Del Director

Seguridad e inmigración: sin miedo

Canarias 7, Francisco Suárez Álamo, 16-06-2009

Mezclar seguridad e inmigración dicen que no es políticamente correcto. Se supone que hacerlo es señalar al inmigrante como fuente de inseguridad, cuando no hay constancia estadística ni científica que una ambos extremos. Es más, el mundo está lleno de países muy inseguros con pocos inmigrantes y otros muy seguros repletos de inmigrantes.

Si damos por buena esa premisa, que hoy coincidan en Gran Canaria dos encuentros al más alto nivel, uno con el ministro Alfredo Pérez Rubalcaba y el comisario Barrot para hablar con Paulino Rivero sobre inmigración, y otro en Casa África para hablar de seguridad es pura coincidencia. En todo caso, si el lector prefiere instalarse en el limbo de los inocentes, allá cada uno con su elección.

Soy de los que considera que lo que realmente fomenta la xenofobia no es debatir si hay o no relación entre seguridad e inmigración, sino hurtar el debate en sí y aferrarse a la tesis según la cual si los ojos no ven, el corazón no siente. La realidad, sin embargo, es otra, porque más allá de los ojos, están los oídos, que son los que captan los mensajes distorsionados, precisamente aquellos que generan sentimientos que limitan con el rechazo al que llega de fuera. ¿Cómo se combate eso? Pues precisamente con realismo, sin miedo a la hora de estudiar fenómenos tan complejos como el de la inmigración y con la prudencia debida cuando se tocan asuntos relativos a la seguridad.

Cabe recordar el caso de la patera despistada que arribó, como quien no quiere la cosa, hasta la cocina misma de la zona militar de Gando. Los vecinos de Telde e Ingenio saben lo complicado que es aproximarse a las calas que en su día eran utilizadas por pescadores por la riqueza de sus fondos marinos, unas dificultades absolutamente lógicas y que entroncan con la condición estratégica de las instalaciones militares de la Base Aérea. Pues bien: a esa misma zona militar es a la que llegaron los ocupantes una embarcación que perdió el rumbo. Y llegaron sin saber donde pisaban, pero lo cierto es que llegaron sin que nadie los detectase. Ante eso, ¿qué hacemos? ¿Lo silenciamos o lo contamos en su justa medida para que así se agilicen las medidas de seguridad adicionales, tanto por el bien de los militares desplegados en Gando como por la supervivencia de los inmigrantes, que seguramente habrían agradecido ser detectados con antelación y que una embarcación los recogiera en el mar y se evitasen el riesgo añadido de desembarcar en un litoral tan escarpado?

Por todo ello, bienvenidos sean quienes hoy se dan cita en Gran Canaria para debatir sobre seguridad y sobre inmigración. Ybienvenido sea el cruce de información sobre ambos campos. Con ello, ganamos todos.

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