En la senda de la frustración

El Mundo, DANI CORDERO, 30-06-2009

Los adolescentes que integran la segunda generación de la inmigración creen que no conseguirán sus sueños académicos Barcelona


Los hijos de la última generación de inmigrantes no acaban de ver su futuro aquí. Apenas un tercio de ellos se consideran españoles y sólo a uno de cada cuatro le gustaría quedarse en España. Con raíces sobre todo en Latinoamérica, su referencia para prosperar en la vida es Estados Unidos. Aquí, sus sueños parecen rotos, frustrados antes de tiempo: con 13 años de edad de promedio, todavía estudiantes en la ESO, su pesimismo parece endémico. Al 40% de ellos le gustaría acabar su carrera académica con títulos universitarios, pero sólo el 20% cree que lo conseguirá.


Es la radiografía de 3.577 hijos de inmigrantes de 42 nacionalidades que residen en Barcelona que figura en un estudio en el que han participado profesores de las universidades de Princeton y Comillas. Es la primera parte de un trabajo a largo plazo que permitirá conocer más en profundidad la adaptación social y económica de la denominada segunda generación de inmigrantes.


En general, ni se consideran víctimas de la discriminación por su origen ni creen que las personas negras tengan aquí menos oportunidades que los blancos. Y el catalán no ha sido un problema para ellos: el 70% lo habla, aunque el castellano es con diferencia la lengua preferida de uso.


Pero eso no quita que sus expectativas se vean truncadas. No siempre sus dos progenitores residen en España, han visto cómo sus padres ocupaban empleos que requerían una cualificación muy inferior a la que tenían y una mayoría (un 67%) considera que los españoles se sienten superiores a los extranjeros. Quizás, por ello, sus esperanzas no son buenas. Influye que el entorno tampoco no es optimista: un 20% de sus amigos considera que tampoco podrá alcanzar sus objetivos deseados.


«Lo importante es que aspiren a tener un título universitario, porque si no aspiran seguro que no llegan», señaló ayer Alejandro Portes, coautor del estudio y profesor de Princeton. Rosa Aparicio, de la Universidad Pontificia Comillas, aseguraba por su parte que para cambiar esas expectativas los chavales «necesitan referentes porque no tienen a sus padres; inmigrantes como ellos trabajando en sus escuelas y el apoyo de sus familias».

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