La policía se impone en Urumqi

Clima de tensión y toque de queda en la capital del feudo islámico de China

La Vanguardia, , 09-07-2009

ISIDRE AMBRÓS – Urumqi Enviado especial

PENA CAPITAL Las autoridades ejecutarán a los culpables de haber matado a alguien

REGRESO PRECIPITADO Hu abandona la cumbre del G-8 ante la urgencia de dar una respuesta
El presidente chino, Hu Jintao, optó ayer por regresar precipitadamente a Pekín y abandonar la cumbre del G-8, que había empezado en la localidad italiana de L´Aquila, para afrontar la crisis desencadenada por los violentos choques étnicos en Urumqi, capital de Xinjiang, la región más occidental del gigante asiático y de mayoría musulmana, donde han muerto, al menos, 156 personas desde el pasado domingo.

Las autoridades chinas reforzaron ayer el control en Urumqi, donde la situación era de calma tensa, con miles de policías en las calles y un toque de queda entre las 21 y las 8 horas. Hubo, a pesar de todo, varios ataques de los han contra los uigures.

La policía ha detenido a 1.434 personas – muchos son estudiantes-y Li Zhi, jefe del partido en Urumqi, ha advertido que los culpables de haber cometido una muerte serán condenados a la pena capital. También instó a los han a contener su ira.

El ministro de Estado para la Seguridad Pública, Meng Jiangzhu, anunció “medidas de castigo y de reeducación” para los responsables de la revuelta.

El regreso precipitado de Hu constituye un gesto sin precedentes en un líder chino y señala la necesidad de una respuesta inmediata de la máxima autoridad del partido, el Estado y el ejército.

Hasta el momento, la cúpula del poder chino ha permanecido muda ante los violentos cho-realidad demuestra que los musulmanes de Urumqi o los tibetanos de Lhasa tienen poco o nada que ver con los han. Pero es que, además, las diferencias sociales entre los habitantes de las desarrolladas ciudades de la costa y los del interior del país cada vez son mayores. “Entre los han y las 55 etnias restantes no hay armonía”, afirma el sinólogo Jean Pierre Cabestan.

Los uigures acusan a las autoridades de Pekín de colonizar la región autónoma de Xinjiang con la excusa de desarrollarla económicamente y modernizarla. A través de esta política de hechos consumados, los han representan ya el 40% de los 20 millones de habitantes de la región, cuando a principios de los años 90 eran el 6%. Ahora ya son mayoría en Urumqi y foco de problemas.

El último ejemplo de esta modernización, que destruye las señas de identidad uigur y produce indignación, es la demolición del centro histórico de Kashgar, la ciudad donde empezaba la ruta de la seda.

La minoría uigur se queja asimismo de que Pekín les identifica a menudo con el terrorismo islamista, por el simple hecho de ser musulmanes. Pekín señala la existencia de varias organizaciones separatistas en Xinjiang que tendrían relación con Al Qaeda. En este sentido, las fuerzas del orden han desarticulado varios atentados preparados por uigures. Varios uigures han acabado también en Guantánamo sin que haya podido probarse su participación en Al Qaeda.

Mientras, las autoridades locales afirman que el peor estallido étnico en 60 años está bajo control. Decenas de miles de soldados se han desplegado en Urumqi para formar una barrera que separa los barrios musulmanes de los han. Pero la paz y la armonía en la capital de Xinjian parecen lejos de alcanzarse. ques entre la etnia musulmana uigur y los han, que representan el 92% de la población china.

Ni Hu ni el Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista de China (PCCh), el órgano de más poderoso del país, se han pronunciado sobre el conflicto en Xinjian.

Sin embargo, una cosa está clara: el proyecto de construir una sociedad armoniosa lanzada en el 2004 por el propio Hu ha estallado en mil pedazos. La idea de la dirección comunista de que todos los ciudadanos de China sean iguales parece un proyecto más irreal que nunca. La

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