Los traficantes de Bilbao se mudan a Cantabria para evitar el cerco policial

Deia, Gessamí Forner, 06-07-2009

bilbao. Llegar a Castro en coche por la A – 8 cuesta alrededor de 25 minutos. Son apenas 33 kilómetros, pero suponen un cambio de autonomía, de juzgados y de policía. “En Bilbao nos conocemos todos”, asegura el responsable de la Unidad de Drogas de la Policía Municipal de Bilbao, Txema López. Quizá por eso, después de años apretando las tuercas a los camellos bilbainos, estos han decidido mudarse parcialmente a Castro Urdiales y alrededores, “donde cada vez realizamos más operaciones”.

“Hay mucha conexión con Cantabria”, reconoce, “es una zona mucho más segura para ellos. Alquilan un piso o una lonja y la utilizan de almacén. Van cada día, se traen 90 gramos para vender y así arriesgan menos, ya que las penas por narcotráfico son elevadas a partir de esa cantidad. Van a tiro hecho. No les importa que les pilles con unas papelinas, lo que quieren es evitar a toda costa que descubras el piso franco donde almacenan la droga”, concluye el inspector.

Ser policía de la Unidad de Drogas implica saber jugar “al gato y el ratón”. “Nos miramos. Ellos saben a lo que estamos, nosotros sabemos a lo que están. La unidad lleva veinte años funcionando y aquí nos conocemos todos: tenemos fichados a los camellos de toda la vida, a los que salen de prisión y a los recién llegados, siempre patrullamos de paisano por San Francisco y estamos en permanente contacto con la fiscalía antidroga”.

A pesar de trabajar siempre de paisano, muchas veces se las ven canutas para seguir a los traficantes. “Tienen dos trucos muy buenos cuando les seguimos en coches patrulla camuflados. El primero es dar cinco vueltas a una rotonda. ¿Entonces qué puedes hacer tú? ¿Dar cinco vueltas también? Ahí te han cazado. El otro es cuando nos intuyen y pisan el acelerador hasta los 170 kilómetros por hora por la A – 8. Pisan y pisan y tú siempre tienes que acabar tocando el freno. Nos llegan decenas de multas de nuestros coches”, explica.

Cuando los traficantes andan por la calle también van “con muchísimo cuidado”. “Para llegar a un punto de la ciudad dan un rodeo inmenso, casi nunca llevan encima las llaves del piso de seguridad y, cuando encuentras las llaves, pueden estar camufladas en un manojo enorme, como nos ocurrió el pasado mes en un locutorio”.

Mientras, las escuchas telefónicas han dejado de ser operativas en muchos casos. “No nos enteramos de nada”, reconoce. “Hablan en suajili y wolof”, dos idiomas africanos.

Cada día, cuando López llega a su despacho lee las notas que le dejan sus “chicos”, como les llama cariñosamente. Trabajan “al unísono” en dos grupos de nueve agentes y un responsable. “No tenemos vida privada. El otro día a las 23.00 horas recibí 17 llamadas de los chicos. Su vida privada es muy complicada, no le pueden decir a su pareja: Oye, que esta noche llego a tal hora para cenar. Trabajamos en grupo y entre la vida familiar y la investigación, la investigación es lo primero”. Tanto es así que de media meten 300 horas extras anuales más que un agente patrullero. “En esta unidad sólo trabaja quien realmente quiere estar aquí”.

ingreso en prisión La vocación salta a la vista: “El pasado año detuvimos a 85 personas, casi todas ellas ingresaron en prisión”, detalla orgulloso. Sobre la procedencia de los traficantes, los que mueven hachís suelen ser ademas de vizcaínos, magrebíes y los que venden heroína y, en ocasiones cocaína, son sudafricanos. “De Guinea Bissau, un país africano de apenas un millón y medio de habitantes y con un índice de pobreza altísimo. Llegan aquí en busca de un futuro económico mejor y cuando acaban metidos en el mundo de la droga, se lo toman como una fuente de ingresos, un trabajo más. No consumen y tampoco se resisten durante la detención, conocen los riesgos y los asumen. En cambio, los arrestos a magrebíes son muy diferentes, son mucho más agresivos y oponen una gran resistencia a la autoridad”. De las personas de etnia gitana que en los ochenta movían la heroína en Bilbao “apenas queda nadie, muchos fallecieron”. Por sobredosis. Una droga casi olvidada que, no obstante, en los últimos meses ha sufrido “un repunte” del consumo que en ciertos ámbitos, como el sanitario y el policial, “se ha relacionado con la crisis económica”.

Hilo directo con el director del instituto

Entre las líneas de actuación de la Unidad de Drogas de la Policía de Bilbao, una que miman especialmente es el contacto habitual con veinte centros escolares. “Tenemos dos agentes especializados en mantener conversaciones con los institutos de Bilbao donde se ha detectado la presencia de estupefacientes. No es nada serio como para crear alarma en la sociedad, pero a veces los ex alumnos problemáticos hacen de camellos en las inmediaciones del centro el primer año después de abandonar el instituto. Allí se han quedado sus amigos, a quienes les venden hachís y marihuana”, explica el responsable de la unidad, Txema López. El pasado año mantuvieron contactos mensuales o bimensuales con quince institutos y cinco colegios. “Hace dos años abrimos esta vía de contacto, que queremos mantener y dejar abierto el canal de comunicación”. Además, cualquier centro escolar puede ponerse en contacto con ellos por teléfono o mandándoles un mail explicando la situación en la que se encuentran. En la unidad están muy satisfechos con esta línea de actuación, “nos ha dado muchos resultados”, asegura. >g. forner

en 2008

decomisos

· Alijos. El pasado año decomisaron 123 alijos, de los que se incautaron 4,2 kilos de heroína, 2,2 kilos de cocaína y 1,5 de hachís. En lo que va de año, ya han decomisado casi dos kilos de cocaína y cuatro de hachís, además de cierta cantidad de heroína y 90.000 euros.

registros

· Domicilios. Han registrado quince domicilios y once locales de hostelería, siempre con la autorización judicial correspondiente. Los locales han sido precintados y clausurados.

la cifra

85

· Detenidos. “La mayoría ingresaron en prisión”, explican orgullosos en la Unidad de Drogas.

frases

“Llevamos veinte años en la Unidad de Drogas y en Bilbao nos conocemos todos”

txema lópez

Responsable de la Unidad de Drogas

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