Rabia y fuego en nombre de Mohamed

El Mundo, RUBÉN AMÓN. ENVIADO ESPECIAL, 12-07-2009

Los vecinos de un pueblo francés piden justicia tras la muerte en comisaría de un joven Firminy (Francia)


Los estudiantes de arquitectura conocen Firminy (sureste de Francia) porque fue aquí donde Le Corbusier estableció su taller urbano entre 1961 y 1968. Diseñó un estadio, una iglesia, una casa de la cultura y un barrio popular donde residía entre apreturas Mohamed Benmouna.


Su nombre aparecía ayer con el entusiasmo de un héroe en las pancartas de la manifestación que aireaban los vecinos del suburbio. No todos, porque el suicido del muchacho en las dependencias policiales, las dudas que ha objetado la familia y la oleada de violencia justiciera, han dividido y desorientado a los 18.000 habitantes de Firminy.


Trata de confortarlos Marc Petit, aunque el alcalde comunista del pueblo ha recurrido al ministro del Interior para contener el riesgo de una oleada vandálica. Medio millar de policías y gendarmes custodian como centuriones desde el viernes Firminy para evitar que se repitan las escenas incendiarias de las tres noches anteriores.


El ejemplo más evidente de la ferocidad consiste en el centro comercial. Las llamas han devorado el negocio de ultramarinos, la agencia de viajes, la peluquería, la panadería y la perfumería. Se ocupan los bomberos de acordonar el recinto y de ahuyentar a los vecinos mirones, aunque el jaleo de las tertulias demuestra la irritabilidad que predomina en la deprimida localidad francesa. Aquí la tasa de paro se eleva al 35% y la integración étnica, o cultural, o religiosa, se ha convertido en una quimera.


Los padres de Mohamed, originarios de Argelia, han dado ejemplo con las llamadas al orden y al civismo. No quisieron participar en la manifestación de ayer – sí lo hizo otro hijo y un primo del difunto – para evitar un rebrote de los incidentes, aunque sostienen que la policía francesa ha reconstruido y manipulado a su antojo cuanto sucedió en los calabozos de Firminy.


El detenido, de 21 años, había cometido un presunto delito de extorsión y apareció colgado en la celda del interrogatorio. Todavía estaba vivo cuando lo rescataron, pero fue imposible reanimarlo minutos después en las dependencias hospitalarias. Se han realizado dos autopsias para despejar las dudas y ambas concluyen que no hubo violencia ni intervención de terceros. Mohamed murió asfixiado. Mohamed se suicidó.


Semejantes evidencias no implican que la Justicia francesa haya descartado otras hipótesis. De hecho, la Fiscalía local ha abierto una investigación contra desconocidos sobre la hipótesis de un homicidio involuntario.


Es una manera de aplacar la indignación de la familia y de considerar las irregularidades que ensombrecen el caso. Tanto porque las celdas de reclusión de Firminy se consideran inadecuadas – materiales, condiciones insalubres – como porque las cámaras de vigilancia ubicadas en el habitáculo de Mohamed no funcionaron cuando estuvo detenido.


El resquicio y la remota posibilidad de un ajuste de cuentas racista han dado alas a los vándalos quemacoches. Evocando la chispa que dio origen a la guerrilla callejera, de 2005, en distintas ciudades francesas.

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