y cultura china y ha repoblado la región de los Han, en cuyas manos está la mayor parte de la riqueza de la región, rica en recursos naturales,

Analistas creen que las protestas han puesto a Pekín en una difícil posición: debe demostrar a la población china que está al mando, pero al mismo tiempo no puede ejercer una presión excesiva sobre los uigures, lo que engendraría un extremismo violento que se extendería a otras regiones de Xinjiang.

No obstante, las autoridades chinas han advertido que castigarán con la pena de muerte a los responsables de los disturbios, y mantienen un toque de queda en Urumqi para evitar nuevas violencias.

Además, el Gobierno comunista acusa a organizaciones independentistas uigures de estar detrás de los incidentes.

Mientras, la comunidad internacional ha manifestado su preocupación por la creciente violencia interétnica, miles de residentes abandonan Urumqi ante el riesgo de nuevos tumultos.

Las revueltas han dejado una brecha en la sociedad de Xinjiang, un legado que tardará en cicatrizar debido a los conflictos que no han hecho sino radicalizar las posturas de animadversión y segregación.

información de agencias

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